Se llamaba don Luis Fernández. Ejerció el oficio de visitador general de tintes del Reino cuando acababa el Antiguo Régimen. Inició su tarea cuando reinaba la devota, ilustrada y cazadora majestad de Carlos III, padre de sus pueblos. Supongo que las obligaciones de este oficio, consistirían en fiscalizar y contrastar la calidad de los tintes para evitar fraudes y desengaños. Nada más dieciochesco y de mayor utilidad pública. Los tintes, antes de que los químicos alemanes democratizasen las posibilidad de vestir ropas de colores, eran caros y escasos, frecuentemente de origen exótico. Me pregunto si el colorido de majas, currutacos y chisperos goyescos debió algo al rigor y a los desvelos de nuestro visitador. Tenía que saber mucho del añil, del índigo, la grana o la cochinilla. Vivió don Luis cuatro reinados -no cuento el del Intruso-, sobrevivió a la guerra y quizás admiró secretamente los colores de coraceros, dragones y mamelucos. En aquellos días de revoluciones y reacciones, abrazó convencido la causa absolutista. Sentó plaza, de los primeros y a pesar de su edad, como voluntario realista. Le hizo gracia el gesto a Fernando VII, al que le gustaban estos detalles. En 1824, cuando la persecución a los liberales arreciaba, le concedió 12.000 reales para que encargase un uniforme de granadero “para estímulo de unos y confusión de otros”. Con los mejores tintes, por supuesto.
Muy seguro que Fernández vendría a Béjar a visitar los Tintes del Duque. No en vano la Casa de Zúñiga monopolizaba el tintado de los paños, en una villa dedicada a las manufacturas textiles.
ResponderEliminarUn saludo
Un sector clave en la economía local, sin duda.
EliminarUn saludo también para usted. Y muchas gracias.
Fascinante.
ResponderEliminarAdmirable la delicadeza y sugestión con la que rescatas, querido amigo, estos trozos de vida española.
En la línea de la mejor tradición histórica (Carande, Albornoz) y literaria (Cela, Delibes) nacional.
Me quito el sombrero
Un abrazo.
Se lo agradezco, pero ¡ ya quisiera yo escribir así!.
ResponderEliminarOtro abrazo,