domingo, 24 de julio de 2011

LAS PIEDRAS DEL PEREGRINO GUILLERMO MANIER

Fue Guillermo Manier sastre en Carlepont, en la Picardía, del Reino de Francia. Salió de su nación, camino hacia Santiago de Galicia, en 1726 sin pasaporte ni dinero. La falta de caudal no le impidió comprar varias piedras a las que se atribuían, en su tiempo, propiedades curativas y protectoras. Consiguió una piedra del águila, que tenía forma de nuez rojiza y agrisada. Era muy útil para las mujeres encinta, para evitar abortos y prevenir envenenamientos. También contra los males de cabeza, peste y toda suerte de fiebres. San Isidoro, Plinio, Dioscórides y Alberto Magno confirmaban sus prodigiosos efectos y poco se podía discutir a la lumbre de tales entendimientos. En el Hospital de Oviedo Manier recibió de un peregrino vizcaíno una ágata, también contra los males de cabeza. En otra ocasión compró seis o siete docenas de piedras, por seis o siete cuartos, y de paso tomó nota de una hoja, que decía estar editada en Roma, sobre "Les vertus et propietés des pierres de croix et celles  d´hirondelles". Estas piedras, disueltas en vino y consumidas durante nueve días por la mañana y en ayunas, se empleaban contra los malos espíritus. Servían contra los mareos y para tener buenas navegaciones si se recitaba también el Ave María. Eran además un buen diurético. Se afirmaba que las piedras de golondrina estaban en la cabeza de estos pájaros. Las había blancas y rojas. Las primeras, metidas en la boca del usuario, evitaban la sed y, colgadas del cuello, se decía igualmente, facilitaban los partos e impedían las hemorragias. Un vaso de agua que hubiese tenido en remojo una de estas piedras, durante una noche, se convertía en un eficientísimo laxante. Era también recurso contra las enfermedades de los ojos, la gota, fiebres de todo tipo y peste. Estos datos los he leído en la obra de Vázquez de Parga, Lacarra y Uría, Las peregrinaciones a Santiago de Compostela (1948).
También Álvaro Cunqueiro se ocupó del sastre Manier. Pasó éste por Mondoñedo y le causaron admiración sus grandes laureles, los naranjos y una cebolla de Indias, de tamaño descomunal, que le mostraron. Decía Cunqueiro: "yo no sé muy bien qué cosa sea una cebolla de Indias, y me gustaría saberlo". Igual pienso yo.

15 comentarios:

  1. Bueno, desgraciadamente veo que no han cambiado mucho las cosas. Pronto, en septiembre, saldra la enésima colección de piedras con sus fasciculos explicativos en los kioscos de toda España. Me extraña que hayamos llegado hasta aquí con estas ideas.

    Saludos cordiales.

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  2. Vaya usted a saber cómo serán esas cebollas. Lo que es una suerte es que se haya inventado el gelocatil. Sale mucho más barato combatir con él el dolor de cabeza que tener que andar utilizando ágatas y piedras similares. Además simplifica mucho las cosas.
    pero claro, contra los malos espíritus no hay pastillas todavía, así que para eso habrá que seguir con los viejos remedios.

    Buenas noches

    Bisous

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  3. Las cosas siempre cambian muy poco don Lorenzo. Bien lo podemos aprender del estudio de la Historia.

    Muchas gracias y reciba mis saludos.

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  4. ¡Cuánta razón tiene usted!. los avances médicos desde el siglo XIX fueron verdaderamente revolucionarios y han cambiado la vida, es verdad.

    Saludos Dame Masquée y reciba mi agradecimiento.

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  5. Los curanderos y las creencias populares en medicinas milagrosas, mezclas de paganismo y catolicismo estuvieron muy extendidas por la piel de toro hasta bien entrado el siglo pasado y como nos trae usted hoy veo que el tema de las piedras gozaba de gran aceptación.

    Un regio saludo.

    PD: he publicado una nueva entrada sobre las estatuas de Carlos II en el reino de Nápoles que espero sea de su agrado.

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  6. Qué casualidad, tenían que disolverse precisamente en vino las piedras para surtir su efecto. Supongo que con ese disolvente cualquier soluto sería bueno. Un saludo.

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  7. Juraría que le había dejado un comentario...cosas de la tecnología, decía que el uso de las piedras y otros amuletos y panaceas universales estuvo muy extendida por la piel de toro hasta bien entrado el siglo XX.

    Un regio saludo.

    PD: en mi blog una nueva entrada sobre las estatuas de Carlos II en el reino de Nápoles, espero que sea de su gusto.

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  8. Leyendo su interesantísimo artículo me doy cuenta de que tampoco han cambiado tanto las cosas, hay auténticos tratados sobre las propiedades de las piedras que como los casos que usted nos expone, tienen cualidades cuasi milagrosas también.
    Creo sinceramente que si bien las piedras no tienen ningún tipo de cualidad especial, si que tienen un efecto en el paciente dependiendo de cuánto crea este que las piedras tienen efecto sobre él....

    Un saludo :-)

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  9. He leído las entradas dedicadas a la imagen de Carlos II y me parecen, naturalmente, espléndidas. Y tiene usted razón. la gente trataba de obtener remedios contra los distintos males en tiempos de escasos conocimientos médicos. Bien a través de oraciones de santiguadores o por la posesión de piedras consideradas medicinales.

    Muchas gracias y perdone mi tardanza en contestar a su comentario.

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  10. Es verdad señor de la Terraza. Lo del vino siempre ayudaría algo. Aunque fuese un poco áspero.

    Reciba mis saludos y mis disculpas por la tardanza en publicar su comentario.

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  11. Los lapidarios eran obras que trataban sobre esta materia. Las pulseras magnéticas que venden, creo, deben de participar de esta idea de la curación por las piedras que es bien antigua.

    Muchas gracias señor de Mingo y perdone usted la tardanza en la publicación de su comentario.

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  12. Al fin y al cabo el cuerpo del hombre se compone de agua, pero también de minerales...

    Saludos

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  13. Una reflexión que habría gustado a los ascetas del XVII. Polvo y cenizas al fin, minerales como usted bien dice.

    Saludos doña Carmen.

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  14. Las cebollas de Indias son esas de aspecto rojizo y suelen ser grandes.

    Saludos

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  15. Muchas gracias por el dato don Eduardo. ¿Son quizás las llamadas cebollas albarranas?.

    Saludos y pase usted un buen agosto.

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