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Mostrando entradas de noviembre, 2010

GOYESCOS

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José de Moya , vecino de Jaén declaró, ante escribano, lo que sigue: el 25 de noviembre de 1768 ”en que se celebro la festividad de Sancta Catalina, patrona desta dicha ciudad, como entre cuatro y zinco de la mañana, yendo el otorgante acompañado de otros amigos hazia el convento de señor Santo Domingo, junto a el de Santa Úrsula [...] unos soldados del castillo de esta ciudad, que no conozio, tubieron cierta desazon y quimera con unos paisanos por haberlos estos estrechado, segun a oido decir, queriendoles quitar a dichos soldados una guitarra que llevaban y aberlos apedreado”. Fueron los soldados, muy airados, tras los paisanos “en su seguimiento y discurriendo ser el otorgante uno de ellos con un sable le dieron heridas en diferente sitio”. El desventurado José de Moya se vio metido en una confusión de la que resultó maltrecho. O eso decía él, vayan ustedes a saber. No eran excepcionales estos episodios en las calles del Jaén de aquel tiempo. Además es cosa segura que ...

ARISTÓCRATAS

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Don Fernando de Torres y Portugal fue el primer conde de Villardompardo. Vivió en el reinado de Felipe II al que sirvió como virrey del Perú. Casó en dos ocasiones, la primera con doña Francisca de Carvajal y Osorio, hija del señor de la Casa de Jódar y la segunda con doña María Carrillo de Córdoba, hija del señor de Solares. Tuvo el Conde numerosos hijos. En su testamento da cuenta de algunos. Sus vidas fueron el claro reflejo de su tiempo y una muestra de lo mejor de la aristocracia de los años del Imperio. Parecen sacados de las páginas de una crónica vieja. La muerte, desdeñosa con rangos y estados, hizo lo suyo. Cuatro estuvieron en Flandes como soldados: don Diego de Carvajal, caballero de Santiago, muerto de un arcabuzazo; don Fernando de Torres y Portugal, también caballero de Santiago al que alcanzaron con otro arcabuzazo en las piernas. Tuvo este alcotán, triste y erguido, que valerse de muletas durante el resto de sus días; otro fue don Luis de Torres y Portugal, ca...

QUAN TRABAJOSO Y PELIGROSO ES EL OFICIO DE PREDICADOR

Don Francisco Aguilar Terrones del Caño era natural de Andujar, fue obispo de Tuy y de León y vivió entre 1551 y 1613. Sabía que no era broma de muchachos el negocio de la salvación pues muchos pecadores, conmovidos por un buen sermón, podían cambiar de vida y abominar de pasadas bellaquerías. Para aconsejar a los que subían a los púlpitos escribió su Instrucción de Predicadores. No es libro ameno, a decir verdad, pero está escrito con claridad y tiene reflexiones de gran valor. Consideraba que e l predicador “a de ser de mediano aspecto” y no “monstruosamente feo, o espantable de rostro”. Desaconsejaba predicar a gritos, las acciones vehementes y descompuestas “hundiendose en el pulpito, braceando apriesa” y “jamas se an de dar cozes, ni sonar los pies en el pulpito”. Era obligado, en lo posible, “no toser, ni escupir o limpiar el sudor en medio del sermón” y decía, no sin inocente jactancia: “yo devo de aver predicado mas de cuatrocientos, o quinientos sermones: y no devo de a...

EN TIEMPOS DE CARLOS II

No faltaban novedades en el Jaén del reinado de Carlos II. Un episodio que debió de tener una gran repercusión fue el ocurrido en 1681. Todo comenzó cuando el alguacil mayor don Lucas Manuel de Velasco entró en una casa a detener a unas gentes de mal vivir. Tuvo que ser don Lucas hombre dispuesto, bragado y dispuesto a dar la cara. Cuando se disponía a hacer cumplir la Justicia del Rey los jaques le dispararon un escopetazo. Fue alcanzado por cinco balas y aunque nadie daba un ochavo por su vida la salvó. Fue gracias a que el alguacil mayor llevaba sobre su pecho un relicario de Nuestro Padre Jesús Nazareno que recibió los impactos. El cristal que resguardaba la imagen quedó intacto. El hecho fue tenido por milagroso y mandó hacer información el provisor don Juan de Quiroga y Velarde. En una escritura del escribano del Número de Jaén Ramos de Ulloa se confirma la realidad de las heridas aunque no se dice nada de milagros. Así consta que el 25 de mayo de 1681 don Lucas Manuel de Velas...

EL ZAGUANETE DE FELIPE IV

Unos trescientos guardias custodiaban al Rey Felipe IV. No eran muchos para monarca tan poderoso. Estaban divididos en varias milicias: la Guardia Vieja, también llamada “de la lancilla” o “de la cuchilla”; una guardia española fundada en 1504; la guardia de archeros , conocida como valona o borgoñona, que vino de Flandes con Felipe el Hermoso y, finalmente, la alemana, instituida por Carlos V. Los componentes de ésta se distinguían por su elevada estatura y su carácter imperturbable. Vestían uniformes, rasgo notable en los soldados de los siglos XVI y XVII que solían ataviarse como Dios les daba a entender. De todo esto da cumplida cuenta Rodríguez Villa en su Etiqueta de la Casa de Austria. Predominaban el rojo y amarillo de la librea de la Casa de Austria dispuestos en jaquel. Eran los “soldados ajedreces” de los que hablaba Quevedo. También se conocía la Guardia española como la guardia amarilla . Aparecen, muy marciales y pisando fuerte, en algunas pinturas anónim...