CARABINAZOS
Es probable que una estocada bien tirada fuese más de temer que un carabinazo. Según los estudiosos de cuestiones militares, en tiempos de Napoleón uno de cada seis cartuchos era defectuoso. Si había demasiada humedad aumentaba la proporción y una cuarta parte de la munición resultaba inútil. Igual pasaba con pistolas y fusiles en combates prolongados. Además, a unos cien metros las posibilidades de marrar el tiro ascendían a un 95 %. Más limitada todavía era la eficacia de las armas de fuego en el siglo XVII. Otra cosa ocurría, como es natural, con los disparos a bocajarro. El carabinazo era, en el siglo de Lope, Velázquez y Calderón, un recurso muy al uso y muy del gusto para aquellos españoles de poca paciencia, para resolver asuntos particulares, cuadrar cuentas con recaudadores de millones, entrevistarse con alguaciles, alejar y no alojar compañías de soldados de los pueblos, espantar rebaños, vengar impertinencias, establecer equitativos turnos de riego, de...