ERMITAÑO Y APICULTOR
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Escribe Ignacio Peyró sobre la frecuente afición a la apicultura entre pacíficos párrocos de pueblo. Yo conozco un caso que puede confirmar esta afirmación, aunque no se trate de un cura sino de un ermitaño. Se llamaba Antonio El Pecador y vivió en los tiempos de Felipe IV y Carlos II. Regentaba el santuario de la Virgen de Zocueca, entre Bailén y Guarromán, a un paso de Sierra Morena, tierra de jarales y encinas. Además de atender las tareas propias de su ministerio. era propietario de veintidós colmenas. Imagino que estarían confeccionadas con grandes cortezones de corcho, como las que yo, tantas veces, pude ver en la dehesa de mi abuelo. Antonio El Pecador las menciona en su testamento, otorgado en 1676. También contó al escribano que tenía una azada. Vida de pobreza y, quizás, venturosa.