EL CIRUJANO DE LEPANTO
Hizo lo que muchos españoles del siglo XVI y buscó la sombra de las banderas del Rey. Dionisio Daza Chacón, de treinta años y cirujano militar, tomó el camino de Flandes. Era el año 1543. Estuvo en el asedio de Landrecies a las órdenes del capitán don Pedro de Guzmán, abuelo del conde duque de Olivares. Demostró allí valor, conocimientos y habilidad pues fue llamado por el propio Emperador. Le quedó tiempo para prestar servicios en el hospital del Valenciennes y asombrar al propio Vesalio. Había estado éste poco acertado en la cura del maltrecho brazo del capitán Solís en 1544. Daza Chacón reparó con buen arte y mejor fortuna el estropicio. Volvió a Madrid pero, poco tiempo después, estaba de vuelta en Alemania, cuando la rendición de los protestantes en 1548. En ese año lo encontramos asistiendo a los enfermos de tifus exantemático en el hospital de Augsburgo para pasar al servicio del príncipe Maximiliano. Vuelve a España y, con tal hoja de servicios y sacrificios, gana una plaza de cirujano en el Hospital Real de Valladolid. En 1562 asistió al príncipe Don Carlos, de trabajosa y desastrada vida, cuando quedó descalabrado por una caída en Alcalá de Henares. Tenía el cirujano su vida resuelta cuando recordó el sonido de pífanos y cajas. Hizo el equipaje y pasó a servir, bajo las órdenes de Don Juan de Austria, en las galeras reales. Participó en diversas acciones en el Mediterráneo, en la guerra de los moriscos y estuvo en Lepanto. Nada más y nada menos. Permaneció como cirujano en las galeras hasta 1573. Con sesenta años, repárese el dato, con sesenta años de entonces, volvió a Madrid para asistir a Felipe II. Llevaba, como si tal cosa, entre pecho y espalda, tres décadas de guerras. Se retiró en 1580, poco antes de la entrada del duque de Alba, hombre de su misma generación, en Portugal. Escribió una obra admirable, en opinión de Gregorio Marañón, Práctica y teórica de cirugía en romance y en latín. Siguió en su vida una máxima: "Cura del mismo modo a los pobres que a los ricos, y a los esclavos como a los libres". Y así lo hizo pues pasó su vida profesional entre pobres soldados, desgraciados cobijados en hospitales, reyes, príncipes y galeotes. Todos iguales ante el dolor, las miserias humanas y la muerte. Bien merece ser recordado hoy, Dionisio Daza Chacón, día de la Virgen del Rosario y aniversario de la jornada de Lepanto.
Sobre Dionisio Daza Chacón escribió unas excelentes páginas Gregorio Marañón. De igual forma, excelente es el estudio de Francisco Guerra, Las heridas de guerra. Contribución de los cirujanos españoles en la evolución de su tratamiento, Universidad de Santander, 1981, que aporta los datos biográficos que aquí se citan.
Sobre Dionisio Daza Chacón escribió unas excelentes páginas Gregorio Marañón. De igual forma, excelente es el estudio de Francisco Guerra, Las heridas de guerra. Contribución de los cirujanos españoles en la evolución de su tratamiento, Universidad de Santander, 1981, que aporta los datos biográficos que aquí se citan.
Hoy me inclino ante usted, con el mayor agradecimiento. Cita a dos de mis maestros, Marañón y Guerra. Maestros, sí, porque, aunque no haya tenido trato personal con ellos, soy devoto de su obra. Al primero no tuve el gusto de conocerle en persona; a don Francisco Guerra sí. Ambos han estado muy vinculados a Cádiz...
ResponderEliminarY, por encima de todo, es de agradecer en este día, su apreciado homenaje al gran cirujano Daza Chacón. ¡Lo merecía!
Para no extenderme más, permítame dejar en este magnífico blog el enlace a un breve pero muy interesante artículo sobre Daza Chacón, del Profesor Anastasio Rojo, publicado en "El Norte de Castilla":
http://www.elnortedecastilla.es/pg060217/prensa/noticias/Articulos_Opinion/200602/17/VAL-OPI-253.html
Gracias, una vez más, por su excelente trabajo, y un "lepantino" abrazo.
Muchas gracias don Francisco. Y crea usted que me producía cierto reparo escribir estas líneas sabiendo que usted las leería, pues lo consideraba cierto atrevimiento por mi parte. Tengo por seguro que cuento con su indulgencia. El libro de Francisco Guerra es apasionante, incluso para un lego en cuestiones médicas como yo. Aprendí mucho con su lectura. Y por supuesto, paso a leer el artículo del profesor Anastasio Rojo ahora mismo.
ResponderEliminarReciba usted mis saludos.
Gran cirujano tuvo que ser este Daza Chacón, que sirvió a tan nobles personajes (Carlos V, el emperador Maximiliano, el príncipe Don Carlos y el propio Felipe II), pero, al mismo tiempo, a tantos y tantos pobres o soldados rasos. Saludos cordiales.
