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Mostrando entradas de mayo, 2011

LANCETAS

Gregorio Marañón consideraba bárbara la costumbre de practicar sangrías. Y la lanceta era el instrumento para tal recurso. En los tiempos de Velázquez se podía adquirir una, con guarniciones de concha, por tres reales y medio. El cirujano giennense Jacinto de Arteaga tenía, según consta en una escritura notarial, de 1691, "un estuche de lancetas guarnecidas en plata y unas piedras de afilar y otras herramientas sacamuelas de dicho mi arte". Arte que no oficio mecánico. En esto Arteaga no admitía dudas. Lo de  las herramientas para sacar muelas no sugiere un trance especialmente grato. En otro lugar, pero para el caso es lo mismo, Lord Chesterfield aconsejaba a su hijo extremar la higiene dental para evitar, entre otros inconvenientes impropios para un caballero,  los horrorosos dolores  provocados por una dentadura en mal estado. Pero volvamos a España y a recordar precios, así una caja de cirujano costaba cinco reales y un real menos la de barbero. Los artilugios para d...

UNA BULA CONTRA EL TABACO EN 1642

Tras la lectura de la última y espléndida entrada de Pinceladas de Historia Bejarana , he recordado la obra del jesuita Alonso de Quintadueñas dedicada a explicar una bula, concedida por Urbano VIII a petición del Deán y Cabildo de la Santa Iglesia Metropolitana de Sevilla en 1642, que trataba de prohibir el consumo de tabaco en las iglesias, patios y otras áreas dependientes de su jurisdicción. Motivó tal documento pontificio "la grave indecencia con que assi eclesiasticos, como seglares profanaban las Iglesias, Sacristias, Coros, y otros lugares sagrados con el uso del tabaco". Se tomaba por la nariz, se mascaba, se fumaba o se bebía disuelto en agua. Circulaba en el coro y habia constancia de "averse algunas veces visto a algunos tomar tabaco de humo en las Capillas de las Iglesias y aun llegar a encender el instrumento a las velas de los altares, y en estos celebrando o siendo Diaconos o subdiaconos". Se daba tambien fe de los malos hábitos de los dados al tab...

AFICIÓN AL JUEGO Y CLÉRIGOS DEL SIGLO XVI

Entre los siglos XVI y XVIII Un elevado número de españoles recibió las órdenes sagradas. Hubo clérigos de la más variada condición. Desde santos a aventureros pasando por pícaros y gente que sencillamente buscaba un acomodo razonable para vivir. Muchos recibieron órdenes menores para beneficiarse del fuero eclesiástico y obtener así alguna rentilla, obligados por sus padres o por propia voluntad, tuviesen o no vocación religiosa. La intención reformadora de la Monarquía y de la propia Iglesia española era más que justificada y sincera. Ahí están, a modo de ejemplo, las biografías de Isabel de Castilla, Cisneros o santa Teresa de Jesús. Entre las malas costumbres que se perseguían destaca la afición, tan extendida en aquellos años, al juego. Sirvan de muestra las Constituciones Sinodales de Córdoba , de 1521, que prohibían a todo clérigo "juegue ni publica ni ocultamente ni a los dados ni a las tablas ni a los naypes, ni esten presentes, ni assistan a los que juegan, ni les ...

VESTIDOS DE GOLILLA

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Me permito aportar un dato más sobre la mentalidad española de siglos pasados. Escribe un jesuita de mediados del XVIII: "Los toledanos andan vestidos de golilla, aun los zapateros y otros oficiales y sus mujeres andan con mantos de seda y creo que no hay ciudad en España, donde los concursos y procesiones sean con más lucimiento, sin mezcla de rústicos, capas pardas y polainas...usan aquellos de espadas y dagas muy lucidas y con las golillas y vestidos de nobleza o terciopelo, hay sastres que parecen títulos". "Sastres que parecen títulos". Posible conversación de sastrería toledana, murciana, turolense o de cualquier parte del Reino: "se acabó la jornada señores, dejemos tijeras y bayetas, espere su encargo en buena hora el señor racionero y ciñamos la espada que vamos de procesión. El tiempo es oro, dicen, pero mañana será otro día. Y más largas serán la horas del purgatorio si no cumplimos como buenos". ¿Eran burgueses estos personajes?. No parec...

