viernes, 29 de agosto de 2014

THE HOLY BOYS

Así eran conocidos los integrantes del 9º Regimiento de Norfolk. Recibieron esta denominación a partir de su intervención en la Guerra de Sucesión española. Llevaban una imagen de Britania en sus correajes que, al parecer, los españoles confundían con alguna advocación mariana. No parece fácil ni creíble esta confusión en un español de inicios del XVIII. Otra posibilidad es que fuesen llamados así, Holy Boys, por su afición, según contaban, a vender sus Biblias para, con el beneficio de tan piadosa transacción, comprar vino o aguardiente*. No sabemos qué pensar al respecto. Recibieron también el apelativo de Fighting Ninth, por causa asimismo desconocida aunque quizás relacionada con su valiente actuación en el sitio de San Sebastián durante la Guerra de la Independencia. Combatieron también en Roliça, Vimiera, La Coruña, Busaco, Salamanca, Vitoria y San Sebastián. Los Holy Boys fueron los la últimos británicos en abandonar La Coruña en 1809 y a ellos se le encomendó el entierro de sir John Moore. Este fúnebre y honorable deber les otorgó el derecho a llevar una banda o línea negra en sus cordones. Después, entre otros destinos, el 9º Regimiento de Norfolk sirvió en Sebastopol, en la campaña afgana de 1870-80 -en la que también estuvo y fue herido honrosamente el doctor Watson-, en la Guerra de los Boers  y, por supuesto, en las dos guerras mundiales, además de intervenir en Corea y Chipre.

* Datos sobre este regimiento en Reginald Hodder, British regiments at the front. The story of their battle honours, Hodder and Stoughton, 1914.

miércoles, 20 de agosto de 2014

TAUROMAQUIA FIN DE SIGLO EN SAN SEBASTIÁN

Días de esplendor y toros en San Sebastián. Según La Época del 18 de agosto de 1892, con motivo de las ferias y durante dos días, llegaron a la ciudad más de 15.000 forasteros. Los trenes desde Tolosa iban completos y en el Hotel de Londres se sirvieron más de 800 almuerzos extraordinarios. Animación absoluta. Fueron muy numerosos los visitantes franceses, más incluso que en otros años. En algunas corridas la fuerza pública detuvo a varios asistentes por lanzar botellas al ruedo. Es evidente que no eran aficionados sino espectadores incívicos. Un detalle fin de siglo: la duquesa de Rochefoucauld llegó desde París para asistir a los festejos taurinos. 

jueves, 14 de agosto de 2014

LA SED DEL SOLDADO

En los inviernos las vigilias heladas y en los veranos caminatas por baldíos y otros despoblados. Lo mejor era salir a punta de día, decía el conde de Montemar, y amanecer con Dios. Y para la sed: "Si sobre la marcha se encontraren algunas fuentes, particularmente en verano, hará un poco de alto el Batallón para dejar beber a los soldados, mandándoles llenen sus botas, o calabazas para el además camino; y si tuvieran noticia que en toda la marcha no hay agua, deberán hacer la prevención dicha antes de salir del lugar donde han hecho noche".

Conde de Montemar, Avisos militares, 1718, Imprenta de Pedro Marín, Madrid 1773.