LA POCA FORTUNA DE UN LADRÓN DE LIMOSNAS
El santuario de Nuestra Señora de las Caldas está en el lugar de Barros, un señorío de la Casa de Aguilar en las Montañas de Santander. Dicen que en la primera guerra carlista fue lugar de amparo para las partidas que se levantaron por el Pretendiente. Muchos años antes, en 1567, un individuo intentó desvalijar el cepillo de la ermita en el que los devotos depositaban sus limosnas. En mala hora tomó esa decisión pues, según Juan de Villafañe, "sucediole muy mal el loco atrevimiento". Cuando estaba trasteando en la caja para conseguir unos ruines cuartos, que tampoco habría mucho más, quedó su mano atrapada y no la pudo sacar "por más que lo intentaba, y hacía fuerza para ello". Allí se quedó apresado. Fue descubierto por alguien que no dudó en avisar a la Justicia. El cronista consideró el suceso como un milagro justiciero. El robo se pagaba muy caro en aquellos años . Sin demasiados adornos, escuetamente, nos dice Villafañe: "fue castigado como merecía su at...