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Mostrando entradas de diciembre, 2011

NOTA MUY BREVE SOBRE PASCUAS Y PASTOREO

Tengo por seguro que antiguamente, cuando los señores curas explicaban en las iglesias el Nacimiento de Nuestro Señor, todos entendían sin dificultad alguna lo acaecido en tan gran suceso. No en vano eran españoles, esto es, nacidos en una tierra famosa por sus grandes rebaños. Otros hechos de las historias sagradas, también de gran gravedad, no serían tan bien comprendidos como el de la asistencia y adoración de los pastores en la Natividad. La verdad es que nadie había visto nunca a profetas pasar por los pueblos, salvo en pinturas y tallas, pero sí a pastores. Desde los más modestos, custodios de una  punta de ganado en la dehesa del concejo, a los que pasaban, dos veces al año, y es un ejemplo,  por las cañadas que enlazaban los montes de Teruel, Cuenca, Soria y Guadalajara con Sierra Morena. Y creo yo que se imaginaban, allí en el banco de la iglesia, con no poco frío, a los pastores de Belén con las mismas mantas pardas y zamarras que los de Bronchales, Orihuela del...

DEL SUCESO OCURRIDO CON UN NOVILLO EN VALDEPEÑAS EN 1876

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El 15 de junio de 1876 hubo una novillada en Valdepeñas con cuatro reses de la vacada de don José Ginés, de Santa Elena, a cargo de la cuadrilla de Juan Ponce. El cuarto novillo, llamado Totobío, que así aparece en la prensa y los libros antiguos, era   retinto, de cabos negros y con pies. Los toreros vieron algo raro en el novillo y se quedó solo en el redondel. Decidió entonces el animal saltar al tendido de sombra produciendo una espantada general del público, se arrancó hacia dos agentes de la autoridad que hirió y, a uno de ellos, lanzó al ruedo. Totobío volvió al redondel para, con gran rapidez, retornar al tendido en busca de una salida. En esta ocasión llegó hasta los palcos, los destrozó y arremetió contra el público que, espantado, se agolpaba en pasillos y escaleras. El peligro no estaba tanto en la fiera como en la avalancha humana. Al final abatieron al novillo, según el Boletín de loterías y toros  del 18 de junio de dicho año, con quince balazos e "infinita...

BIEN ESTÁ LO QUE BIEN ACABA

Tras un año y casi cien entradas publicadas se cierra el Retablo de la Vida Antigua . Quiero agradecer a todos los lectores la generosidad, la paciencia y la cortesía demostrada hacia este cuadernillo dedicado a la vida española de antes. Han sido todos ustedes unos contertulios de perfecta gentileza y han demostrado, en cada una de sus palabras, una crianza impecable. Seguiré atento a lo que se publique desde otros blogs amigos y, si la nostalgia es demasiado recia, quién sabe, volveré a sentar plaza con ustedes para enjaretar alguna que otra entrada.  El tiempo y yo que decía Felipe II, aquel rey de feliz memoria. Mientras tanto me dedicaré a estudiar algunas cosillas que tengo pendientes. Reciban mis saludos y gracias otra vez.

MAÑANAS DE AGUARDIENTE

El letuario es una confitura elaborada con cascos de naranja que, acompañada con unos tragos de aguardiente, constituía el desayuno de los españoles del siglo XVII. Es a lo que Góngora asociaba a  las mañanas de invierno. En las ciudades de alguna población ambos productos eran suministrados por vendedores ambulantes, con frecuencia de origen francés. Observe el culto lector que a los españoles siempre les ha gustado lo de desayunar en la calle, costumbre económica y saludable. Pero sigamos. El aguardiente podía ser de Alanís o de Cazalla. Después, en el siglo XVIII, se vendían más los fabricados en Cataluña,  Navarra, Aragón y Valencia.También se producía en Málaga aunque en menor cantidad. Debían de ser bebidas muy fuertes, secas a más no poder. El precio de una arroba de aguardiente refinado en la Corte era, en 1797, de unos cien reales. La Real Hacienda, consciente de que era un brebaje universalmente aceptado, trató de monopolizar su venta a través de estancos, como con e...

UN CONSEJO DE ORTEGA PARA CAPEAR LA CRISIS CON ELEGANCIA

"Hay que ir pensando en un tipo ejemplar de vida que conserve lo mejor del gentleman y sea, a la vez, compatible con la pobreza que inexorablemente amenaza nuestro planeta". En situaciones de tal gravedad, aconsejaba el filósofo la conveniencia de seguir, como ejemplo vital, al hidalgo, pariente cercano del gentleman pero que, a diferencia de éste, "lleva en sí la condición de florecer en tierra de pobreza". Es decir, en España. José Ortega y Gasset, Meditación de la técnica, 1933.

EL CHOCOLATE DE LA TÍA MONJA DEL CONDE DE GARCÍEZ

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No debía de ser fácil hacer testamento para un aristócrata del siglo XVIII.  Sin contar con las mandas piadosas, encargos de misas y otras obras pías, había que desmadejar, con la ayuda de un notario de confianza, una nube de sucesiones en mayorazgos, vínculos, patronatos, deudas antiguas, pleitos más antiguos todavía, particiones, mandas a viejos criados, redenciones de censos, reclamaciones de ayudas de costa a la Corona,  y otras cuestiones de suma importancia. El conde de Garcíez, siempre muy señor, no olvidaba los asuntos menudos y ordenó en su testamento, otorgado en 1763,  que su tía, monja en el Convento de Santa Clara de Baeza, recibiese, durante el resto de su vida, dos arrobas de chocolate cada año. Sentiría la muerte del Conde la linajuda monja. Pero la tristeza podría atemperarse, entre rato y rato, con  la jícara, la mancerina y el soconusco. Otra muestra más de la afición española al chocolate.

