martes, 23 de junio de 2020

SOBRE TRUCHAS Y BARBOS.

El caballero portugués Bartolomé Pinheiro da Veiga, estuvo en Valladolid en tiempos de Felipe III, cuando esta ciudad fue Corte. Don Pascual de Gayangos publicó en la Revista de España las notas que tomó de su estancia allí*. Llamó mucho la atención de Pinheiro la gran cantidad de truchas que, procedentes de Burgos y de Medina de Rioseco, se consumían en Valladolid. Decía: “nunca llegué yo a comprender, ni se puede concebir, como en ciertos días, la mitad de la población las come y se alimenta casi exclusivamente de ellas, como si fueran pescado de mar.” Algunas truchas pesaban varios arreldes, un arrelde equivalía a unos dos kilos, “y no pocas son espantables a la vista por lo crecidas”. Menciona un ejemplar que regaló el duque de Lerma a los frailes de San Pablo que, servida en un gran tablero, dio para que comiesen ochenta frailes. Muchos parecen. También menciona el viajero portugués la afición a los barbos que podían ser, algunos buenos ejemplares, de tres o cuatro arreldes. Tengo noticia, por otra parte, de que los barbos se servían fritos con tocino y picatostes de pan. A rodajas, si era lo suficientemente grande. También, en el siglo XVI, preparaban el barbo, en especial si estaba fresco, cocido en vino tinto y algo de vinagre, pimienta, nuez moscada, sal y manteca de vaca fresca. Se acompañaba con rebanadas de pan tostado. Cuando mejor calidad tenían, según decían, era por mayo.
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*He utilizado la recopilación de García Mercadal sobre viajes por España.

martes, 9 de junio de 2020

LA DUQUESA DE CHEVREUSE LLEGA A MADRID


El 30 de noviembre de 1637 la duquesa de Chevreuse, gran conspiradora y después frondeuse, llegó a la Corte de España. Fue hospedada y regalada, dice el autor de unos avisos*, por los marqueses de los Vélez. El seis de diciembre se presentó en Madrid de manera pública y todos se lanzaron a las calles para verla. Fue un acontecimiento memorable y de mucho lucimiento, "saliéndola a recibir toda la nobleza y despoblándose Madrid para verla entrar y aun Sus Majestades vieron la entrada por unas celosías que pusieron en unas puertas del Buen Retiro". El vecindario, todo alborozado y soliviantado. Fue acompañada por grandes y títulos de Castilla como el Almirante, el Condestable, los duques de Híjar, Villahermosa, Alburquerque, Pastrana y Peñaranda, además de los condes de Alba, Veragua y Santa Cruz. Muchos más títulos y caballeros escoltaron el coche donde la de Chevreuse viajaba con las marquesas de Mirabel y de las Navas y la condesa de Santisteban. Iba, según testigos, "ella muy bizarra, despechugada y desenfadada". Hubo, en medio de esta alegría de vivir, un tráfico de coches nunca visto. No es verdad que el Barroco español fuese siembre triste, entre calaveras y mortajas. Aquí, cuando nos lo proponíamos, sabíamos quedar mejor que nadie en el mundo. Sobra decir que, según el cronista, la duquesa de Chevreuse, era del agrado general. El retrato, sin ofender a nadie, nos presenta a una belleza discreta pero no a una mujer de rompe y rasga. Al natural, lo tengo por seguro, tuvo que ganar mucho ante los españoles del XVII. 
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*Lo entrecomillado es recogido por Rodríguez Villa en La Corte y la Monarquía de España en los años de 1636 y 1637, Madrid 1886.

lunes, 8 de junio de 2020

SOBRE HUERTAS Y HORTELANOS

Recientemente he publicado en Zibaldone, de The Objective, un artículo que habla de huertas antiguas -y no tan antiguas- y de hortelanos. Creo que puede ser del interés de los ilustrados lectores de Retablo de la Vida Antigua que, por lo general, han tenido siempre un probado interés por el campo. Aparecen algunos datos sobre utillaje agrícola, variedades de frutas y aspectos relativos a las labores que se hacían en las huertas. 
Aquí está el enlace:
https://theobjective.com/elsubjetivo/elogio-de-huertas-y-hortelanos/