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Mostrando entradas de septiembre, 2011

ARCANOS DE LA MECÁNICA Y DEL TIEMPO

Los relojes mecánicos fueron, en opinión de Ernst Jünger un invento más revolucionario que la pólvora, la imprenta o la máquina de vapor. Crearon el tiempo artificial o abstracto en contraposición al vivido de acuerdo con las estaciones y los trabajos del campo. No sin lentitud, los relojes se impusieron de forma inexorable en la vida cotidiana.  Don Manuel del Río, autor de la obra Arte de reloxes de ruedas, para torre, sala, y faltriquera, ya en el siglo XVIII, afirmaba: "España está llena de reloxes". Aunque estaba todavía marcado por lo sagrado, las horas canónicas, el santoral y el año litúrgico, la secularización del tiempo había dado su primer paso. Pero, claro está, los relojes eran máquinas complicadas. Se desajustaban, se descomponían y se rompían con frecuencia. Tras estas contrariedades estaba la mano inexperta de los sacristanes o el simple uso diario. A veces se recurría, para su reparación, a arcabuceros y cerrajeros, expertos en mecanismos de cierta comple...

GUANTES DEL SIGLO XVII

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No eran los guantes prenda rústica. Había que saber llevarlos, con gracia y cortesía. Recuerda Baltasar Porreño un hecho de Felipe II: "Entró a hablar a Su Magestad un Caballero, y hizo su razonamiento con un guante calzado en la mano; oyóle el Prudente Rey, y le dixo: Quitaos el guante, y venidme a hablar mañana". No podía sufrir Don Felipe, al que Dios tenga en su Gloria, tales llanezas. Y tenía razón. Veamos los precios de distintos tipos de guantes por los años en que se ganó Breda: los de cabritilla de Valencia, aderezados con almizcle costaban unos tres reales. Los blancos adobados con jazmín, dos reales y medio. Si llevaban cintas éstas se pagaban aparte. Más o menos lo que un jornal. Para aderezar los guantes se vendían unos polvillos de ámbar, almizcle, algalia y aguas de olores "fundados sobre flores", a diez reales la onza y a 26 maravedíes el adarme.

POBREZA Y RIQUEZA SEGÚN FEIJOO

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Se puede elegir la pobreza. La que lleva a la santidad es la más alta. Es, por ejemplo, la pobreza franciscana. Otra, también buscada y elegida, aunque de rango inferior,  procede del desengaño y del desdén. Suele estar unida a la soledad. A veces es noble aunque también puede proceder del resentimiento.Y de aquí no puede derivarse virtud alguna. Para la mayoría de los mortales la pobreza no es buena.  Fray Benito Jerónimo Feijoo  tenía razón: "Declamen los Filósofos cuanto quieran contra los vicios que resultan de la riqueza, o superfluidad de los bienes temporales. Yo estoy, y estaré siempre, en que son mucho más frecuentes los que provienen de la falta de lo necesario". Esto lo decía en 1750 y sabía de lo que hablaba.

LA CAPA DE LOS ESPAÑOLES

Dejó escrito Ángel Ganivet a finales del XIX: "no hay prenda más individualista ni más difícil de llevar que la capa" y sobre todo "cuando es de paño recio y larga hasta los pies". Ricardo Palma en sus Tradiciones peruanas afirma: "Sabido es que, así como en nuestros días ningún hombre que en algo se estima sale a la calle en mangas de camisa, así en los tiempos antiguos nadie que aspirase a ser tenido por decente osaba presentarse en la vía pública sin la respectiva capa. Hiciese frío o calor, el español antiguo y la capa andaban en consorcio, tanto en el paseo y en el banquete cuanto en la fiesta de la iglesia". Llega a considerar dicho autor que el decreto de 1822, por el que se prohibía a los españoles el uso de la capa, tuvo el mismo valor que una victoria en el campo de batalla pues "abolida la capa desaparecía España". Antes, los ilustrados trataron de recortarla y prohibir la libre circulación de los embozados. Recuérdese la impopular di...

PUEDE MUCHO EL DINERO

El uso del dinero tuvo una expansión espectacular en la España de los siglos XVI y XVII. Las remesas de metales preciosos y, después, las reiteradas acuñaciones de vellón aumentaron a gran escala la moneda circulante. Incluso en las aldeas más perdidas se pagaba  y se compraba con dinero. Los arrendamientos ya no se percibían sólo en fanegas de cereal y pares de gallinas. Los pagos en especie retrocedían ante los efectuados en moneda de mejor o peor ley. Las dotes se cuantificaban en miles de ducados y se fundaban mayorazgos, patronatos y capellanías con bienes inmuebles valorados en dinero, hasta el último maravedí, ante el correspondiente escribano.    Tanto dinero en danza provocó el aumento de los precios y de los salarios. La inflación comenzó a formar parte de la vida de la gente de aquel tiempo. Los españoles se endeudaron. Los particulares pedían préstamos a otros e imponían cargas o censos sobre sus bienes. Daba igual si eran nobles o llanos.  Se end...

ESPAÑOLES EN JUTLANDIA

En 1807, como consecuencia de la alianza vigente con Francia, fue enviada a Dinamarca una fuerza militar española, formada por 15.000 hombres y al mando del marqués de la Romana. La presencia de los españoles en Jutlandia, Fionia y otras islas danesas fue recordada durante años por sus habitantes. Al principio fueron recibidos con desconfianza. La gente huía de la presencia de unos soldados llegados del sur, de aire goyesco y hablar recio. Sin embargo su disciplina, el buen trato y, sobre todo, su devoción religiosa contribuyeron a ahuyentar muchos temores. Y, según parece, se portaron ejemplarmente con los daneses. Impresionaba a los naturales, en especial, la marcialidad y el recogimiento que demostraban en la misa del domingo. Y la solemnidad del timbalero de un regimiento acantonado en Randers, montado sobre un gran caballo blanco. Los españoles liaban y fumaban constantemente cigarros cuyas colillas lanzaban, con despreocupación, al suelo y eran recogidas, con santa paciencia, por...