LA MUERTE MEDIEVAL DEL REY DON FERNANDO
Fernando Magno, rey de León, se sintió morir, cuando guerreaba en Valencia en el otoño de 1065. Decidió que era hora de volver a León. Tras un largo viaje en el invierno medieval, llegó el veinticuatro de diciembre de ese año. No lo esperaban palacios ni campamentos sino la sepultura. Esa nochebuena estuvo la iglesia de San Isidoro iluminada por candelas, oraciones, cánticos y solemnidades mozárabes. Amaneció el día de Navidad, el Rey oyó misa y comulgó en las dos especies, como hacían los seglares del siglo XII. En brazos de sus fieles, volvió a palacio. Los que poco tiempo antes meneaban las armas y vestían lorigas llevaban a su Rey, muriéndose a chorros, ligero como pavesa al viento. Durante los dos días siguientes, Don Fernando se preparó a bien morir. El tránsito debía hacerse de manera pública, serenamente, sin veladuras, improvisaciones ni ocultaciones, ante todos. Así era la muerte medieval Así era la muerte medieval y así ha sido hasta no hace tanto. Volvió el Rey ...