LOS WOODFORD DESPIDEN A FRASCUELO

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No debieron de olvidar los Woodford aquella tarde de marzo de 1898. Medio ocultos por los cipreses de la Sacramental de San Isidro vieron como El Chano , Baulero , El Moños, Jeromo , Pajarero  y Tres Calés, enterraban en una fosa, tres metros de honda, a Salvador Sánchez Frascuelo. De haber sido norteamericano, pensaría Mr. Woodford del torero, habría recorrido grandes espacios, hacia el oeste, o sentado plaza de aventurero en la frontera. O conducido ganados pues era  Frascuelo buen jinete y le gustaba el campo.    Personajes así, como Salvador Sánchez,    no habrían desentonado entre los creados por John Ford. A fin de cuentas  Frascuelo fue valiente como era posible serlo en la España de la Restauración. Para demostrar coraje un ruedo valía tanto como los horizontes de América. Nadie ha dicho que el valor sea asunto de metros cuadrados. Después, al volver del cementerio, Mr. Woodford mandó parar el coche en el Puente de Toledo, bajó...

ATAJAR LA TIERRA

Es destreza antigua y nombrada por Diego Hurtado de Mendoza . Bien lo explica el gentilhombre en su Guerra de Granada : "Llaman atajar la tierra en lengua de hombres del campo, rodearla al anochecer y venir de día para ver por los rastros, qué gente de enemigos y por qué parte ha entrado o salido". Los que tal cometido hacían, sigue hablándonos don Diego, se llamaban atajadores. Cuando correspondía rastreaban el campo todos los días a pie o a caballo. Era "oficio de por sí apartado del de los soldados" y por tanto, cabe pensar, ejercido por tipos ariscos, acostumbrados a ir por montes, derrumbaderos y despoblados. Acostumbrados a las largas esperas, sin otro mantenimiento que vino áspero y tasajo. Gente de frontera, al fin,  práctica, indolente en la holganza y sufrida en campaña. No hay que confundirlos con otros, también llamados atajadores, dedicados éstos al hurto de ganados, aunque sospecho que tenían mucho que ver unos y otros.

PERROS Y TRASHUMANCIA

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Don Manuel del Río, vecino de Carrascosa, provincia de Soria,  era ganadero trashumante y hermano del Honrado Concejo de la Mesta. Aconsejaba en su Vida Pastoril , de 1828, que cada pastor contase con uno o dos perros por redil "bien, acostumbrados á su voz, para que por este medio sean vigilantes y obedientes a su mandato". Los perros debían estar separados "pues se observa con frecuencia que al momento que ladra uno todos los demás contestan, y si el primero es acometido por algún lobo acuden á su auxilio, y trabajan en común para ahuyentar al enemigo". Para que los perros no hiciesen manada convenía mandar a los zagales que les diesen de comer "a cada uno de por sí cerca del redero y del chozuelo del atajo á que cada perro pertenezca". Así, después de la defensa del rebaño, sigue don Manuel del Río, estaba comprobado que cada perro volvía, aquerenciado, a su lugar. Indicaba, con gran conocimiento de estos animales tan valientes como útiles, que tras tan...

NO TEMEN A SUS EMBESTIDAS: ESTAMPA DE LIBERALES Y ABSOLUTISTAS EN 1820

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En la plaza de Santa María de Jaén, tras la salida de las tropas de Bonaparte, se colocó una placa en honor de la Constitución de 1812. En la mañana del seis de mayo de 1814 apareció ultrajada, cubierta de inmundicias y rodeada de papeles con proclamas absolutistas y, cabe pensar, insultos contra los liberales y la Constitución. Pero nada es para siempre, o casi nada, y seis años después cambiaron las cosas, tras lo de Riego, y los liberales decidieron poner otra placa. Para darle realce al acto se organizó una cabalgata o procesión cívica compuesta por distintos cuadros, de distinta naturaleza, alusivos al nuevo régimen constitucional. Formaba parte de la celebración un paso en el que aparecía un torero, acompañado por sus correspondientes chulos, junto a unos toros. Todos eran, naturalmente, de pega, cosa de disfraces y mojiganga. El que iba de matador llevaba en su capote la siguiente inscripción apologética:                     ...

CUCHILLERÍA DEL AÑO 1627

Había una amplia oferta para el mercado español, según consta en una relación de artículos debidamente tasados en dicho año. Así se mencionan navajas de faltriquera grandes a 16 maravedíes; cuchillos de cachas coloradas a ocho maravedíes; cajas de cuchillos de Vizcaya "de los que llaman de patilla" a 60 maravedíes; cuchillos vizcaínos con cabos de cuerno y remate de latón a dos reales y medio el par; cuchillos vizcaínos con el cabo de hierro, a un real los medianos y los grandes a dos. Los cortaplumas, también de Vizcaya, muy útiles para escribanos y secretarios, se debían vender a 24 maravedíes. Más imponentes eran los cuchillos de pastor, procedentes de Vizcaya, a dos reales, o los de Fregenal que costaban entre cinco y tres reales y medio, según fuesen grandes, medianos o pequeños. Desconozco las características de los cuchillos de cachas coloradas aunque sí recuerdo que Cervantes menciona los de cachas amarillas, en su Entremés del rufián viudo llamado Trampagos, y que se...