QUIETUD ANTE EL PELIGRO
Es una virtud la serenidad ante el peligro. Estar uno en su sitio y aguantar. Los lances en los que hay que demostrar esta cualidad los ofrece la vida en abundancia. Y la Historia muchos ejemplos. Canga Argüelles recoge, en sus documentos sobre la Guerra de la Independencia, el parte de la batalla de Tudela en el que se menciona al cadete don Vicente Martí "que salvó la Bandera con asta, funda y todo por completo, sin haber querido tirar el palo como se aconsejaba". También al tambor del Regimiento del Turia Francisco García que, a pesar de su corta edad, "salvó la caja" no sin correr grandes peligros. Peor fortuna tuvo el sargento mayor del Regimiento de Borbón, graduado de teniente coronel, don Mariano Bianconi "que por no abandonar la Bandera hay noticia lo mataron sus enemigos". Gran serenidad demostraron los voluntarios de Alicante que mantuvieron durante tres horas sus posiciones frente a fuerzas muy superiores "esperándolos hasta medio tiro de pistola". La batalla se produjo el 23 de noviembre de 1808 y la jornada fue para los franceses.
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ResponderEliminarFundamentales para que la moral de la tropa no decaiga esos soldados que portan la bandera o el redoblante.
ResponderEliminarSoldados valerosos como los que más.
Un saludo.
Imagino que resistir o aguantar con serenidad es importante aunque haya veces que una retirada a tiempo puede ser beneficioso.
ResponderEliminarUn saludo.
Aplomo, coraje para mantener el tipo y salvar símbolos conscientes de que les iba la vida en ese acto. Quizás ahora se diría de ellos que eran temerarios, pero es muy posible que es tipo de acciones sirviera para contagiar a otros de la valentía suficiente para resistir. Es sabido que en situaciones límite, las actitudes son la diferencia entre la dignidad o la humillación.
ResponderEliminar!Don Mariano Bianconi es todo un ejemplo! La serenidad nos hace mantener el ánimo apacible y sosegado aún en las circunstancias más adversas, esto es, sin exaltarse o deprimirse, encontrando soluciones a través de una reflexión detenida y cuidadosa, sin engrandecer o minimizar las circunstancias, incluso cuando el destino parezca inevitable ...
ResponderEliminarNuestra historia está cuajada de actos heróicos como los contados por usted; en una entrada antigua conté la enorme gesta del teniente Martín y su corta tropa, quieta y resistente tras los muros de la iglesia de Baler, aún después de terminada la guerra de Filipinas. Y me parece muy bien, señor del Retablo, por ser de justicia su reconocimiento, que difunda los nombres y divulgue las gestas de Vicente Martí, Francisco García o Mariano Bianconi, héroes casi desconocidos, que merecen homenajes como éste. Un saludo muy cordial.
ResponderEliminarY yo que le devuelvo los saludos don Cayetano. Éstos son héroes anónimos. Sin duda.
ResponderEliminarAsí es si es ordenada y no fruto del caos. Aunque, como decía Churchill, las guerras no se ganan con retiradas.
ResponderEliminarSaludos señor de Valverde.
Da la impresión de que, sin negar su indudable valor, eran personajes bastante normales que, sencillamente, estuvieron en su sitio.
ResponderEliminarSaludos doña Amaltea.
Ante la adversidad: serenidad. Eso es lo correcto, Herr profesor.
ResponderEliminarSaludos y muchas gracias por su comentario.
Tiene usted toda la razón. El motivo de citarlos es, precisamente, un intento modesto de rendirles homenaje y librarlos del olvido.
ResponderEliminarMis saludos señor DLT.
Perdón, debía haber dicho herr professor.
ResponderEliminarPerdóneme la disgresión, amigo mío, al alejarme tanto del tema... Pero no he podido evitar, desde que vi su título, recordar a Gary Cooper en esa joya, en blanco y negro, que en su versión original se llamó "High Noon".
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Está muy bien recordar "Solo ante el peligro". Y es que un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer, como decía John Wayne en "El Álamo".
ResponderEliminarReciba mis saludos don Francisco.
Veo que aquí tampoco se actualizó mi blog con la última entrada. En todo caso, el problema en mío. No sé a qué se deberá.
