ESPIGAS DE ACERO
A finales de la década de 1880 escribió Carl Justi sobre La rendición de Breda de Velázquez: "Es algo extraordinaria la actitud de las veintinueve lanzas -las que dan nombre al cuadro- que, salvo cuatro, se yerguen matemáticamente perpendiculares y cortan más de un tercio del paisaje y del cielo. Se las ha encontrado faltas de gusto, pero a su vista late el corazón español. Su rígido paralelismo era el símbolo de la disciplina que hizo largo tiempo de la infantería española el terror de Europa".
Cita el historiador a Calderón, tan apreciado por los alemanes del XIX, que describía la marcha de los soldados con la pica al hombro: "...y al mirarlos parecía / que espigas de acero daba, / y al compás que marchaba / el zéfiro las movía." Espigas de acero, no parece comparación del siglo XVII sino trescientos años más moderna.
Cita el historiador a Calderón, tan apreciado por los alemanes del XIX, que describía la marcha de los soldados con la pica al hombro: "...y al mirarlos parecía / que espigas de acero daba, / y al compás que marchaba / el zéfiro las movía." Espigas de acero, no parece comparación del siglo XVII sino trescientos años más moderna.
Espléndida metáfora, desde luego.
ResponderEliminarY que lo diga señor del Retablo, tan moderna es la expresión, como intemporal el cuadro con esas lanzas y la actitud tan benevolentemente española y actual de Spinola, e inmortal el pintor. Un saludo cordial.
ResponderEliminarMe ha gustado lo de la disciplina, aunque más bien me ha sorprendido, porque tenemos la idea de que los españoles somos de todo menos disciplinados.
ResponderEliminarUn saludo.
Parece propia de los años veinte o treinta.
ResponderEliminarReciba mis saludos don Jorge.
Estamos de acuerdo. En Velázquez está casi todo nuestro siglo XVII.
ResponderEliminarSaludos señor DLT.
Precisamente la disciplina era un factor clave para que las formaciones armadas con picas y arcabucería fuesen eficientes en las acciones militares. Después queda la consideración de que los españoles,hoy, estamos muy lejos de lo que ayer fuimos.
ResponderEliminarMis saludos señor de Valverde.
Sin lugar a dudas debía ser espectaculo estremecedor ver desfilar a los legendarios tercios por los campos de batalla de Europa con sus picas alzadas al cielo.
ResponderEliminarUn regio saludo.
Espléndida metáfora, atemporal, como el genio literario que la escribió. Muy acertado el detalle seleccionado del cuadro para esta entrada. Pero muy bien señalado también, por nuestro amigo "desde la terraza", otro detalle que aquí no se ve: la elegante benevolencia de Spínola.
ResponderEliminarA mis felicitaciones por esta nueva entrada uno las que corresponden a la nueva apariencia del blog: un acierto más.
Enhorabuena, y un cordial saludo.
Bien puede usted hacerse una precisa idea de lo que sería, dados sus conocimientos sobre el XVII.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
La sencillez de la metáfora está unida a la verticalidad de las picas.
ResponderEliminarY muchas gracias, una vez más, por su comentario tan cordial como generoso.
Saludos cordiales don Francisco.
Vaya tiempos aquellos en que los tercios españoles eran como hoy los marines yankees. Aquél triunfo, sin embargo, era el aviso de aquella sangrñia de guerra tan burda como la de Flandes y Holanda, de la que nos libramos en 1714. De todas formas, de no haber habido ese guerra, hoy no estaria ese cuadro en el Museo del Prado.
ResponderEliminarSaludos.
La comparación con los marines es muy afortunada aunque los soldados españoles, incluso en esa época, estaban mucho peor equipados, alimentados y pagados, cuando cobraban. Y con todo fueron invencibles durante siglo y medio. Lo de Holanda fue un atolladero. Había en España una fuerte corriente partidaria de abandonar las Provincias Unidas ya en esa época.
ResponderEliminarSaludos don Juan.
Espigas de acero. Eternas, como esas lanzas.
ResponderEliminarSaludos.
Son severas sus palabras doña Olga.
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