LA SEMANA SANTA DE FERNANDO VII
Fernando VII era católico, como todos los españoles, pero sin grandes efusiones de devoción. La reina doña Josefa Amalia de Sajonia, jovencísima, recién llegada de un convento alemán, hizo todo lo posible por avivar -sin demasiados progresos- la convencional religiosidad del monarca. Muerta la Reina en 1829, con unos veintiséis años, Don Fernando afirmó rotundo:"¡no más rosarios!". Casó después con Doña María Cristina, de genio más alegre, pero el Rey no aligeró demasiado sus obligaciones religiosas. Lo demuestra su apretada agenda durante los días de Semana Santa según la Tabla de las festividades de la Real Capilla ( Madrid 1832). No convenía, por lo demás, mostrar ligerezas ante apostólicos y realistas, que acusaban al Rey de tolerante en exceso y, a los que le rodeaban, de criptoliberales. Don Fernando iniciaba la Cuaresma recibiendo la ceniza de manos de un prelado. Le acompañaban en la ceremonia Grandes, embajadores, el mayordomo mayor y el capitán de Guardia...