lunes, 2 de noviembre de 2020

SOBRE LA RECLUSIÓN DE UN CLÉRIGO EN EL SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LA CABEZA

 En el invierno de 1987 o quizás de 1988 -no lo recuerdo con exactitud aunque da igual-  publiqué en Ideal, un breve artículo que, entre mis papeles, he recuperado. No el recorte de prensa, que tengo por ahí perdido, sino el texto mecanografiado. Tal y como lo escribí, con toda la ingenuidad, la precipitación y el entusiasmo de los pocos años, lo reproduzco en Retablo de la Vida Antigua:


Un dato inédito sobre el Santuario de la Virgen de la Cabeza.

<<El Santuario de la Virgen de la Cabeza ha sido, a lo largo de la historia, un símbolo de la vida de Andújar y como tal ha participado de forma directa en el acontecer de la mencionada ciudad. En estas líneas no vamos a hablar de la romería ni del culto mariano, sino de un aspecto interesante y desconocido del Santuario.

El 17 de noviembre de 1661, ante el escribano público Ramos de Ulloa, un clérigo llamado Juan López de Almodóvar, presbítero y vecino de Andújar, declaró estar en la Cárcel Eclesiástica de Jaén “en razón de haberse ordenado en la Curia Romana, hasta ser sacerdote”, por lo que fue condenado a ocho años de reclusión y a pagar “cierta cantidad de marabedís”. Hasta aquí no hay nada extraordinario en un siglo en el que los hombres, pertenecientes o no a la Iglesia, siempre estaban enzarzados en pleitos, pendencias y querellas; lo más relevante del suceso es que la condena la debía cumplir el atribulado clérigo “en la Iglesia y Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, termino de la dicha ciudad de Andújar”. Es interesante la descripción del entorno de dicho templo como “parte disierta, sin población”. Es indudable que el presbítero debió de observar un sombrío panorama, y bien de forma real o imaginaria, como en el famoso personaje de Molière, “estando cumpliendo la dicha sentenzia cayó malo y por no tener quien le curare en su enfermedad […] pidió licencia a el Señor Probisor para yr a curarme a la dicha ciudad de Andújar donde tiene su casa y abiendola pedido por tres beces se la denegó”. Debieron de ser momentos críticos ya que al verse “apretado decidió abandonar, por su propia cuenta, su lugar de encierro y marcharse a su casa para efeto de curarme y estando bueno volverse a dicho Santuario.” Pero poco debió de durar la vuelta al hogar pues pronto fue capturado y enviado a la Cárcel Episcopal de Jaén, donde se encontraba, como hemos indicado, en el momento de firmar la escritura, una vez más, por aber quebrantado su reclusión”.

Sirva este modesto dato para dar a conocer un aspecto del Santuario, testigo de los siglos y de la historia, incluso en sucesos tan oscuros como éste.>>