jueves, 27 de octubre de 2022

EL CHOCOLATE DE LOS ABSOLUTISTAS.

Hubo un tiempo, en el siglo XIX, en el que los partidarios del chocolate se batieron con los del café y el té. Lo explica muy bien Antonio Bonet Correa en Los cafés históricos, un interesante libro publicado en 2012. Según este autor, el chocolate representaba la España tradicional y castiza; el café y el té, en cambio, a los modernos y a los liberales. Cita al costumbrista Antonio Flores que consideraba al chocolate como "un brebaje absolutista, enemigo de las luces y de la civilización" que, ya con el liberalismo triunfante, tenía sus últimos reductos en los conventos las casas de los carlistas. Cosa de reaccionarios. El té, como algo moderno y como muestra de cierta anglofilia, fue muy del gusto de los de la Institución Libre de Enseñanza, Así consta en el estudio realizado por José María Marco sobre Francisco Giner de los Ríos, donde aparece el té como bebida permitida y bien considerada en la Residencia de Estudiantes.

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