NAVAJAS PIADOSAS
A finales del siglo XVIII el inquisidor general, don Agustín Rubín de Ceballos , prohibió y mandó recoger aquellas "navajas y cuchillos, que en los cabos tengan grabadas las imágenes de Nuestro Señor Jesuchristo ó insignias de su Pasión, o las imágenes de Nuestra Señora, o de otros Santos". No se consideraba respetuoso, al parecer, que se cortaran hogazas o se desollasen corderos con cuchillería tan piadosa. Menos aún que se resolviesen cuestiones y pesadumbres con una ferralla tan devota. No faltaban -es verdad- precedentes de espadas antiguas que albergaron en sus empuñaduras y pomos huesecillos de santos, fragmentos de hábitos y otras reliquias. Sin embargo no era lo mismo, es justo reconocerlo, la espada de un caballero que la navaja de un jayán. Ni daba igual combatir en las Navas o en Lepanto que participar en una pelea tabernaria. El Santo Oficio, ya a finales del setecientos, daba ya poco miedo y se dedicaba, más que nada, a rastrear papeles jacobinos y librepensa...