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Mostrando entradas de agosto, 2011

ALGUNOS DATOS SOBRE MESONES

Los mesones eran establecimientos cuyo fin era alojar a los viajeros. Tenían menos categoría que las fondas y las posadas y se diferenciaban de las ventas en que éstas estaban en despoblado. Podían ser de propiedad concejil, señorial, eclesiástica y también particular. Poco se podía esperar de un mesón. O mucho, según se mire. El viajero recibía techo y cobijo para descansar, dormir o, por lo menos, pasar la noche. En el mesón no se proporcionaba ni vino ni comida pues el alojado debía traerlos por su cuenta. Las ordenanzas municipales y la costumbre establecían que el vino se comprase en las tabernas y la sustancia en figones y bodegones. También cabía la posibilidad de adquirir algún platillo o golosina en los numerosos puestos ambulantes si se trataba, naturalmente, de una población de importancia. En la aldea prevalecía la escasez más que la abundancia. Los mesones no eran caros. Sus precios, muchas veces fijados por el pertinaz intervencionismo de los gobiernos municipales, debía...

UN OFICIO DEL CAMPO: EL VELADOR

 Sus tareas son descritas por Manuel Halcón, marqués de Villar del Tajo, gran conocedor de la vida del campo, en su novela Ir a más.  El velador vigilaba a los mulos durante la noche. Ocupaba un puesto modesto en la larga jerarquía de oficios agrícolas, sin duda por lo sacrificado de sus circunstancias. No carecía, sin embargo, de gran responsabilidad por el elevado valor de las yuntas, capaces de procurar un sobrado sustento a las familias labradoras. Comenzaba su labor por la tarde, al dar de mano los gañanes. Entonces el velador iba con las caballerías al pilar para que bebiesen. Después las conducía a las rastrojeras donde eran trabadas. Era fundamental que pastasen para reponer fuerzas. Si al día siguiente los animales no bebían del pilar era señal de enfermedad o de haber pasado la noche entre pasto esquilmado. No era esto de buenos veladores. Antes de oscurecer, el velador debía elegir dos mulos a los que colocaba sus correspondientes esquilas. Su sonido en la noche mar...

SANCHO DÁVILA

Hubo un obispo de Jaén que se llamó así. Y un capitán de los tiempos de Carlos V y Felipe II. Y otros personajes más. Pero nos referimos a otro, de vida más oscura pero no menos valerosa, granadino y paje de santo Toribio Alfonso de Mogrovejo. Entró a su servicio cuando éste era inquisidor en Granada. Al pasar a Indias,cuando el Santo iba a ocupar el arzobispado de Lima por muerte de don Jerónimo de Loaysa, Sancho Dávila formaba parte de su séquito junto a veintiún más. Llegaron allí en 1581. Fue santo Toribio un decidido defensor de los principios de Trento y visitó con dedicación y riesgo de su persona la inmensa diócesis que estaba bajo su jurisdicción. Las leguas se contaban por centenas en aquellas salidas y había más peligros que lejanías. Una vez, en una de esas jornadas, camino de Moyobamba, estuvo santo Toribio a punto de entregar la vida y el alma. Hubo una tormenta terrible, resbalaban las caballerías en los barrizales. Entre juramentos y plegarias, hubo uno, llamado Diego d...