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Mostrando entradas de enero, 2013

ARRIEROS, VARAS Y AMULETOS

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Moreno Castelló en sus recuerdos de cazador, durante los años de la Restauración, describe a dos arrieros que formaban parte de una expedición cinegética en Sierra Morena, en el término de Andújar: "atendían a todos y llevaban unas veces en la mano y otras sujetas entre el cinto de cuero y la faja, sendas varas, con las que de vez en cuando castigaban al burro descuidado". El arriero, que llevaba los equipajes del autor, puso sobre la albarda un par de mantas - la eterna manta de los españoles antiguos- y una zalea, ciñendo todo el aparejo con un cordelillo.  La caballería iba sin jáquima, con un cordel ajustado al cuello del que colgaban "unos cuernecillos y diges, que he visto mucho en las arrierías y que supongo que usan como higas, amuletos ó medios de preservar a los animales que los llevan, de todo mal". Así es. Estos amuletos los ha visto también el que esto escribe, en los mulos, burros y demás ganado asnal del término de Jaén. Hasta bien entrados los añ...

FESTEJOS POR EL MATRIMONIO DE ISABEL II

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En La Lidia  de 3 de abril de 1892 Federico Mínguez publicó los siguientes datos, extraídos de documentación perteneciente al Archivo Municipal de Madrid. Consta que para celebrar la boda de Isabel II con Don Francisco de Asís se celebraron dos festejos, el 14 y 16 de octubre de 1846. Participaron los siguientes espadas: Juan León, Juan Jiménez, Francisco Montes, Francisco Arjona Cúchares , Juan Martín, José Redondo Chiclanero , Manuel Díaz Lavi , Gaspar Díaz, Juan Lucas Blanco, Pedro Sánchez, Antonio del Río, y Julián Casas. Se compraron 105 toros correspondientes a las siguientes ganaderías y con los precios que se reseñan: Cuatro toros de don Joaquín Mazpule a 1.000 reales cada uno: 4.000 reales. 28 toros del marqués de Casa Gaviria a 3.000 reales cada uno: 84.000 reales. 28 toros de los duques de Osuna y Veragua a 3.000 reales cada uno: 84.000 reales. Tres toros de la viuda de don Rafael José Cabrera a 2.600 reales cada uno: 7.800 reales. Cuatro toros de don Manu...

EL FÚTBOL COMO VÍA CABALLERESCA

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Eran los primeros tiempos del fútbol en España. Existían, en aquellos años, ciertas dudas sobre si era conveniente su práctica entre personas de buena crianza. Las carreras detrás de una pelota, los balonazos en la cabeza, el rodar por los suelos, en fin, todo lo que implicaba dicho ejercicio, era contemplado con evidente estupefacción por los fieles a los modales y a la compostura del siglo XIX.  Aquel siglo en el que los tipos bien educados jamás corrían. Ni en la guerra. El debate estaba abierto, una vez más, entre reaccionarios y modernos. En el semanario Gran Vida , 1º de marzo de 1904, un autor - firmaba V.de C.- consideraba al fútbol como una disciplina varonil y educativa. Una práctica higiénica y saludable entre jóvenes bien educados, siempre que se practicase con prudencia, gallardía y empuje, lejos de toda animosidad y rencor: "con sinceridad os lo dice un gran entusiasta y defensor del foot-ball : si separáis al jugador del hombre bien educado, no queda mas que u...

SAN ANTÓN ENTRE HOGUERAS Y HELADAS

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En toda Europa, desde tiempo inmemorial, los campesinos han acostumbrado  encender hogueras en ciertos días del año. y bailar a su alrededor   o saltar sobre ellas (JG Frazer, La rama dorada, 1890) Fue san Antón hombre de vida legendaria. Su historia nos llega de un pasado remoto. Vieja como pasaje de libro de caballerías. De tiempos en los que se retiraban los grandes pecadores al yermo. A penar. Allí entre peñascos con hierbas del campo y raíces por toda colación. No son ya así las cosas. En Jaén se encienden hogueras en la víspera de su día. Son el precedente de otras lumbres, las de la Candelaria. Se pensaba que las hogueras tenían efectos purificadores, ahuyentadores de plagas y enfermedades de los animales. Según algunos estudiosos, los fuegos servían para avivar al sol , todavía muy débil en pleno invierno. Como paletada de brasero a lo grande.                                 ...

VALIENTES, FORMALES Y GRAVES

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Centinela contra franceses de Capmany es un buen ejemplo de la propaganda bélica española durante la guerra contra Napoleón. Es también muestra de la reacción, originada antes de 1808, frente a la influencia de la cultura y las modas francesas. La guerra, para Capmany, será la ocasión para retornar a lo español en su vertiente más casticista: "con esta guerra -afirma- volveremos a ser españoles rancios, a pesar de la insensata currataquería,esto es, volveremos a ser valientes, formales y graves". Volverán los españoles a tener patria, a tener costumbres propias, "cantaremos nuestras xácaras, y baylaremos nuestras danzas, vestiremos nuestro antiguo trage. Los que se llaman caballeros montarán nobles caballos, en vez de tocar el fortepiano". Se abandonarán los dramas semisentimentales afrancesados y "volveremos a hablar la castiza lengua lengua de nuestros abuelos, que andaba mendigando ya, en medio de tanta riqueza, remiendos de xerga galicana." Sin ...

SOBRE COCHES DEL SIGLO XVII

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Cada año, para el día siete de octubre, los dominicos del convento de Santa Catalina de Jaén invitaban a los caballeros del Cabildo municipal de Jaén a las solemnidades dedicadas a Nuestra Señora del Rosario. Se votó cumplir anualmente con tal obligación desde le victoria de Lepanto que fue tal día, como es sabido. Un año los regidores de Jaén decidieron ir en coches de caballos a los actos religiosos para darle a su presencia más lucimento. Don Lope de Valenzuela y Peralta, caballero veinticuatro de Baeza y caballerizo de la Reina "con el ejercicio del sossiego de los Cavallos de Su Magestad", no habría aprobado este modesto ornato. En sus  Exercicios de la Gineta al príncipe D. Baltasar Carlos, publicados en 1643, condenaba don Lope, riguroso siempre, "el abuso de los caballeros ociosos, que detenidos en la gala y regalo de los coches, se privan de mejorar su natural nobleza, con la adquirida que les grangea el instituto noble de esta Caballería". Mejor habr...

LA POCA PACIENCIA DEL CURA MERINO

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Fernando VII, tras regresar de Francia y restaurar el absolutismo, quiso conocer al cura Merino. Fue recibido en Palacio y el Rey celebró sus hazañas. Cuando la audiencia se acababa éste le preguntó cuáles eran sus pretensiones pues estaba dispuesto a premiar sus proezas frente a los de Bonaparte. Contestó don Jerónimo Merino: "Señor, poder continuar en la gloriosa carrera de las armas para prestar a V. M. otros tantos servicios".  Fernando VII que tenía otros planes, dándole una palmada en la espalda, le dijo: "te tengo preparada una silla en la catedral de Valencia para que descanses de tus fatigas, y recuperes tu quebrantada salud". Desconfiaría el monarca de Merino, hombre indómito e independiente, y a mejor recaudo estaría en un cabildo catedralicio que al frente de la tropa. No le gustó al cura guerrillero el premio y debió de salir amostazado de Palacio. No tuvo, por lo demás, otro remedio que incorporarse a su prebenda catedralicia y allí, nostálgico de l...