LAS RATAS DE JULIO
Los veranos de siglos pasados estaban unidos a los más hediondos vapores procedentes de charcos, aguas corrompidas y macabras emanaciones de camposanto. Leo en unas anotaciones viejas que, en julio de 1702, se informó al gobierno municipal de Jaén del siguiente asunto: "en las carnicerías del señor San Francisco entraban asimismo las asaduras de dichas reses de que, por ser cosa tan delicada, se originaban mui malos olores por corromperse de que las carnes tomaban aquel mal olor". Al año siguiente se informaba además que en las mismas carnicerías solían quedarse muchos caballeros sin ración de dichos despojos al ser éstos "arrastrados y comidos [por] ratas". Muy difícil de sufrir debía de ser esto para que individuos tan endurecidos, jiferos y chulos del rastro, se espantasen. Las ratas, imagino, serían como liebres medianas, bien alimentadas, pardas, conocedoras de su terreno y capaces de amagar una tarascada al verse en apuros. Los mondongos, disputados con estac...