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Mostrando entradas de junio, 2012

CAMPANILLAS DE BUFETE

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Hablemos de las campanillas de bufete. Descansaban junto a los memoriales que demostraban remedios universales para los males de la Monarquía. O al lado de un tratado sobre diezmos y primicias en un olvidado abadengo. Daban también una nota alegre a la monotonía de los pleitos y contrastaban en su estridencia con la grave compostura de los hidalgos, fundadores de patronatos, capellanías y mayorazgos. Eran lo único alegre en la celda de los ascetas, con los santos y los demonios tras los cuarterones de la puerta, y en los despachos de los escribanos donde la astucia acechaba por los rincones. Su modesto repique era recurso obligado para llamar al criado, amodorrado y enredador, que no con descompuestas y villanas voces. Con elegancia las agitaban los largos dedos, como de muerto, de los que vivieron en aquellos tiempos. En las anochecidas de invierno las campanillas despedían reflejos de fuego fatuo a la luz de los velones. Los latoneros las vendían en 1627: "Cada campanilla de...

CON UN BASTÓN DE JUNCO

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ALFRED DE VIGNY El  conde de Cheste   recorría las calles de Barcelona en los convulsos días de la primavera de 1867. Derecho iba el Conde, Capitán General, vistiendo levita, cubierto con sombrero de copa alta y un bastón de junco en la mano. Afrontaba peligros ciertos y no perdía jamás la compostura. Nos imaginamos a Cheste, indolente con el junco en la mano. Sólo la dureza del gesto revelaría más al guerrero que al dandy. En Servidumbre y grandeza militar de Alfred de Vigny aparece un viejo oficial de las guerras napoleónicas, el capitán Renaud, apodado Bastón de Junco . Ese bastón, del que jamás se separaba, y en el que apoyaba su marcial cojera, había pertenecido a un jovencísimo oficial cuya muerte supuso para el capitán un calvario de escrúpulos de honor y de remordimiento. Con ese bastón como única defensa, el capitán encabezaba los ataques de los tiradores sin esgrimir la espada, hasta el último momento, cuando ya era necesario batirse cuerpo a cuerpo. El dato ...

CONJUROS CONTRA LA LANGOSTA

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En 1620 hubo una gran  plaga de langosta en Jaén. Decidió el Concejo llamar a un clérigo de Mula para que la conjurase. Era el licenciado Ascanio Talento considerado "un sacerdote de gran opinión, de letras y experimentado que con exorcismos ahuyenta la langosta". Mandaron a buscarlo y lo trajeron a Jaén. Si remoloneó o fue diligente para el viaje es algo que no consta en los archivos. Se presentó, al fin, Talento al Cabildo municipal para que los regidores pudieran preguntarle sobre sus métodos ya que no era conveniente hacer las cosas a la ligera. Era, culto lector, el XVII español. Las rentas concejiles a dos velas y la Dama de la Vela Verde , es decir, el Santo Oficio que hilaba muy fino en estos asuntos, si perder detalle. A ver si iban a acabar todos, así por las buenas, penitenciados y con un capirote en la cabeza. Al fin, tranquilizó el Licenciado a los caballeros veinticuatro pues afirmó que sólo recurría a oraciones, misas votivas y rogativas antes de salir al c...

EL GUARDAVÍAS

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Ruinas del apeadero de San Julián cerca de Despeñaperros (Vilches, Jaén)  El ferrocarril o la aparición de nuevos oficios. Uno de éstos era el de guardavías. Dickens escribió un relato de fantasmas titulado así, El guardavías. Precisamente una reciente entrada del excelente y muy erudito blog Obiter Dicta se centra en el accidente ferroviario sufrido por el autor inglés y que, probablemente, dio lugar a la inquietante desolación del citado cuento.   El guardavías de este relato tenía su caseta en un lugar lóbrego, batido por el aire helado, donde siempre olía a tierra, muy adecuado para las apariciones de un espectro atormentado y agorero. Es muy recomendable lectura, más propia de noviembre o diciembre que de estos días de junio. Quizás para que no se dejasen impresionar por noches oscuras como boca de lobo o almas en pena , el oficio de guardavías era muy adecuado para tipos bragados y fogueados, como los soldados licenciados, según recomendaba don Mariano M...

EL CAPITÁN MANUEL ORDÓÑEZ MARCHA BAJO LAS ÁGUILAS DE NAPOLEÓN

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MANUEL ORDÓÑEZ NACIÓ EN CÓRDOBA EN 1776. Fue un hombre arrastrado o seducido por los grandes azares de la Historia. Aventurero por voluntad o por las circunstancias, inició su carrera militar en el Regimiento de Infantería de Zamora en 1793. Al año siguiente era ya subteniente. Participó en las campañas de 1794 y 1795. En 1798 combatió contra los ingleses cuando éstos atacaron El Ferrol. En 1801 estuvo en la campaña de Portugal. Fue uno de los españoles que acompañó al marqués de la Romana a Dinamarca y estuvo en el asedio de Straldsun. Cuando se produjo la sublevación de Roskilde, al tener noticia las tropas del Marqués  que España se había levantado contra Bonaparte, fue hecho prisionero y conducido a Francia. Allí se alistó en el Regimiento José Napoleón en 1809 y tomó parte en las que Alfred de Vigny llamaba grandes guerras del Imperio. En 1812, ya capitán, fue enviado a Rusia y herido en Mojaïsk. Tras el desastre de esta invasión volvió a entrar en acción en las campa...

TAUROMAQUIA E IMPUESTOS EN EL SIGLO XVII

UN ESPAÑOL EN LOS REINOS DE CASTILLA pagaba los servicios ordinario y extraordinario, alcabalas, el chapín de la Reina, los impuestos de millones, arbitrios municipales, sisas, diezmos, primicias, tercias, la bula de la Santa Cruzada, portazgos, censos y moneda forera. Y no está completa la lista. Los arrendadores de impuestos y ejecutores se abalanzaban sobre los pueblos como aquella langosta que señoreó los campos en 1620 o en 1672. Ni los toros se libraban de la voracidad de la Real Hacienda. En 1661 el Cabildo municipal de Jaén, ciudad arruinada, quebrada y quebrantada en aquellos años, escribió una carta a sus procuradores de Cortes. Pedía que no se cargasen con sisas los toros de lidia al ser ésta una "fiesta en que la república está tan interesada" y por constituir tal carga el medio para la segura desaparición de la tauromaquia para "gran desconsuelo de los vecinos". Es notorio que la afición debía de ser muy grande para que los regidores de Jaén, algunos d...

MÁS SOBRE AFEITES

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LOPE DE RUEDA EN SU entremés Medora lanza una crítica muy acerba hacia el uso de maquillajes y afeites . Menciona a una mujer que: "nunca entiende sino enxabelgarse aquel rostro, enrojarse aquellos cabellos, polirse aquellas manos, que no parece muchas veces sino disfraz de carnestolendas". Indignación inútil, queja de tipos sombríos, además de batalla perdida ,como la Historia ha demostrado. Y mejor así. Era hábito, el de mejorar la propia apariencia, que venía de tiempos remotos. Caras no expuestas a la luz solar y manos cuidadas eran signos de señorío. Aparece, además, en la obra de dicho autor un personaje que, con cierto espíritu empresarial, pide favores "para poner una tienda de azeite, carbón y solimán". Modesto negocio de curiosas mercancías.