ILUSTRADOS, ROMÁNTICOS Y ABURRIMIENTO
Rüdiger Safranski en su Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán analiza, entre otras muchas cuestiones, la relación de los románticos con el aburrimiento. Aporta precedentes al respecto. Era un estado de ánimo, según Montesquieu, unido a los poderosos: "Su grandeza les obliga a aburrirse". A esto alegaba que "Todos los príncipes se aburren: una prueba de esto es que van de caza". Rousseau, en la misma línea argumental, declaraba: "El pueblo no se aburre; lleva una vida activa [...] El azote de los ricos es el aburrimiento". Ya en pleno romanticismo Eichendorff asociaba el aburrimiento a la vida urbana. La glorificación de la pobreza y de la vida de aldea no era nada nuevo, sino una idea defendida por los que vivían en ciudades y no sin un notorio desahogo económico. La visión española del asunto es más realista y más sombría. Así Jovellanos, en su Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos y diversiones públicas, y sobre su origen en España, describía la "perezosa inacción", el triste silencio y la abulia que imperaban en los pueblos, rasgo "que no se puede advertir sin admiración y lástima". Se preguntaba no sin perplejidad: "¿Cómo es que la mayor parte de los pueblos de España no se divierten de manera alguna?"*. Más desconsolado es el apunte que realizó Cabarrús en una carta a Jovellanos: "¿Quién en el día vive en efecto en el campo, sino los que no pueden vivir en las ciudades". Y describía "nuestras campiñas yermas, sin frondosidad, sin gracia y sin vida, parecen desde mayo asoladas por un cierzo desolador: los lugares ofrecen todos los objetos de asco y horror, la hediondez, la miseria, la desnudez, la mendicidad y una especie de imitación grosera de la corrupción de las ciudades [...] poco o ningún trato racional, ninguna comodidad, ningún regalo, y basta salir a dos leguas de Madrid para retroceder a dos siglos". Este contraste entre modernidad y arcaísmo ha estado vigente en la vida española hasta hace pocas décadas.
Las prohibiciones y censuras siempre intentando anular las ganas de fiesta del pueblo y su carácter alegre.
ResponderEliminarLo del aburrimiento va en el espíritu de cada uno, desde luego. Tener los días libres para llenarlos con lo que deseáramos tendría que ser una bendición más que un aburrimiento, pero muchas veces no es así.
Feliz día
Bisous
No hay cosa más aburrida y sosa que la literatura de la época de la Ilustración; aunque ya decía Montesquieu que "feliz el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento."
ResponderEliminarUn saludo.
Ya se decía mucho que la ciudad nos hará libres.
ResponderEliminarQuizás lo que querían significar es la falta de estímulos intelectuaoles en la vida del campo.
Y ahora se echa la mirada atrás para recuperar los pretendidos encantos de la vida rural.
En fin, que los seres humanos en todas las épocas, vamos de un extremo a otro.
Saludos.
Estoy de acuerdo con Cayetano en cuanto a la sosería de la literatura de la Ilustración. Bueno, yo salvaría a El sí de las niñas, que no es que sea la alegría de la huerta pero me gusta mucho...
ResponderEliminarFeliz viernes, caballero!
Llama la atención que en el mismo Madrid, saliendo unos 10 kilometros fuera de el, se retrocediera en el tiempo. Como debía de ser aquello. Curioso.
ResponderEliminarMis saludos, Retablo.
La expresión "me aburro" se oye ahora mucho en boca de los niños, parece mentira pero quizás sea porque se tiene de todo y no hay lugar para la curiosidad ni la sorpresa.
ResponderEliminarUn saludo.
La faceta más antipática de los ilustrados, tan admirables por tantas cosas, es esa manía de decirle a la gente lo que tiene que hacer con su vida privada. Y lo del aburrimiento creo que depende de la naturaleza de cada persona.
ResponderEliminarMis saludos Dame Masquée.
Y el caso es que el siglo XVIII fue trepidante. Interesante comentario don Cayetano.
ResponderEliminarYo creo que tenían razón. Es para considerar esta visión tan negativa del campo y de la aldea en un siglo que idealizó tanto lo rural y la propia naturaleza. Yo creo que la ciudad, el dinero,las virtudes burguesas y la técnica han sido factores muy positivos para la vida de la gente corriente.
ResponderEliminarMis saludos doña Amaltea.
Sin duda Meléndez Valdés,por ejemplo,no es para cambiar la vida de uno tras su lectura. Ahora bien los tratados, cartas, ensayos y análisis de los ilustrados son imprescindibles. Y siempre, tras su lectura, se tiene la sensación de que se ha aprendido algo.
ResponderEliminarSaludos doña Carmen.
Usted bien lo demuestra con sus hallazgos fotográficos.Hay ilustraciones en semanarios, de los años veinte, en los que aparecen aldeas de Madrid y tipos humanos que parecen de hace cuatro siglos. Creo yo que en España ha convivido lo antiguo y lo moderno,de forma habitual,hasta los años de 1960.
ResponderEliminarSaludos don Lorenzo.
EL aburrimiento se puede producir por exceso de ocio o por hastío producido por lo que se hace.Y es verdad que,cuando se tienen pocos años, se pasan etapas de aburrimiento pesadísimas. Creo,señor de Valverde, que no es algo de ahora.
ResponderEliminarSaludos.