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Mostrando entradas de noviembre, 2013

BARBOS

Son peces de aguas mansas, difíciles de pescar por la enojosa desconfianza que muestran ante los cebos. Tienen a veces un tono amarillento. Poderosos cuando resisten al tirón del sedal, pueden vivir, sin mayores problemas en estanques, tablas y albercas. Cuando son viejos nadan con lentitud y solemnidad, indiferentes al mundo desde sus modestas querencias. Son poco apreciados en las artes culinarias. No siempre fue así. Tiempos hubo en que los humildes barbos eran servidos en mesas reales y principescas. Francisco Martínez Montiño, cocinero en la corte de Felipe III, los incluía en la relación de platos adecuados para el mes de mayo. Debían, en su autorizada opinión, prepararse fritos, con tocino y picatostes. Por cierto, en  Guzmán de Alfarache,  de Mateo Alemán, se habla de una huéspeda, de muy mala catadura, que "quedó toda enharinada, como barbo para frito". Luis Cabrera de Córdoba afirmaba que el duque de Mayenne,  embajador extraordinario del Rey de Francia en la Co...

UN BALLENERO DEL SIGLO XVIII

El cinco de febrero de 1793 atracó en el puerto de La Coruña la goleta La Ballena. Pertenecía a la Compañía Marítima. Estaba matriculada en Montevideo y procedía de Maldonado. Portaba 11.763 cueros salados de lobo de mar, 534 vergas de grasa de ballena, 2.147 barbas de ballena en bruto y catorce mantas de guanaco. Correo Mercantil de España y sus Indias, 21-2-1793

UNA ALCOBA DE CIRIOS

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El reinado de Alfonso XII inició, con la Restauración, el primer período de estabilidad de la España contemporánea. Tras la detestada y desprestigiada Isabel II, es justo reconocerlo,  Don Alfonso   no dejó mal recuerdo .  Fue un rey magnánimo, de buena voluntad  y joven.  A pesar de reinar más de once años nunca dejó de ser un monarca llegado del exilio. El exiliado es una sombra, decían los romanos, y el destierro siempre imprime carácter. No era, sin embargo, un hombre triste y le faltó, en muchos de sus comportamientos, la gravedad que corresponde, y se espera, de los reyes. Mucho más necesaria que la llaneza y el gracejo. Podría haberse recluido en los recovecos del Palacio de Oriente como un príncipe shakesperiano o un Austria taciturno, hastiado del mundo y atormentado por el destino del Reino. Cuadra más con la imagen del Rey que lo que se contaba de sus andanzas y aventuras. Su memoria, a pesar de todo, queda redimida por su buen corazón y por d...

LOBEROS

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Estos alimañeros cazaban lobos y capturaban camadas de lobeznos. Después los mostraban por cortijadas, caserías y casas de ganaderos para recibir alguna que otra recompensa. Al final, los llevaban a los ayuntamientos y recibían la correspondiente gratificación. Moreno Castelló hace constar que, en el último cuarto del XIX, se pagaban en tierras de Jaén unos diez reales por cada lobo abatido. Una vez librado el dinero, se cortaba una oreja del animal para evitar que se volviese a presentar como recién cazado. Se encuentran muchos datos, al respecto, en los archivos de Jaén. Cuando los lobos campaban por los montes concejiles, villas y lugares de sierra.  Matabegid, La Pandera, Valdepeñas y Los Villares aparecen citados con especial frecuencia. Precisamente Moreno Castelló menciona este último pueblo, Los Villares, donde vivía, un hombre dedicado a cazar lobos. Detectaba sus guaridas por el olor y por los pelos que los animales dejaban. Para capturar los lobeznos, en ocasione...

El TIEMPO DE NOVIEMBRE EN 1792

"En las provincias de Ávila, Burgos, Valladolid, Palencia y Salamanca se ha experimentado un tiempo templado y favorable; en las de Toro, Zamora, Soria, Aragón y Cataluña le ha hecho vario con algunas lluvias, lo que en estas dos últimas no es provechoso a la vendimia,que todavía sigue en algunos pueblos. En Galicia han cesado las aguas, y en Guadalajara se ha empezado a sentir el frío". Correo Mercantil de España y sus Indias, jueves 8 de noviembre de 1792

ROPA DE GALEOTES

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El triste atavío de los condenados a galeras constaba, según se recoge en Guzmán de Alfarache , de dos camisas, dos pares de calzones de lienzo, una almilla colorada, un capote de jerga y un bonete colorado. Una almilla era un jubón de abrigo, con mangas y ajustado al cuerpo. Sobre esta prenda iba el capote. A todos, antes de amarrarlos al banco, se les rapaba la barba y la cabeza como remedio -ineficaz- contra piojos, pulgas y otros insectos que poblaban esos tristes paraderos. Por su buena relación con el cómitre, el personaje de Mateo Alemán pudo mejorar su estampa con "un vestidillo a uso de forzado viejo, calzón y almilla de lienzo negro ribeteado, que por ser verano era más fresco y a propósito". Esto le permitiría al pícaro mejorar su estado de ánimo y, de paso, agudizar su ingenio para salir de tan complicado destino. La buena presencia siempre ayuda en cualquier trance. Para resguardar, de mala manera, a los forzados del sol y de la lluvia, se cubrían los bancos c...

ARTE TORMENTARIA

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Cuando Carlos V entró en Valladolid en 1522, acabada ya la guerra de las Comunidades, trajo un buen tren artillero compuesto, entre otras, por las siguientes piezas: Un trabuco llamado Magnus Draco, con cabeza de serpiente o de dragón. Tenía grabado el retrato de Felipe el Hermoso y sus armas. Era de 26 palmos de largo y la boca de un palmo. Dos tiros famosos, El Pollino y La Pollina, de 16 palmos de largo y palmo y medio de boca. Otro tiro tenía por nombre Espérame que allá voy, de 17 palmos de largo y casi dos de boca. Dos tiros llamados Santiago y Santiaguito, eran de 26 palmos de longitud y con la boca de un palmo, adornados con los lises del Rey de Francia. Quizás fue capturado a los franceses en alguna jornada y fueron rebautizados al uso de España. Otro tiro se llamaba  La Tetuda, de 17 palmos   de largo y casi dos de boca. El nombre -lo tengo por cosa segura- debía de ser invención de soldados Y para acabar,  El Gran Diablo, con 18 palmos...

SOBRE EL COSTE DE LA VIDA EN TIEMPOS DEL QUIJOTE

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Los productos de primera necesidad, y en particular los alimentos, eran  mucho más caros  en el siglo XVII que ahora. Igual ocurría con el vestido, el menaje doméstico y el utillaje de trabajo. Aparecen como objetos valiosos en los inventarios y testamentos. La abundancia de la sociedad industrial y la superabundancia de la postindustrial habrían resultado inimaginables  para las gentes del tiempo de Cervantes. Un paseo por unos grandes almacenes producirían, quizás, más asombro que los más sofisticados aparatos electrónicos o los viajes en avión.                                         En el primer tercio del siglo XVII un campesino en Jaén percibía, por día de trabajo, unos dos reales y medio que equivalían a 85 maravedíes con los que se podía adquirir, diariamente, lo siguiente: Un pan de un kilo (34 maravedíes). Un cuarto de litro de vino (6 maravedíes) Un c...