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Mostrando entradas de marzo, 2018

EL CULTO A LA AGONÍA DE LA MADRE (UNAMUNO)

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“Hay en mi patria española, en mi pueblo español, pueblo agónico y polémico, un culto al Cristo agonizante; pero también le hay a la Virgen de los Dolores, a la Dolorosa, con su corazón atravesado por siete espadas. Que no es propiamente la Pietá italiana. No se rinde culto tanto al Hijo que yace muerto en el regazo de su Madre, cuanto a ésta, a la Virgen que agoniza de dolor con su Hijo entre los brazos. Es el culto a la agonía de la Madre.” Miguel de Unamuno, La agonía del Cristianismo , 1924.

SOBRE LAS PALMAS DEL DOMINGO DE RAMOS EN EL SIGLO XVII

En los libros de fábrica del archivo parroquial de Vilches, en la provincia de Jaén, consta el pago de las palmas para las procesiones del Domingo de Ramos . Se recogen dieciséis años, entre 1658 y 1694. El coste total fue de 898 reales. Las partidas corresponden a períodos de cuatro o cinco años, las más bajas fueron de 213 reales y las más elevadas llegaron a los 375. En resumen, unos 55 reales por año. No estaba mal ni era poco. Salvo en 1662, en estas partidas no se incluyen los ramos de olivo que quizás eran regalados por los labradores o cada uno lo aportaba por su cuenta.

BOTAS, ODRES Y BOTILLOS

La bota va y viene por el área de España y por los espacios de la Historia, decía Azorín, que escribió sobre curtidores, zurradores, guarnicioneros, talabarteros, boteros, odreros, guadamecileros y pellejeros. Gracias a sus páginas sabemos que los pellejos de mayor capacidad eran las odrinas y los de menos el botillo. Azorín encontraba esta explicación al uso y difusión de las botas, odres y demás: "España es un país quebrado, montuoso. Hay en España caminos reales, o carreteras, y hay caminos vecinales  y caminos de herradura. Por los de herradura sólo pueden transitar las caballerías aisladas o recuas. Oficio también nacional es el de recuero, trajinero o cosario. Ninguna vasija más apropiada para ser conducida a lomos de macho, por quebradas y puertos, por cotarros y caminejos torcidos y pedregosos que la vasija de cuero." Y sigue: "Quedamos, pues, en que la bota es utensilio eminentemente nacional. Se encuentra, como en su propia casa en mesones, paradores y vent...

LA MONTERA Y LAS ESTACIONES.

En el muy ilustrado blog Indumentaria y vida cotidiana en España , del que tanto aprendemos, consta que las monteras, con la que se cubrían las molleras nuestros antepasados, tenían la copa más o menos alta dependiendo de la estación. Nos preguntamos cuáles serían las medidas adecuadas, para no desentonar en estrados y paseos a partir de fechas como la de hoy, cuando entra la primavera. Respecto a esta prenda, en Jaén hay un dicho muy antiguo, que roza lo herético: “Cuando Jabalcuz trae montera llueve quiera Dios o no quiera”. Jabalcuz es un monte de unos 1.600 metros de altura, cercano a ciudad, y la gente antigua le daba el nombre de montera a los nubarrones que entraban por sus cumbres, procedentes del suroeste y cargados de aguas como las que diluvian sobre tan ilustre concejo. Desconozco si el Santo Oficio tomó alguna vez cartas en el asunto por la afirmación, casi herética, del refranillo. Por afirmaciones más moderadas se vieron algunos en un auto de fe.

LOS GUSANOS DE SEDA Y EL ORDEN DEL MUNDO

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Contemplar los gusanos de seda tenía algo de estampa del Japón: “En los que crían / gusanos de la seda / hay algo antiguo”. Lo escribió uno de sus poetas hace ya muchos siglos. Sin sospecharlo ni ser aficionados por entonces a japonismos, por San José, abríamos las cajas de cartón y con ceremonia desplegábamos un trapo. Y allí estaban, milagrosamente, recién nacidos, los gusanos de seda. Después venía su callado quehacer, hasta que labraban los capullos y se enclaustraban dentro para transmutarse, resplandecientes como resucitados, en modestas mariposas. Lo siguiente, entre las tareas que Dios les había encomendado desde el origen de los tiempos, era dejar segura a su futura descendencia y así, en la oscuridad de su recogimiento, contribuían a sostener el orden del mundo. 

DON CELESTINO VIAJA A INGLATERRA

Don Celestino del Piélago y Fernández de Castro era teniente coronel del cuerpo de Ingenieros en 1844. Fue enviado por el Gobierno a Francia, Inglaterra, Prusia y Bélgica. Debía obtener información sobre academias, acuartelamientos, arsenales, fortalezas y otros aspectos de la vida militar de esos países. Una vez de vuelta, publicó su Relación del viaje a Francia, el Rhin, la Bélgica e Inglaterra (Madrid, Imprenta Nacional, 1847) en la que dio cumplida cuenta de lo que había visto. Gran parte de sus observaciones –y que me abstendré de mencionar- son áridas y de carácter técnico. Otras, en cambio, tienen todos los rasgos propios de un libro de viajes. En esta breve incursión mencionaré algunas consideraciones que escribió sobre Inglaterra. Visitó, entre otros lugares, Woolwich, acompañado por el coronel Wylde, veterano de la primera guerra carlista. En su Academia de Artillería e Ingenieros -observó nuestro teniente coronel- los cadetes ingresaban a los quince años con su ejemplar de ...

MÁS SOBRE ARRIEROS

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Baile entremesado de los carreteros de don Juan de Matos (1608-1689) es un entremés del siglo XVII, hay una referencia a los de este oficio , indispensable para el mantenimiento de los abastos y comunicaciones. Un buen arriero debía ser hombre bragado, bregado y de recursos. Acaba con una advertencia: “nadie llegue à meterse / con los arrieros; / que son hombres que al diablo / se dan por tercios". El que aparece en la ilustración, vara en mano, es de finales del XVIII.