ResponderEliminarUn saludo.
Entendiendo el nivelazo que hay por aquí, me gustaría opinar acerca de la resistencia, del resistir.
ResponderEliminarPues según mi parecer el que resiste no tiene por qué estar sereno, es más, la serenidad como tal en casos extremos apenas se da en el hombre. Lo que si debe mostrar el que resiste y se encuentra en una situación límite es que está sereno aunque por dentro se encuentre descompuesto, disimulando su estado emocional seguramente de terror ante un enemigo invencible, que nadie note su miedo, aparentar serenidad sin poseerla. Y ese estado lo ejemplifican perfectamento los toreros, que están aterrados por dentro hasta el punto que dicen que en determinados casos les crece la barba, pero tienen la capacidad de mostrarse serenos frente a la fiera ante los ojos de los demás semejantes que los comtemplamos.
Creo recordar que fue Vicente Barrera, el viejo, el que vomitaba todas las tardes antes de hacer el paseíllo, luego de serenidad, poca, capacidad para ocultarla una vez pisada la arena, toda: de eso se trata a mi manera de ver porque el miedo el libre.
Perdonen la parrafada, gran blog, me gustaría contar con el permiso del autor para enlazarlo en el mío.
La condesa de Estraza
Siempre se dice que hay que tener los nervios en los momentos difíciles pero ¿quién es el guapo que hace la estatua ante un toro bravo para que no te envista? ¿quíen aguanta hasta que tienes al enemigo encima como el suceso que narras? Otra reflexión: si yo fuera soldado, preferiría ir a por la batalla o a salvar la vida de los supervivientes que pòr defender un trapo, por todo lo simbólico que tenga.
ResponderEliminarSaludos.
No sé a que se puede deber don Cayetano. Pasaré a leer su trabajo directamente por su blog.
ResponderEliminarReciba mis saludos.
Poco puedo añadir a su lúcida reflexión. Por mi parte creo que mantener la cabeza, actuar con la necesaria frialdad y, en el caso de la tauromaquia, demostrar el dominio de un arte ante un riesgo extremo, todo esto, es lo que da como resultado ese misterio que se llama valor. La serenidad es, bajo mi punto de vista, imprescindible desde el momento en que se tiene que actuar con precisión, con el debido temple, en el terreno adecuado y de acuerdo con la res en cuestión. Naturalmente la tormenta va por dentro. Y el dato sobre Vicente Barrera está muy bien traído al caso.
ResponderEliminarMuchas gracias por sus palabras. Si es de algún interés lo que aquí escribo, desaliñadamente, sobre cuestiones históricas puede usted, naturalmente, enlazarlo. Faltaría más.
Reciba mis saludos.
Muy interesante su apreciación. Los que aguantan ante el toro y, además, lo lidian son los toreros. Desde los más grandes a los más modestos (que también son grandes). Y los soldados, pues ya se sabe, deben estar en su sitio pues es su oficio, por cuestiones de la más diversa naturaleza, por azar, deber o elección. Y a veces o muchas veces, por supuesto, a la fuerza.
ResponderEliminarDespués lo de la bandera, depende de la que se trate, pero no es sólo un rectángulo de tela. En cualquier caso estos actos sirven para que la gente no pierda la moral, no huya a la desbandada y las consecuencias sean todavía peores. Mejor aguantar que perder la cabeza. Y estos actos son propios de los valores castrenses de todos los tiempos.
Saludos don Juan.
Es lo que se llama tener temple o sangre fría, cualidad que adornó durante siglos a nuestros ejércitos y que les hicieron vencedores en muchas batallas a pesar de las adversidades.
ResponderEliminarLo verdaderamente heroico de todo esto es que muchas veces a pesar de saber a ciencia cierta que la batalla estaba perdida, nunca se rindió la bandera, y si no que se lo digan a los últimos de Filipinas en el sitio de Baler en 1899 o a los que participaron en el desastre de Annual en 1921
Gracias por su entrada y un saludo.
Es verdad señor de Mingo. Y estará usted de acuerdo conmigo en que la obligación de resistir y vencer el miedo forma parte de la tradición militar desde los tiempos de Homero.
ResponderEliminarSaludos y muchas gracias a usted.