LAS LLUVIAS DE 1626
Siempre se asocia el tiempo del siglo XVII a las sequías. Las hubo y muy severas. Pero también llovió lo suyo. En 1626, en particular, a raudales. El Guadalquivir se desbordó en Sevilla. Fue desastroso. Todos con el agua al cuello, en medio de los barrizales, rezando y lanzando juramentos a partes iguales. Se produjeron, además, situaciones de tono muy barroco. Recuerdan las crónicas: "todos los más conventos fueron anegados [...] y todo lo que estaba en baxa, alimentos y ornamentos se perdió y caieron muchos aposentos y paredes. Las bóbedas y sepulturas se hundieron, y muchos cuerpos anduvieron nadando". Esto último debía de ser causa de estupefacción. Y la gente asomada a ventanas, postigos y puentes ante tan fúnebre zarabanda.
Tomo la cita de Memorias de Sevilla, ed. F. Morales Padrón, Córdoba 1981
Tomo la cita de Memorias de Sevilla, ed. F. Morales Padrón, Córdoba 1981
Dantesco debió ser el paisaje, esa procesión de cuerpos emergiendo de las tumbas y pasando ante los ojos de la gente.
ResponderEliminarSiempre cuentas cosas curiosa que, al menos yo,desconozco.
un saludo
Las riadas, a las que tan acostumbrados estamos en La Ribera del Xúquer, son algo verdaderamente destructivo. Afortunadamente parece que nos vamos librando en las últimas dos décadas.
ResponderEliminarMacabra la imagen de los cuerpos arrastrados por las aguas.
Saludos.
A veces parece que el surrealismo se inventó por estos pagos en el siglo XVII.
ResponderEliminarSaludos doña Ambar.
Es macabra, en efecto, y con cierto aire de humor negro.
ResponderEliminarSaludos señor de Dissortat.
Desde el punto de vista contemporáneo lo que relatas es muy impactante. No obstante, imagino que todo desastre natural habrá sido visto con estupefacción independientemente de la época.
ResponderEliminarGracias por acercarnos a las fuentes de ese momento.
Un saludo.
Lo que se cuenta es un verdadero desastre natural. Ante esto es de suponer que en cualquier época el hombre ha sentido estupefacción.
ResponderEliminarNos ha encantado tu entrada. Gracias por acercarnos a las fuentes de la época.
Un saludo.
Un país el nuestro de contrastes, extremo en todos los sentidos, también en el climatológico. En algunos sitios sacan a la Virgen para que llueva. Ahora la sacan para que no llueva.
ResponderEliminarUn saludo.
Viene perfectamente a cuento lo de aquellas inundaciones, cuando media España sufre las está pasada por agua.
ResponderEliminarUn saludo.
La descripción que nos haces es sumamente sugerente. ¿No dió cuenta del suceso algún pintor o escritor de este nuestro Siglo de Oro tan fecundo?
ResponderEliminarUn saludo
Son cosas del clima de España. Sequedades, temporales y celliscas. Lo interesante es ver la manera de concebir el tiempo atmosférico.
ResponderEliminarSaludos,don Cayetano.
Para ellos los desastres naturales tenían un significado distinto al nuestro. Por una parte la posible interpretación sobrenatural, el desastre como señal del enojo de Dios. Por otra la dependencia del tiempo para las cosechas. La descripción de los féretros navegantes está escrita,en las fuentes, sin la menor ironía.
ResponderEliminarSaludos, Anónimo Castellano.
Tiene usted razón, DLT. Ahora parece que hay un respiro. Esto parece Inglaterra.
ResponderEliminarSaludos.
No tengo noticia de este suceso, aparte del texto que publico, de un memorialista.
ResponderEliminarSaludos, doña Carmen.