GANAPANES

1649 fue año de peste. Leo una relación anónima de las calamidades padecidas en Sevilla. Junto a tantos muertos, desconsuelos y espantos, el desconocido autor dice: "vide a un abogado que auia sido juez lleuar un cuarto de carnero, i a mucha gente honrada cargada con las cosas necesarias, por que no auia de quien valerse". Así se hace constar como prueba irrefutable del desastre de los tiempos. En aquella época la gente principal, o todo aquél que se tuviese por tal, no llevaba bajo el brazo ni el más liviano paquetillo. No era sólo por comodidad, que también, sino por aparecer ante el mundo con la compostura adecuada y mostrar cierta noble ociosidad. Se podía portar, sin asombro de nadie, muleta, vara de justicia, aderezo completo de espada y daga, un misal, un memorial o, incluso, una edición de Plutarco, pero no un carrueco, una talega o un azumbre de vino nuevo sin grave demérito de la estimación general. No digamos un cuarto de carnero, da igual si acecinado o exuda...

AGUA DE SAN GREGORIO Y PLAGAS DE LANGOSTA

La langosta asoló los campos españoles en numerosas ocasiones. La insuficiencia de los medios humanos para combatir esta plaga obligaba a pedir la intercesión de los santos. Se recurría en estos aprietos al agua de san Gregorio Ostiense. Creo que esto se debe explicar. En la villa de Sorlada, del Reino de Navarra, en pleno valle de Berrueza, se encuentra un santuario donde se custodia la cabeza de san Gregorio Ostiense. El agua, una vez que entraba en contacto con esta reliquia, mediante un sencillo procedimiento, se convertía en eficaz remedio contra la langosta y otras sabandijas como la oruga y el pulgón. También libraba de males al cuerpo y al alma. Tuvo el agua de san Gregorio un enorme prestigio en la España del Antiguo Régimen y, cuando las plagas apretaban, los concejos mandaban a buscar el remedio a Sorlada y allí acudían sus enviados, pasando mil trabajos y penalidades. Después volvían con unas garrafas de agua del Santo, imagino que selladas, y con los correspondientes ...

SOBRE MEDALLAS Y DEVOCIONES DE SOLDADOS

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Escribe Geoffrey Parker en su obra El ejército de Flandes y el Camino Español (1567-1659) : "Los enemigos se sorprendían siempre ante las muchas efigies religiosas, crucifijos, Agnus Dei y otras reproduciones parecidas que llevaban los españoles muertos en combate". ¿Cómo eran estos crucifijos y medallas que movían la devoción del pica seca que sostenía al Imperio?. En Belfast se conservan, junto a otros restos, algunas medallas de los tripulantes y soldados de un galeón español, náufrago en las costas de Antrim , cuando lo de la Felicísima Armada. A pesar de su modestia imponen una honda emoción. Debían de ser como las que aparecen en una relación de 1627, que he podido consultar, y en la que se recogen diversos artículos de mercería, todos para uso de la gente corriente. Se mencionan medallas de latón, "de todas y mejores", entre 4 y 8 maravedíes, cruces de Caravaca, también de latón, a un real las grandes y a 24 maravedíes las pequeñas, además de varios tipos...

ESPRONCEDA EL DUELISTA

Políticos, militares y periodistas se batían en duelo con gran frecuencia. Fue una práctica muy extendida hasta la II República. Un ejemplo a recordar es el ocurrido en 1837 cuando el periodista moderado Andrés Borrego fue retado por el entonces político progresista Luis González Bravo. Borrego contó como padrinos con el coronel de Caballería Bienvenga y con el marqués de Viluma. Éste, por diversos achaques, cedió el padrinazgo a su hermano el conde de Cheste, asimismo coronel del Arma de Caballería. Representaban a González Bravo el conde de las Navas y José de Espronceda, ambos muy puntillosos e impetuosos. Por ser padrinos de la parte ofendida impusieron las condiciones del duelo, aceptadas con disgusto por los de Borrego. Sería a pistola y los duelistas avanzarían y dispararían hasta que uno de los dos quedase fuera de combate. Según un prontuario para duelos, de 1873, la modalidad elegida era la del "duelo marchando", especialmente peligrosa y, por tanto, adecuada par...