PULGAS PALACIEGAS
Pulgas, chinches, piojos, ratas y ratones -de los de verdad y no de los de Beatrix Potter- acompañaban la vida de nuestros tatarabuelos. Insectos, animalillos y demás sabandijas circulaban con impunidad y desvergüenza por palacios, casas burguesas y cuartos proletarios. El Diario de Madrid, de 14 de marzo de 1825, anunciaba la venta de una "estampa nueva que representa la caza del piojo, manifestada en varias figuras de diferentes edades, y forman un triángulo, todas en la actitud de espulgarse". Se aseguraba, para animar al potencial comprador: "este capricho es sumamente gracioso por estar todos a un mismo tiempo en la misma operación". Humor de otro tiempo. Podía adquirirse en el almacén de estampas de la calle Mayor de Madrid, "frente a la casa de Oñate", a dos reales en blanco y negro y a seis en color. En la primavera de 1851 hubo en Palacio una plaga de pulgas. Éstas no respetaban a nadie. Ni a la Reina que, como recoge Isabel Burdiel en su ...