ResponderEliminarAsí que fue este hombre el que asistió al príncipe don Carlos tras aquella famosa caída. Buen trabajo tuvo, y, desde luego, debía de ser uno de los mejores cirujanos de su época.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous
De menor fama que Vesalio, no le anduvo a la zaga a aquel, aunque ninguno de los dos pudiera hacer nada por el infante don Carlos, un caso perdido desde el principio.
ResponderEliminarHa hecho usted un magnífico y justo homenaje a un gran personaje, al que no conocía o no recordaba, que para el caso es lo mismo, que veo ejerció su profesión con sentido vocacional. Un saludo y muchas gracias por tan interesante artículo.
Desconocía por completo la existencia de este personaje, cuántos han quedado en un segundo plano en la historia siendo sin embargo tan importantes como Dionisio Daza Chacón, me admiro de tanta habilidad y conocimiento con los medios de los que dispondría en la época.
ResponderEliminarGracias a usted por su entrada y a Francisco Doña por el enlace del Norte de Castilla.
Un abrazo.
Pues tiene usted toda la razón. Este hombre que supo dedicar su vida a salvar vidas merece ser recordado. ¡¡Cuántos personajes quedan en la oscuridad de la Historia, por muy importantes que hayan sido!! Este, uno de ellos.
ResponderEliminarUn saludo!!
Una vida ejemplar, capaz de trabajar durante tantos años, participando en guerras y a la vez una gran persona.
ResponderEliminarNo abundan personas así.
Un saludo.
Que vida la de este hombre más intachable y que máxima nos dejó de reminiscencias tan cristianas. Un placer que nos le traigas a conocer en este día y también paso a leer el enlace de Francisco Doña.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues desde luego, señor Hidalgo, su destreza y conocimientos debían de ser manifiestos. No faltarían médicos y cirujanos de fama al lado de la realeza y, lo que son las cosas, buscaban a este hombre.
ResponderEliminarMuchas gracias y reciba mis saludos.
Y el compromiso era de campeonato. Nada menos que auxiliar a Don Carlos.
ResponderEliminarMuchas gracias y reciba mis saludos Dame Masquée.
Don Francisco Doña puede, sin discusión alguna dada su autoridad, instruirnos al respecto. Daza, sin duda también, debía de saber lo que tenía entre manos. ¡Cuánto vería este hombre en esos campos de Europa!.
ResponderEliminarGracias señor de la Terraza. Y saludos.
Yo descubrí al personaje hace casi treinta años gracias a las lecturas de Marañón. Si no hubiese existido todo esto del blog, probablemente no habría vuelto a buscar algunas cosas sobre él.
ResponderEliminarSaludos y gracias señor de Mingo.
Dice usted toda la verdad al reconocer el mérito de tanta gente olvidada y de tan gran valía. No debe extrañarnos que España fuese lo que llegó a ser con gente de tal fibra y condición.
ResponderEliminarSaludos doña GC y muchas gracias.
Se percibe, don Eduardo, al hombre de calidad tras una biografía como ésta. Tiene usted razón.
ResponderEliminarSaludos y muchas gracias.
En lo que he podido leer sobre Daza se intuye una marcada capacidad para sentir compasión por el dolor y la miseria.
ResponderEliminarMuchas gracias señor de Valverde. Y saludos.
No todos se ganaron laureles empuñando espadas o arcabuces, otros los hicieron con bisturís y vendajes, asistiendo a emperadores, reyes, príncipes y duques. Gran hombre que vivió en persona las glorias y las miserias de de las guerras de aquella imperial y respetada España.
ResponderEliminarExcelente entrada,
Conoció Daza las jornadas de más gloria. Dios tuvo piedad de él para que no llegase a tener noticia de lo de la Invencible. Si hubiese vivido en tiempos de Carlos II habría mantenido, creo yo, las formas antiguas y habría estado en su sitio.
ResponderEliminarSaludos Don Carlos y gracias.
Tuvo que tener estómago este buen hombre, además de buenas artes en su oficio, para aguantar el tipo ante tanto miembro roto.
ResponderEliminarUn saludo.
Debió de ser un hombre duro pero demostró, también, tener corazón.
ResponderEliminarSaludos don Cayetano.
Un relato muy detallado y documentado y de lectura amena.
ResponderEliminarMuy bueno.
Quería pedirle un favor.
Si visita mi blog, por favor deje un comentario.
Es que muchos al ver el número por el que vamos, no lo deja.
Mi blog es: HISPALIS ISBILIA NUESTRA SEVILLA
GRACIAS.
Un personaje digno de admiración, porque pudo quedarse en la corte tranquilamente y sin quebrantos, y prefirió embarcarse en galeras, apuntarse a los Tercios de Flandes o meterse de lleno en una epidemia de tifus. Un médico de cabo a rabo.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias Manolo. Paso a ver su blog.
ResponderEliminarSaludos.
Ya lo creo doña Carmen. Debía de pensar él que su sitio estaba donde los heridos y los maltrechos. Era, además de gran cirujano, un hombre de ley.
ResponderEliminarSaludos y gracias.