EL MALTÉS DE MADRID
En tres artesas tenían
cubiertos de sal y agua
á seis racionales cuerpos:
y mirando bien la cuadra,
encontraron otros seis
solamente las estatuas
arrimadas á un rincón
con una estera tapadas
Terrorifico. Allá vengan historias de Poe que en la Villa y Corte se hacían las cosas a lo grande. Así, por las buenas. Después los detenidos, sometidos al pertinente tormento y a fuerza de retorcer las mancuernas, confesaron. Dijeron que salaban los cadáveres de los pobres desgraciados que caían en sus manos. Así los tenían, durante cuatro o cinco días en salmuera, para evitar los malos olores para después tirarlos al río. Dieron relación de sus víctimas. Veintiséis nada menos, de distinta condición y edad. Los culpados fueron condenados a ser arrastrados por las calles, ahorcados y puestos sus cuartos en los caminos. Aunque el romance aparece publicado en 1858, la práctica del tormento judicial y la forma de ejecución de la pena capital nos hablan de un episodio -real, inventado o exagerado- nos sitúa en una época anterior a las reformas liberales.
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Por cierto, en una aventura de Sherlock Holmes - "La caja de cartón", The Strand Magazine, enero de 1893- una señora recibe, en su domicilio, un paquete con una oreja conservada en sal. El criado del maltés podría haber asesorado, con competencia indiscutible, al detective de Baker Street en cuestiones de esta naturaleza.
Conozco el romance gracias al libro de Julio Caro Baroja, Romances de ciego (1979). El pliego de cordel se editó en la imprenta de don José M. Moreno, calle Juan de la Cabra, número 4, de Carmona.
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Por cierto, en una aventura de Sherlock Holmes - "La caja de cartón", The Strand Magazine, enero de 1893- una señora recibe, en su domicilio, un paquete con una oreja conservada en sal. El criado del maltés podría haber asesorado, con competencia indiscutible, al detective de Baker Street en cuestiones de esta naturaleza.
Conozco el romance gracias al libro de Julio Caro Baroja, Romances de ciego (1979). El pliego de cordel se editó en la imprenta de don José M. Moreno, calle Juan de la Cabra, número 4, de Carmona.
¡Qué barbaridad! Lo que es capaz de hacer la gente por dinero...
ResponderEliminarSaludos.
Realmente terrorífico el romance del ciego.Pero lo cuentas con tanta gracia que ni siquiera produce miedo.
ResponderEliminarSaludos
La España profunda y macabra de hace tiempo.
ResponderEliminarUn romance muy "salado".
Saludos.
Y luego dicen que los asesinatos en serie son cosa de ahora, pero sólo hay que ver esta historia para convencerse de los contrario.
ResponderEliminarUn saludo
Siempre ha sido así. El ser humano es de cuidado. Sin perjuicio de que existan santos y tipos honrados.
ResponderEliminarSaludos señor de Dissortat.
Quiere uno pensar que el relato fue exagerado por los que vendían los pliegos. Si se piensa bien describe un panorama pavoroso.
ResponderEliminarSaludos doña Ambar
Esa era la España antigua. De la seguidilla a lo macabro.
ResponderEliminarSaludos don Cayetano.
La gente antes era tremenda. Bien lo sabemos los que hemos bregado en los archivos. No es que ahora la condición humana haya mejorado mucho pero lo de la Edad de Oro nunca me lo he creído.
ResponderEliminarSaludos doña Carmen.