MENUDENCIAS DEL SANTO OFICIO
No todo eran grandes autos de fe y condenados a la hoguera. El Santo Oficio tenía que resolver, con frecuencia, casos de poca monta originados por opiniones y afirmaciones arriesgadas, formuladas por gente corriente, que podían considerarse heréticas. En estos casos, las penas impuestas por los inquisidores solían ser leves, aunque con dolorosas consecuencias, y consistían en penas de destierro, cárcel, multas y azotes. En ocasiones, todo acababa con una reprensión y con el miedo metido en el cuerpo de por vida. Cabe pensar que, en la mayoría de los casos, se trataba de afirmaciones pronunciadas a la ligera, de manera temeraria y ante un público impresionable y no siempre bien intencionado. El Santo Oficio, sin embargo, hilaba fino en estas cuestiones pues, como bien indica Julio Caro Baroja, en el siglo XVI no era necesario haber leído o tener noticia de Lutero para opinar igual que él, en ciertos aspectos, y había que evitar la normalización de tales opiniones en el ámbito cotidiano....