BUENOS MODALES PARA UN DÍA DE LLUVIA
"Un caballero, en caso de lluvia, puede tener la gentileza de ofrecer su paraguas a una señora que se vaya mojando, respetándola y concretándose a responder a las preguntas de la dama...Lo más adecuado es cederles el paraguas y darles nuestra tarjeta (a las señoras) para que nos lo devuelvan por conducto de un criado".
Esto aconseja Sánchez Moreno en su Tratado práctico de etiqueta y distinción, (1928). Tal conducta sería hoy, inevitablemente incomprendida e incluso censurada. Como bien afirma Amando de Miguel, que recoge la cita en su libro Cien años de urbanidad (1991), ya no hay criados para llevar y traer paraguas. La actitud del varón, con respetuosa y silenciosa distancia, contestando sólo a lo que se le pregunta, tampoco es de estos tiempos. Silencio y distancia. Mejor eso que la tiranía de la espontaneidad y el dictado de la impertinencia. Era admirable esa capacidad de los antiguos: hacer más elegante lo cotidiano con la ayuda de un paraguas y un chaparrón.
Esto aconseja Sánchez Moreno en su Tratado práctico de etiqueta y distinción, (1928). Tal conducta sería hoy, inevitablemente incomprendida e incluso censurada. Como bien afirma Amando de Miguel, que recoge la cita en su libro Cien años de urbanidad (1991), ya no hay criados para llevar y traer paraguas. La actitud del varón, con respetuosa y silenciosa distancia, contestando sólo a lo que se le pregunta, tampoco es de estos tiempos. Silencio y distancia. Mejor eso que la tiranía de la espontaneidad y el dictado de la impertinencia. Era admirable esa capacidad de los antiguos: hacer más elegante lo cotidiano con la ayuda de un paraguas y un chaparrón.
Hummm, no cambio aquellos modales por los de hoy, y eso que los de hoy son tremendos en cuanto a mala leche. En aquellos años hubo mucha hipocresía, con aquella moral burguesa que venía desde mediados del XIX y que tiene que ver mucho con la moral vistoriana.
ResponderEliminarSaludos.
Hoy es tan inusual esa muestra de cortesía que posiblemente la gente crea que se trata de una grabación de esas de "cámara oculta". Si hoy haces eso. Es decir: paras a una señora en la calle, le ofreces tu paraguas y le das una tarjeta para que te llame, posiblemente crea que la estás acosando y te dé con el paraguas en la cabeza.
ResponderEliminarY es que la mayoría de nuestros congéneres desconoce las mínimas reglas de urbanidad. Falta de hábito.
Un amigo me contaba que un día iba conduciendo su coche y al parar en un semáforo en rojo vio que el coche que estaba en paralelo a su izquierda llevaba la puerta del copiloto mal cerrada. Bajó la ventanilla para advertir al despistado conductor y así evitarle un problema y el ingrato conductor le increpó diciendo "¡¿Qué quieres gilip...?!"
¡Qué tiempos!
Un saludo.
Creo, sinceramente, don Juan, que la hipocresía forma parte de la condición humana. Hoy tenemos hipócritas como antes pero con peores modales. Y bendita hipocresía la que nos cede el paso, presta un paraguas o tiene una palabra amable cada día. Por otra parte creo que la época victoriana y, también la eduardiana, fue brillante y tolerante, en la medida de lo posible y de su tiempo. No olvidemos, por ejemplo, que Inglaterra fue lugar de refugio para perseguidos de medio mundo.
ResponderEliminarSaludos y muchas gracias.
Hoy quizás por ayudar a no mojarse a una mujer o intentar ser caballeroso lo mismo viene uno tildado de machista...más de un caso así se ha dado en este nuestra España de hoy.
ResponderEliminarUn regio saludo.
Y la caballerosidad es lo opuesto al machismo.
ResponderEliminarMuchas gracias Carolus Rex.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs muy interesante su reflexión don Cayetano. Hay formas de urbanidad que son de otro tiempo y no se han podido adaptar a la vida actual. Otras eran ya alambicadas, e incluso consideradas empalagosas, a juicio de gente bien educada. Pero hay un fondo en la cortesía que existirá siempre y siempre tendrá vigencia. De eso se trata. Ceder un paraguas, por ejemplo, es un gesto sencillo y elegante. Y creo que, en su caso, habría gente que lo comprendería y valoraría con justicia. A todos, mujeres y hombres, nos gusta ser tratados con dignidad y consideración.
ResponderEliminarMuchas gracias y mis saludos.
Unos modales completamente anacrónicos y que no serían bien entendidos en nuestros días como bien apuntan los anteriores comentaristas.
ResponderEliminarLo que me sorprende es la fecha del "Tratado de etiqueta". ¡1928! Si me dijera que es del XIX lo entendería, pero no en unos años en que la mujer intentaba emanciparse de algunos protocolos y ataduras.
Un saludo cordial.
Sentido común es lo que falta muchas veces, aunque te puedes encontrar con "un subnormal", como le pasó al amigo de Cayetano, no es la norma.
