PAVOS PERDIDOS EN LA CORTE
En el Diario de Madrid de 29 de enero de 1788 se publicó la siguiente noticia: "El 26 se extraviaron 4 pavos cebados en las inmediaciones de los Caños del Peral. Se entregarán al sargento de Inválidos que está a la puerta del coliseo de la Ópera". Cuatro pavos cebados sueltos en Madrid, o en cualquier ciudad de la época, cuando la escasez era la norma, tenían escasas posibilidades de ser devueltos a su legítimo propietario.Causa cierto asombro la ingenuidad y el optimismo del anunciante. Por algo era el siglo XVIII.
Ya me imagino que los pavos no aparecieron. El que se los encontró todavía se está relamiendo.
ResponderEliminarUn saludo.
Sí, seguro que para cuando se publicó la noticia en el diario, los pavos ya estaban en el estómago de alguien, haciendo buen provecho. Pero eran tiempos en los que aún se creía en la honradez, al parecer.
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
Ay, que inocente anuncio. Tienes toda la razón, los pobres pavos no llegarían vivos ni a la hora de la cena...
ResponderEliminarUn saludo!
Toparse con ellos daría menos miedo que con los lobos de la anterior entrada
ResponderEliminary en esta ocasión la faja a lo mejor valía para atarlos.
Saludos.
Muy bueno, ¡quién pillara hoy esos pavos!
ResponderEliminarProvoca hilaridad.
Un saludo.
Gran alegría debieron causar esos pavos cebados a aquel que los encontrase y, sin duda, gran festín, en silencio, debieron pegarse.
ResponderEliminarUn regio saludo,
La cosa es que informa de su estado: cebados. Las reclamaciones de la propiedad de los pavos debió de ser considerable. No sabemos si los hermosos pavos acabaron en manos del sargento de inválidos.
ResponderEliminarSaludos.
La merienda debió de ser, don Cayetano, para recordarla durante treinta o cuarenta años.
ResponderEliminarSaludos.
Es que da que pensar la noticia. A lo mejor no era ingenuidad sino confianza en una honradez que la gente, quizás, tenía más de lo que nosotros podemos creer.
ResponderEliminarSaludos Dame Masquée.
Quién sabe, doña GC, si alguno de ellos sobrevivió y pasó grandes aventuras por las calles de Madrid.
ResponderEliminarMis saludos.
No crea usted, don Eduardo,que hay pavos de mal humor que se arrancan y acometen. Que yo los he visto.
ResponderEliminarSaludos.
Decían ser unos lucidos pavos.
ResponderEliminarMis saludos señor de Valverde.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGran festín en tiempos de penuria. Y cuatro pavos bien cebados dan para muchas raciones.
ResponderEliminarSaludos Don Carolus.
Hace usted bien en sospechar del sargento de Inválidos. De portero en un local del siglo XVIII también debió de aprender lo suyo. Allí, por la noche, con todo tipo de gente.
ResponderEliminarMis saludos doña Amaltea.
Me parece que de los pavos cebados no quedaron ni las crestas.
ResponderEliminarSaludos
Eso me temo doña Carmen.
ResponderEliminarSaludos.
Además, señor del Retablo, mire que tuvieron poca vista los dueños. Si al menos hubieran ofrecido una recompensa, igual hubieran hecho mella en alguna conciencia. Difícilmente, pero ¿Quien sabe?
ResponderEliminarSaludos.
No se preocupen que están a buen recaudo...
ResponderEliminarLa tacañería nunca es buena consejera señor de la Terraza.
ResponderEliminarMis saludos.
No parecen quedar muchas dudas al respecto.
ResponderEliminarReciba mis saludos don Javier.