NO TEMEN A SUS EMBESTIDAS: ESTAMPA DE LIBERALES Y ABSOLUTISTAS EN 1820
Los circos de los romanos
y sus fuertes gladiadores
no eran en verdad mejores
que nuestros toros hispanos.
Vienen de pueblos lejanos
por verlos y los toreros
como intrépidos iberos
con desprecio de la vida
no temen a sus embestidas
aunque sean los más fieros.
El aire goyesco y grotesco, solanesco antes de Solana, lo aportaron unos individuos que iban disfrazados de viejas. Unas aparecían embarazadas y corcovadas, otras llevaban mantones que les cubrían la cara, grandes abanicos y rosarios de gran tamaño, seguidas de criados ataviados al estilo del Antiguo Régimen, con casaca y peluca. Representaban, como se puede deducir, a los absolutistas, a los partidarios del Rey Neto, como les gustaba llamar a Fernando VII. Era una caricaturización del adversario, una evidente muestra de propaganda para influir en la opinión pública. No fue, por supuesto, un medio utilizado, en aquellos años, sólo por los liberales.
Mientras, los realistas, no los disfrazados sino los de verdad, ocultos en las habitaciones más escondidas de sus casas, soñaban con la hora del desquite. Tres años, si se piensa bien, pasan pronto.
Los datos sobre la destrucción de la placa de Constitución y la cabalgata en I. Lara Martín-Portugués en Jaén (1820-1823). La lucha por la libertad, Jaén 1996.
Estabamos entrando de lleno en el nacimiento de las dos Españas y no se supo buscar otro camino más que el del enfrentamiento.
ResponderEliminarEn efecto, tres años pasan pronto. Tras colgar a Riego en la Plaza de la Cebada, íbamos a tener absolutismo durante otra década más. Así nos lució el pelo.
ResponderEliminarUn saludo.
La verdad es que leyendo entradas de esa época no puedo por más que cabrearme viendo cómo este país caía en el más ominoso reinado de su historia. Recomiendo leer al gran Galdós, en su novela La Fontana de Oro, en el capítulo XLI, titulado con sorna "Fernando el Deseado", una de las más acertadas descripciones de ese regio infrahombre. Digo con sorna porque don Benito, en su genialidad, no cae en el mero desprecio simplista de ese fulastre, sino que sabe criticar también al pueblo español, y cómo aplaudía en 1814 a este felón malvado y cómo en 1820 se cambiaba de camisa y cómo en tres años volvía a escupir a los liberales. La anécdota jienense que cuentas fue simila en casi todos los rincones de este país. También recomiendo leer la segunda serie de los Episodios Nacionales, pues su sagacidad es impresionante a la hora de describir tan trágico reinado.
ResponderEliminarSaludos.
Dudo que exista rey, aquí o en cualquier punto del orbe que haya tenido tantos apodos. Sólo uno bueno, de cuando estaba fuera, y muchos malos, cuando el pueblo lo conocieron de cerca. Un saludo.
ResponderEliminarEs evidente que aquí surgieron dos Españas. Es increíble, además, la energía que eran capaces de demostrar los españoles de aquella época, tras seis años de guerra contra Napoleón.
ResponderEliminarSaludos cordiales don Eduardo.
Diez años de despotismo y no precisamente ilustrado, don Cayetano.
ResponderEliminarSaludos.
La Fontana de Oro es de lectura imprescindible. Y para Fernando VII es asimismo aconsejable "La segunda casaca", "Los apostólicos", "Un voluntario realista", etc. Cada día admiro más a Galdós. Coincidimos en esta predilección por su obra.
ResponderEliminarSaludos don Juan.
Era un malvado este Fernando VII. E ingenuos, en el fondo, los liberales al no mandarlo a Francia con sus primos de donde no debió salir.
ResponderEliminarSaludos señor DLT.
He leído, por cuestiones profesionales, algo de este siglo y me duele ver como España se dividía en dos bandos y así se llegó al siglo XX con todo lo que ello supuso.
ResponderEliminarUn saludo.
El dolor de España es también muy del siglo XIX...y del XXI.
ResponderEliminarMis saludos señor de Valverde.
Una Solanada antes que Solana. ¡Me encanta esa expresión! Me imagino la escena: uan mezcla entre akelarre y charlotada, muy española. Y luego se quejan los mayores en el carnaval de los chavales vestidos de mujer...
ResponderEliminarSaludos
Es como un aguafuerte. Tiene usted razón.
ResponderEliminarSaludos doña Carmen.