ResponderEliminarUn saludo.
Los modales y la educación se han perdido, ahora prima la familiaridad y la impertinencia, hay gente que incluso la confunde con la simpatía.
ResponderEliminarMuy interesante la entrada.
Un saludo.
Completamente de acuerdo en que la caballerosidad es lo opuesto al machismo. Yo no lo juzgo ridículo, simplemente no se puede aplicar la mirada actual a los usos de otra época con intención de juzgar, pero sí de reflexionar. Creo que la mujer lleva mucho tiempo intentando liberarse de muchas cosas injustas (y camino queda) pero la lástima es que los tiempos la hayan liberado - a ella y al hombre- de la cortesía que, como dices, estiliza la vida. Sin tarjeta y sin tonterías, se agradece un paraguas bajo la lluvia como se agradece una sonrisa y un buenos días. Prescindir de esas cosas es un error. A mí me gustan.
ResponderEliminarSaludos de su lectora.
La cortesía y la caballerosidad, como la amabilidad, se echan de menos, D. Retablo. Las buenas formas con contenido, no simple ropaje sin nada debajo, han servido para convivir y hacer la vida más fácil. Creo compatible que las mujeres trabajemos fuera de casa con un trato diferenciado, porque yo tampoco trato igual a una persona de 80 años con la que me cruzo, a mi jefe, a un alumno, a mi hermano o a un amigo de toda la vida. El respeto declina de formas diferentes según se trate, y no es hacer de menos a nadie, es al revés, es individualizarnos.
ResponderEliminarNada más deplorable que el egoísmo y la mala educación actual disfrazadas de igualdad. Ciertas normas de urbanidad, más que hipócritas, resultan convenciones utilísimas para favorecer la convivencia. Criticadas por artificiosas, hoy se desprecian y pasamos de la exageración de lo que sucedía a princios del siglo XX, a ver lo que ocurre en este comienzo del XXI. Una gran diferencia hay entre aquello de hace cien años y lo de ahora (como el caso contado por Cayetano): aquel puede mover a la risa, pero no a la violencia; éste al insulto, antesala de la violencia.
ResponderEliminarA mí todavía me gusta ceder el paso a una señora al paso de una puerta. Un saludo.
Pues el tratado es relativamente tardío. Casi siempre, por la propia naturaleza del asunto, tales manuales suelen ser bastante conservadores y parecer más antiguos. Por otra parte las normas de urbanidad vigentes en los años veinte no debían de ser muy diferentes a las de finales del XIX, en especial en los ambientes provincianos.
ResponderEliminarMuchas gracias don Lorenzo. Y perdone usted el retraso de mi contestación.
Me temo, don Eduardo, que la norma sea cada vez más la tosquedad y la ordinariez. O la indiferencia ante este hecho.
ResponderEliminarSaludos y muchas gracias.
Es verdad. Es horripilante caer bajo la jurisdicción de los simpáticos profesionales.
ResponderEliminarSaludos señor de Valverde y perdone usted también, lo mismo que don Eduardo, el retraso en este comentario.
Usted lo explica, naturalmente, mejor que yo, doña Olga. Ciertos gestos son muestras de civilización. Y no son, por supuesto, privativas de clase social alguna. Cambian, inevitablemente, ciertas formas, pero hay un fondo permanente que se remonta, nada menos, que al siglo XII.
ResponderEliminarMuchas gracias y perdone la tardanza de mi comentario.
Es muy sólida su argumentación doña Aurora. La gentileza y la caballerosidad con creaciones tan venerables, y tan necesarias, como las catedrales. En un gesto amable pueden residir mil años de civilización.
ResponderEliminarReciba mis saludos y perdone el retraso en mi comentario.
Desde luego señor de la Terraza. Y a mí también. Actualmente los gestos de cualquier persona bien educada tienen el valor de una señal que indica que no todo está perdido.
ResponderEliminarSaludos y muchas gracias.
Me encantan las formas de otros tiempos, manteniendo siempre la distancia, tratándose de usted y con modales exquisitos. De todos modos no hay que generalizar, pues pesados e impertinentes también existirían entonces.
ResponderEliminarSaludos
Naturalmente doña Carmen. El respeto a las formas tiene que ir unido a cierta sencillez. Lo contrario es caer en lo cursi y, por tanto, en el mal gusto.
ResponderEliminarMuchas gracias y mis saludos.
Estoy de acuerdo con Cayetano, si a un hombre, en uno de estos días de lluvia que vivimos en esta por fin llegada estación otoñal, osara a hacer lo mismo que el pobre caballero de tu post, se llevaría un paraguazo, como mínimo... Han cambiado mucho las formas, a veces para bien, otras para mal. Hay muchas ocasiones en las que se echa de menos algo de educación y hasta podría decir caballerosidad.
ResponderEliminarUn saludo!
Claro está doña GC. No se trata de caer en empalagos y florituras sino de conservar un fondo de corrección, de respeto a las formas y de hacer la vida menos áspera.
ResponderEliminarReciba mis saludos.