Cuaderno sobre las vidas, costumbres y mentalidades de los españoles de ayer. Escrito por Ángel Aponte Marín
domingo, 14 de agosto de 2016
MUERTE DE NUESTRA TRISTEZA
De nuestra noche candela, / de nuestras cuitas abrigo, / de nuestra virtud escuela, / de nuestras gracias espuela, / freno de nuestro enemigo, / muerte de nuestra tristeza, / vida de nuestros plazeres, / arca de nuestra riqueza, / fuerça de nuestra flaqueza, / corona de las mugeres.
("Loa a Nuestra Señora en comienço de la Istoria", en las Coplas de Vita Christi, de fray Íñigo de Mendoza, franciscano, limosnero de Reina Isabel)
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¡Que hermosura de texto, todo un tesoro de la Divinidad!. La mejor candela, la bondadosa llama del corazón que ilumina desde la Tierra hacia el Cielo y éste nos la devuelve. El corazón unido al sencillo y hermoso intelecto abrigan dando la mejor de las fuerzas, la dulzura...mejor freno del enemigo imposible. Y que sea la muerte de nuestra tristeza, que quede claro, por eso hay que recordar estos textos llenos de sabiduría y amor, que dan Vida...porque Dios quiere Vida, armonía, orden, claridad, lo contrario no es ni correcto ni recto.
ResponderEliminarLa mejor riqueza sentir la Divinidad. Y por supuesto de " nuestras Gracias, espuelas", sin dudarlo.
A la Madonna María hay que agradecerle mucho. Exquisito texto, muy inspirador, Gracias por dejarlo expuesto, sabe Usted magistralmente elegir, pocas personas así hoy en día, que sepan elegir acertadamente y con tanta belleza e inteligencia.
Saludos Cordiales. Teresa.
A fray Íñigo de Mendoza corresponde el mérito. Y a usted por su reflexión, de tanta hondura y elegancia. El poema, sin perjuicio de su enérgica alegría, está escrito en un tiempo de grandes tribulaciones. Bien está poder leerlo y recordarlo cuando todo es sombrío e incierto. Ya sabe, Teresa, que en Retablo de la Vida Antigua siempre se honrará a Nuestra Señora.
EliminarSaludos cordiales también para usted.
La cara de tristeza de la Virgen es conmovedora.
ResponderEliminarPor la vestimenta el grabado corresponde, más o menos, a la cuarta década del siglo XV. Me encanta.
Un abrazo, don Ángel.
Gracias a usted por sus valiosas precisiones. La tristeza fue muy del final de la Edad Media.
ResponderEliminarOtro abrazo, doña Consuelo.