ARRIERÍA
Los caminos de España o el batallar de arrieros, recuas y mozos de mulas. Fue la arriería ocupación muy frecuente entre los moriscos. También eran célebres, en este útil oficio, los arrieros maragatos, de una formalidad de marca mayor en sus tratos, sin perjuicio de los de Arévalo y los de Ibros, éstos en el Reino de Jaén. Los arrieros transportaban mercancías, trajinaban con mercaderías de diversa naturaleza y llevaban, de unos sitios a otros, cargas, paquetes, equipajes, cartas, obsequios, documentos, dinero y noticias. Al igual que los carreteros tenían fama de juradores y mal hablados. Quevedo acompañó a Felipe IV en su viaje a Andalucía en 1624 y dio cuenta del trance pasado cerca de Linares cuando, empantanados y calados de arriba a abajo, "Oíanse lamentos de arrieros en pena, azotes y gritos de cocheros, maldiciones de caminante". Si se tenía la penosa obligación de viajar, pues muy pocos lo hacían por afición, era aconsejable concertar plaza con un arriero de confianza que pudiese aportar conversación, silencio cuando tocase estar callado y, por supuesto, protección. Eran conocedores de los caminos reales, las sendas y los atajos, peritos en franquear vados, diestros y siniestros en esgrimir vara y palo, amigos de talabarteros, capaces de calar al caminante desde lejos y de no dejarse engañar por los más taimados venteros. Los arrieros viejos eran archivos errantes de riadas, vivos recuerdos de puentes quebrados, de tormentas pavorosas, de lobos a la zaga y de ladrones emboscados.
En efecto, un oficio duro con fama de gente soez y mal hablada.
ResponderEliminarEl propio Quevedo, en un memorable soneto con el que arremete contra Góngora, califica al poeta cordobés de "docto en pullas, cual mozo de camino."
De la importancia de este oficio da cuenta el habla coloquial, donde quedó para siempre grabada la frase "arrieritos somos y en el camino nos encontraremos".
Un saludo.
Le agradezco mucho la cita de Quevedo, siempre envenenada cuando tenía como destinatario a Góngora, que es especialmente oportuna en el asunto que nos ocupa.
ResponderEliminarMis saludos don Cayetano.
Los arrieros de la Vía d ela Plata eran también muy conocidos por estos lares y más cuando empezaron a desarrollarse las manufacturas textiles en la villa. Su trabajo era fundamental para que llegaran las varas de paño a sus destinos, sobre todo a la Villa y Corte.
ResponderEliminarSaludos
Un oficio digno, lleno de peligros pero también de libertad. Recordando a Alberti y los carreteros: "Tienes cuatro mulas tordas y un caballo delantero...".
ResponderEliminarSu transmutación sería en los actuales camioneros.
Un cordial saludo.
Oficio muy duro, teniendo que sufrir estado de los caminos de aquellas épocas, tratar con animales, carros, venteros, clientes... No me extraña que tuvieran fama de lenguaje soez cuando tanto tenían que bregar.
ResponderEliminarUna entrada muy completa, siempre me han interesado los arrieros.
Un saludo.
Uf. Si ya me parece duro ser camionero hoy, no le quiero ni contar lo que me parecen los arrieros. Como para no jurar. Te los imaginas de barro hasta los ojos y sacando un carro adelante. Muy interesante, D. Retablo´.
ResponderEliminarNo cabe duda de su importancia en la comarca de Béjar. No había otra forma de transporte de mercancías e, incluso, después de la construcción del ferrocarril.
ResponderEliminarSaludos doña Carmen.
Es una forma de vida casi trashumante. Y lo de Alberti viene que ni pintado a la entrada.
ResponderEliminarSaludos don Eduardo.
Muchas gracias señor de Valverde. También comparto el interés por los arrieros y los caminos.
ResponderEliminarMis saludos.
Era una forma de vida más que un oficio. No los veo yo, a los antiguos arrieros, de oficinistas o de apacibles y honrados comerciantes. Era un continuo bregar en campos, posadas, fríos y soles sin clemencia.
ResponderEliminarMis saludos doña Aurora. Y mis recuerdos a Ávila.
Los maragatos tenían fama de honrados y trabajadores, pero tendentes a la endogamia, lo que los hizo muy incomprendidos.
ResponderEliminarEs fácil suponer la dureza de este trabajo, en la antigua y agreste España, con caminos poco mejores que los destinados al tránsito de cabras. Un saludo.
Así ocurría también con los agotes y vaqueiros de alzada. España antigua y profunda la de aquel tiempo.
ResponderEliminarSaludos señor DLT.
Hoy me ha dicho una lectora de tu blog que deberías escribir una novela histórica. Los detalles que entresacas de la historia son tan interesantes, que uno echa en falta un poco más, y eso lo podrías dar en una novela que yo leería con mucho gusto. Un abrazo.
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ResponderEliminarYa me gustaría don Jesús pero creo que me falta, además de la maestría en el escribir que tiene usted, trabar un argumento. También conocer la técnica narrativa adecuada y, por supuesto, un editor lo que me parece casi imposible en estos tiempos. Ideas,personajes y situaciones sí que tengo en la cabeza.
ResponderEliminarEn cualquier caso haga llegar a tan gentil y generosa lectora mi agradecimiento más sincero que hago extensivo a usted.
Mis saludos.