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Mostrando entradas de junio, 2011

COSMÉTICA BARROCA

Uno de los patios centrales del Alcázar de Madrid estaba decorado con bustos. Los que representaban figuras o personajes femeninos tenían los hombros y las mejillas pintados de colorete. Es un reflejo de la gran difusión de los afeites en la España del siglo XVII. Causaba, ese hábito de maquillarse, gran contrariedad no sólo entre moralistas y censores sino en personajes tan conocedores del mundo como Quevedo y Lope de Vega, ya precedidos en estas posiciones por humanistas italianos como Piccolomini o Castiglione. Mariló Vigil cita a Francisco Santos, autor de Día y noche de Madrid, donde se menciona la existencia de "quitadoras de vello" a domicilio que vendían, además, "pasas aderezadas, canutillos de albalyalde, solimán labrado, habas, parchecitos para las sienes, modo de hacer lunares, teñir canas, enrubiar el pelo, mudas para los paños de la cara, aderezo para las manos..".  Ya podían clamar contra los afeites unos y otros pero todas estas mixturas, al margen d...

SIESTA Y ASCÉTICA

Trata la carta de mortificaciones y ejercicios espirituales. Era para un predicador que se adivina desasosegado, inquieto y riguroso. La escribe san Juan de Ávila . Uno de los grandes de nuestro siglo XVI.  Dice, entre otras cosas: "Después de comer huelgue un poco el pensamiento, que aunque parecen que cuando pican la piedra del molino no se haze nada, mucho más se hace en aparejarla para más moler. Y si su cabeça a menester un poco de sueño, tómelo en hora buena".   Nadie negará que es una brillante defensa de la siesta. Y un buen consejo ahora que los calores arrecian. Además, nadie ha dicho que el negocio de la salvación tenga que resolverse con sueño y bostezos.

LOS MAYORALES DE LAS REALES DILIGENCIAS

Hace tiempo tuve ocasión de escribir unas líneas sobre los escopeteros de las Reales Diligencias . Figuras singulares, sin duda, pues en tan largos y penosos viajes era asunto de primer orden contar con un mayoral competente y formal. Según el reglamento de las Reales Diligencias de 1835 correspondía al mayoral conducir el carruaje con las riendas en la mano, sin abandonarlas en ningún momento, y conseguir que los viajeros, sus equipajes y los efectos a él confiados llegasen, sin novedad, a su destino. Antes de iniciar el viaje debía revisar con esmero el vehículo y comunicar a la Compañía cualquier deficiencia para su debida reparación. Una vez en el camino su mantenimiento era responsabilidad exclusiva del mayoral. Obligación ineludible era untar de sebo el carruaje. Debía hacerse esta enojosa operación, al menos, una vez por la noche. Para tal cometido podía recurrir a la ayuda de postillones, mozos de posada o de otras personas dispuestas. Todo mayoral debía revisar, con celo, torn...

HABLAR DE POLÍTICA EN EL SIGLO XVII

A don José Miguel Domínguez Leal que tan bien conoce al estudiantado de la Salamanca de nuestros siglos XVI y XVII En unas cartas de jesuitas se da cuenta de un labrador que se plantó ante Felipe IV , en el desastroso año de 1640, y le dijo: "Señor, esta monarquía se va acabando y quien no lo remedia arderá en los infiernos". Felipe Ruiz Martín cita un caso, unos años antes, a inicios de dicho reinado, en el que dos operarios de un telar de Salamanca tuvieron una conversación sobre los asuntos de la república y acabaron a palos. Céspedes y Meneses, contemporáneo de estos hechos, describe en una obra a ciertos "caballeros mozos y paseantes de barrio" que en portales y escaños de parroquia hablaban sobre la expansión de los turcos, los asuntos de Hungría y los problemas de los estados italianos. Quizás era uno de esos corrillos que tanto disgustaban al padre Quintadueñas , en los que corría la conversación y el tabaco. También se hablaba de política desde los púlpit...