POBRES VERGONZANTES O MORIRSE ENTRE CUATRO PAREDES

El pobre vergonzante es, según el Diccionario de Autoridades (1737) "la persona, que por su calidad y obligaciones no puede pedir limosna de puerta en puerta: y lo hace de modo que sea con el mayor secreto possible". Pérez de Herrera en su Amparo de pobres decía, a finales del siglo XVI, que esta pobretería, movida por una necesidad extrema, llegaba a abandonar sus lugares de origen e iba por otras tierras en busca de limosna "porque en las suyas tendrán algunos verguença de andar mendigando , y antes se dexaran morir que pedirlo, por lo poder ganar por sus inutilidades y serían muy afrentados y vituperados de sus deudos, pareciendioles que los deshonran en mendigar por sus puertas" y, además, "por ser honrados, y averse visto en algún descanso y bien, no quieren descubrir sus necesidades, mendigando de puerta en puerta, que son en mucho número, y de gran necesidad, muy dignos de ser socorridos". Estos pobres vergonzantes le quitaban el sueño al obispo de Jaén, don Sancho Dávila, en aquel año de hambres que fue el de 1604. A inicios del siglo XX poco o nada había cambiado la mentalidad de los españoles en cuestiones de pobreza y orgullo, pues Francisco García Molinas definió en 1916 al pobre de solemnidad, aunque en realidad se refiere al vergonzante, como “aquel que, teniendo poquísimo o nada para vivir, no se atreve, sin embargo, a salir a la calle a pedir limosna, desconfiando de conseguirla; y después de empeñadas sus ropas, sus alhajas, si las tuvo, y todo su ajuar, consiente morirse, entre cuatro paredes, de hambre y de frío, a tender la mano a la caridad pública”.

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