POR UNA JÍCARA DE CHOCOLATE
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"Predicó en San Gil al Consejo Real un fraile descalzo y dijo que había llegado a sus pies un penitente que mezclaba el chocolate con tierra de difuntos, que lo engrasaba mucho y hacía muy bueno, y que con esto lo vendía a muy subido precio". Pasó este suceso, contado por Barrionuevo, en el Madrid de 1657. Arcadas aparte, este producto fue adulterado con las más diversas sustancias y se le añadían propinas como pan rallado, harina de maíz y corteza seca de naranja, práctica que era perseguida por la Justicia del Rey y los veedores municipales con desigual fortuna. Se agasajaba a los más altos personajes con chocolate, en especial con las cajas de Guajaca, procedentes de Guatemala, que también eran objeto de falsificaciones para perjuicio de cándidos. El duque de Alburquerque, virrey de Nueva España entre 1653 y 1660, regaló a distintos consejeros y señores 16.000 libras de chocolate a razón de dos reales de a ocho por libra. No se contaban en esta partida las 8.000 lib...