La biografía de don Jerónimo de Barrionuevo nos parece, con razón, extraordinaria. Vidas como la suya, sin embargo, no eran muy infrecuentes entre los hombres de su tiempo. Muchas veces he encontrado, en mis estudios sobre el siglo XVII, personajes que llevaban -ya en la madurez- existencias discretas, oscuras incluso, y que contaban con un pasado épico, vivencias terribles y recuerdos de riesgos y venturas. De los lances de capa y espada pasaban, llegado el momento, a la vida rutinaria y sosegada sin mayores novedades. Tras el batir del tambor tocaba el rumor del cabildo catedralicio, la regiduría de aldea o el administrar una pasable rentilla. España fue una gran potencia por saber criar a personajes de este tipo. Cuando empezaron a faltar vino a perderse todo. En Ambos Mundos escribo sobre don Jerónimo de Barrionuevo, tesorero de la Iglesia de Sigüenza, soldado viejo y hombre siempre bien informado.