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Mostrando entradas de mayo, 2014

DE PESCA EN EL SIGLO XVI

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Al señor de Chimista En diciembre de 1592 el Concejo de Jaén aprobó unas ordenanzas de pesca*. En tales disposiciones se prohibía el uso de golletes, medias, lunas, agrumaderas, telillas y cualquier tipo de mallas o redes excepto las atarrayas y esparaveles, permitidos por las pragmáticas de 1552. Estos arreos eran redes redondas, con sus plomos, para lanzar con buen aire y sacar a brazo en aguas poco profundas. No estaba autorizada la pesca con tales aparejos desde inicios de marzo a inicios de julio "respecto ser los meses que los peces desovan y crían". La pesca de la trucha se podía practicar con caña y anzuelo en los parajes de Vado Sacejo, las hoces de Riofrío y Candelabraje. De esta manera, según las ordenanzas, la población de estos ilustres peces crecería "con grande abundancia y provecho". A los infractores, sorprendidos por caballeros de la sierra y guardas del campo, se les impondrían multas de 1.000 maravedíes y la perdida de los avíos. Estas no...

LOS POBRES Y LA NOCHE DE MADRID

Los pobres de verdad pasaban el día en la calle, deambulando, mal recogidos en cafés, tabernas y figones. De tarde en tarde hacían algún trabajo, transportaban fardos o espuertas , trataban de sobrevivir con enormes apuros, atentos a lo que salía, viviendo al día. Por las noches los que no tenían un techo, que eran legión, buscaban cobijo en algún zaguán o en el pórtico de una iglesia. Los que conseguían unas monedas podían alquilar una cama en las fementidas casas de dormir. Los veranos eran más llevaderos y los inviernos, ya se sabe, siempre han sido malos compañeros para sobrellevar la miseria. En el Londres victoriano, según afirma Jack London en The people of the Abyss (1903), a los que carecían de alojamiento se les prohibía dormir de noche. Cuesta creerlo. Si esto era así, la pobretería londinense, sólo podía sentarse en un banco y dar cabezadas, bien derecha, aparentando, como si tal cosa, estar en vela y tomando el fresco. En Madrid no regía una normativa tan estricta....

LA EDAD Y LA GENTE DEL SIGLO XVI

 Lutero, Rabelais, Bartolomé de las Casas, san Ignacio de Loyola y santa Teresa de Jesús no recordaban con precisión su edad. No era un dato fácil conservar en la memoria ni de demasiada utilidad en la vida de una persona. A veces se conocía el año de nacimiento por su coincidencia con temporales, hambres, grandes nevadas, crecidas de ríos, plagas o epidemias. La gente recordaba, con más facilidad, el día por el santoral o por la celebración de alguna festividad grande de la Iglesia. La hora de la llegada a este valle de lágrimas era más fácil de fijar por el testimonio de la propia madre o de las personas que asistieron al parto o tuvieron noticia de éste. Pasados los sesenta años se perdía la cuenta. El teólogo Martín Pérez de Ayala, natural de Segura de la Sierra y que estuvo Trento, escribió en su autobiografía que no sabía muy bien si había nacido en 1503 o 1504 "porque en un año andaba mi madre dudosa, que no sabía determinarse". Aseguraba, sin embargo, que había sido a...

MÍSTICA Y GARBANZOS

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El 19 de agosto de 1591 estaba san Juan de la Cruz en   La Peñuela . Pasaba allí los días, apartado de ruidos y novedades. Estaba el conventillo a las puertas de Despeñaperros , muy cerca del solar de La Carolina, todavía sin fundar. Escribía san Juan de la Cruz a doña Ana del Mercado -no sin santo fastidio- que si bien "la anchura del desierto ayuda mucho al alma y al cuerpo" no dejaban de requerirlo para que volviese al mundo y atendiese graves obligaciones y trabajos. Daba largas y remoloneaba a lo divino. Nada mejor que el olvido en esos despoblados. En la misma carta decía: "esta mañana habemos ya venido de coger nuestros garbanzos, y asi, las mañanas. Otro dia los trillaremos." La carta en: San Juan de la Cruz, Obras Completas , Ed. Licinio Ruano de la Iglesia, BAC, Madrid, 2002

CAZADORES, PODADORES Y BUSCADORES DE PANALES

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Lo muy antiguo ha perdurado en España hasta hace poco tiempo. La obra de Moreno Castelló , en su estilo sencillo, de indiscutible amenidad, aporta valiosos datos sobre el campo y la gente de hace más de cien años en tierras de Jaén. En sus recuerdos, que se remontaban al reinado de Isabel II y a los primeros años de la Restauración, menciona a un personaje que vivía en una choza  cerca de Los Villares, en la Sierra de Jaén. Venía este hombre de familia de cazadores de oficio, es decir, de gente dedicada a cazar no por afición sino para vivir. Era un gran tirador. Fue además un reputado podador de olivos, destacando en el manejo del hacha incluso fuera de su pueblo. En la misma obra, páginas más adelante, se cita a otro cazador que contaba, además, con una prodigiosa habilidad en la poda de chopos y álamos. Para comenzar su faena, se encaramaba a la copa del primero y, desde ahí gracias al balanceo del tronco, pasaba de uno a otro, hasta acabar con el último. Sin tocar el s...

FELIPE II, LOS ESPAÑOLES Y LA TAUROMAQUIA

En 1527, hubo toros en Valladolid para celebrar el nacimiento de Felipe II. El conde de las Navas, en El espectáculo más nacional, cita distintos festejos que contaron con la presencia del Rey como los celebrados en Toro (1551), Benavente (¿1553?), Sevilla (1570), Badajoz (1580), Lérida (1585), Valencia (1585), Valladolid (1592), Segovia (1592), Tordesillas (1592) y Burgos (1592). Consta en una relación citada por Navas que "...el  príncipe Phelipe la primera vez que entro en Toro" fue agasajado por el marqués de Alcañices con una corrida  de"ocho toros buenos y ubo buenas lanzadas". Fue el 19 de septiembre de 1551. Es sabido, además, que Felipe II dio largas y demostró tener mano izquierda para no aplicar, con todo su rigor, las disposiciones papales que proscribían la tauromaquia. Escribiría a Roma para que tales prohibiciones no tuviesen efecto pues los españoles -que no tenían remedio- no podían pasar sin estos festejos. Sus fieles vasallos llevaban la taurom...