ESTO ES NADAR Y A LA ORILLA AHOGAR
Acababa el siglo XVII y mal estaba el Rey. A melancolías hipocondríacas atribuían sus achaques. Cavilaban los médicos de la Corte y venga pergeñar remedios para el estragado Don Carlos, Rey de España, último de su esclarecido linaje. Le suministraban la cura ferruginosa, cuatro partes de agua de tal naturaleza y una de vino, y polvo de víboras a palo seco o en pollos cebados con tal sustancia, se le aplicaban cantáridas y exutorios y se rezaban plegarias por centenares. Tuvo el Rey cierta mejoría y fue a dar gracias a la Virgen de Atocha, a la que recurría la Familia Real cuando había achaques de mala salud o aprietos en las batallas. Se comentaba en toda la Monarquía, con moderado júbilo, la noticia y hacían tertulia en Córdoba don Francisco de Argote, veinticuatro y alguacil mayor de dicha ciudad, el Padre Rocha, trinitario, y el dominico Francisco de Posadas. Éste era hombre de carácter, conocedor del dolor humano pues asistió, con mucho mérito, a los desgraciados que cumplían condena en las minas de Almadén y tenía la rara facultad de presagiar la muerte de algunos. Así a la noticia del restablecimiento de Carlos II dijo "esto es nadar y a la orilla ahogar. Vivirá el Rey dos años con poca diferencia. La lástima es lo que moverá". Y así fue. Moriría el el Rey y después vino la guerra por la Corona de España.
Retablo de la Vida Antigua se une, con este trabajillo, a la conmemoración del nacimiento de Carlos II realizada por la feliz iniciativa del blog Reinado de Carlos II.
Retablo de la Vida Antigua se une, con este trabajillo, a la conmemoración del nacimiento de Carlos II realizada por la feliz iniciativa del blog Reinado de Carlos II.
Excelente aporte para un día tan especial como el de hoy.
ResponderEliminarUn abrazo
Allí andaban como buitres prestos en Europa a lanzarse sobre los restos del imperio español.
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha encantado tu entrada amigo Retablo. Refleja a la perfección el sufrimiento del Rey en esos sus últimos momentos a manos de los matasanos y galenos de la época. Buena vista tenía el dominico.
ResponderEliminarUn regio saludo.
Lo que no sé es cómo no lo mataron antes, con esos remedios que no cesaban de darle. Tal vez hubiera vivido más y mejor sin ellos.
ResponderEliminarFeliz domingo
Bisous
¡Vaya con el dominico!
ResponderEliminarMuchas gracias Senovilla. Reciba usted otro abrazo.
ResponderEliminarImagine usted las conversaciones sobre la razón de estado, testamentos y alianzas entre esos personajes con peluca y a la luz de las velas.
ResponderEliminarSaludos don Cayetano.
El dominico no tuvo tanto mérito en esta profecía. Que el estado del Rey era fatal era evidente y que, después de su final venían guerras sería algo muy comentado en distintos círculos.
ResponderEliminarY muchas gracias don Carolus. Enhorabuena por su iniciativa en esta conmemoración.
Razón tiene usted Dame Masquée. Con esos remedios lo extraño es que aguantase tanto tiempo, en efecto.
ResponderEliminarMis saludos.
Era un tanto agorero.
ResponderEliminarMis saludos señor Dissortat.
Este dominico era un visionario, acertó en su predicción. El rey vivió dos años más y su muerte movió a los aguiluchos a lanzarse sobre su presa, en este caso la corona española.
ResponderEliminarFeliz semana
Pobre carlos II a cuántos potingues y brebajes se sometía para engendrar hijos y salir de sus enfermedades. Su muerte movió a los aguiluchos a lanzarse sobre su presa, es decir, sobre la decadente corona española.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana
Bien lo expresa usted doña Magnolia. Lacerado monarca, desgraciado a pesar de la realeza.
ResponderEliminarReciba usted mis saludos más agradecidos.
Terrible acierto: la Guerra de Sucesión. Nada más y nada menos que 14 años de guerra civil en España y en los campos de Europa. Lo pero es que desde aquella guerra surgieron recelos de nacionalistas del reino de Aragón hasta hoy.
ResponderEliminarSaludos.
Y no le faltaba razón al avispado clérigo. Seguro que este pensamiento, de todos modos, ya pululaba en las cabezas de muchos súbditos...
ResponderEliminarSaludos
El pobre Carlos II no tenía remedio, pero es indiscutible que un bebedizo con cierta proporción de vino algo animaría. Excelente, señor del Retablo, con su habitual maestría. Un saludo.
ResponderEliminarLo que hubo de sufrir el pobre Carlos con la cantidad de potingues que le debieron administrar desde su nacimiento y medio mundo atento a su salud.
ResponderEliminarSaludos.
Y lo que resulta increíble, don Juan, es que España se recobrase durante el siglo XVIII y recuperase rango de gran potencia.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
El panorama, sombrío sin duda, se veía venir doña Carmen.Usted bien ha demostrado en su entrada como circulaban las ideas y las noticias.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Pero debía de saber a demonios. El más modesto vino de cartón sería un gran reserva, comparado con el brebaje que le preparaban a Carlos II. Y no digamos los pollos rellenos de polvo de víboras. Vaya golosina.
ResponderEliminarSaludos y muchas gracias don DLT.
Estaría hasta la coronilla de remedios, de sangrías,de apaños. Arcadas debía de tener cada vez que se acercaban a su real persona con tales mixturas.
ResponderEliminarSaludos don Eduardo.
No sé si merecía la pena vivir con esos supuestos remedios y sorprendente el poder adivinatorio del fraile dominico.
ResponderEliminarOriginal entrada.
Un saludo.
Con un lenguaje muy de la época, reflejas muy bien ese espejismo de la mejoría del hechizado, tras los potingues tan deleznables que le suministraban, pero a un hombre experto en males, sabía que era pan para hoy y hambre para mañana. Gran entrada, Retablo. Felicidades.
ResponderEliminarEse don de la profecía se atribuía con frecuencia a santos o a personajes tenidos por tales.
ResponderEliminarMis saludos señor de Valverde.
Muchas gracias señor Hidalgo.Y ¡pobre Carlos II!.
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