ROQUE, APRENDIZ DE ARCABUCERO
Nació Roque hacia 1642. Era hijo de Francisco Muñoz, de Jaén. En 1655, a los trece años, entró como aprendiz de arcabucero y cerrajero bajo el magisterio de Bartolomé Gutiérrez. Recién pasados los veinte, si mostraba formalidad y aplicación, sería oficial. Durante ocho años, el aprendiz recibiría alojamiento, vestido, calzado, médico y botica. Mientras, Roque, pícaro o cumplidor, estudiaría el arte de componer perrillos, percutores, ánimas y engranajes.También, si se daba el caso, de adobar cerraduras y relojes de iglesia. El día en que acabase su formación recibiría un traje nuevo compuesto por ferreruelo, ropilla, calzones de paño dieciocheno de la tierra, jubón de bombas, medias de estambre, camisa de tiradizo, pretina y zapatos, además de su ropa ordinaria. El paño sería bien áspero, los zapatos un tanto tiesos, hasta que estuviesen domados, pero el jubón de bombas, creo yo, le daría a Roque formalidad y buen porte. No debía de ser cualquier cosa esa prenda. Algunos añadían, en el obsequio, daga y espada para pasear la calle. Ser artífice de arcabuces, hay que reconocerlo, era además ser un poco soldado.
Sobre el contrato de aprendizaje de Roque: Archivo Histórico Provincial de Jaén, legajo 1.527, folio 115
Sobre el contrato de aprendizaje de Roque: Archivo Histórico Provincial de Jaén, legajo 1.527, folio 115
Los contratos de aprendizaje son todo un mundo y bien curioso, por cierto. En ellos se establecen cosas que, con nuestra mentalidad moderna, llaman nuestra atención. Por ejemplo, el tema de la asistencia sanitaria al aprendiz por parte del maestro pero sólo durante un tiempo determinado. Si la enfermedad duraba más tiempo, el maestro no se hacía cargo. Y no hay que olvidar que se pagaba a los talleres por aceptar a los jóvenes como aprendices.
ResponderEliminarUn saludo e interesante reseña.
De acuerdo en todo lo que usted afirma, Anónimo Castellano. Era una relación laboral y clientelar, marcada por una serie de condicionantes difíciles de entender para los que desconocen el Antiguo Régimen.
ResponderEliminarMis saludos y muchas gracias por su cortesía.
Sí que se ve que iría como un pincel, el tal Roque. Sin duda merecería la pena su esfuerzo de ocho años para convertirse en algo parecido, como usted bien dice, a un soldado.
ResponderEliminarSaludos
Esto es un excursus, amigo:
ResponderEliminarEn Anónimo Castellano te hemos nominado para el Liebster Award, pero no hemos encontrado un mail personal donde dirigirnos, así que te dejo aquí el enlace para que lo leas.
http://asociacionacastellano.blogspot.com.es/2013/04/liebster-awards.html
Un abrazo fuerte y felicidades. Te lo mereces.
Con esa facha imagino que no se pasaearían tantos por las calles. Sólo por eso, un techo y un pan y un queso al día cualquier mozo de entonces se daría por cumplidamente satisfecho.
ResponderEliminarUn saludo
Arreglar armas de fuego y relojes de iglesia al mismo tiempo es cosa curiosa.
ResponderEliminarSiempre se descubren en su escritos aspectos insólitos de la vida antigua.
un saludo.
Roque iría muy ufano. Bien satisfecho. Si fue buen o mal oficial es algo que nunca podremos saber. O al menos eso creo.
ResponderEliminarGracias señor de Dissortat.
Quedo profundamente agradecido por su concedion. Más todavía viniendo de ustedes.
ResponderEliminarReciban ustedes mis saludos.
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ResponderEliminarDesde luego. Sin embargo tampoco Debía de ser tan raro que un artesano tuviese, alguna vez en su vida, algún dispendio para mayor lustre personal.
ResponderEliminarSaludos doña Carmen.
Era, como es obvio, por la dificultad de los mecanismos. Muchas gracias señor DLT.
ResponderEliminarSupongo que ser aprendiz equivaldría a nuestra Formación Profesional.
ResponderEliminarUna entrada muy curiosa, como todas las suyas.
Saludos
En cierta medida así era. Aunque la formación era controlada por gremios, cofradías o, simplemente, por los propios concejos.
ResponderEliminarMuchas gracias por sus palabras, doña Ambar.