miércoles, 2 de diciembre de 2015

SANTA BÁRBARA Y LOS ARTILLEROS

El cuatro de diciembre es el día de santa Bárbara. En el Memorial histórico de la Artillería española del capitán don Ramón de Salas (Imprenta que fue de García, Madrid, 1831) se justifica la devoción de los artilleros a esta santa "porque estando ya reconocida por abogada de los rayos y centellas, y siendo este fenómeno de la naturaleza el más parecido a los cañonazos y el más temible en los almacenes de pólvora , buscaron el patrocinio que podía valerles". Era costumbre, cada vez que se cargaba el cañón, hacer en la boca de éste una cruz con la bala e invocar el patrocinio de Santa Bárbara gloriosa. Fue una práctica muy recomendada por el gran ingeniero militar y artillero Luis Collado que, durante muchos años, sirvió a Felipe II y Felipe III. Quizás el gesto no buscaba tanto la asistencia sobrenatural para dar en el blanco como el evitar que estallase la pieza y se produjesen desgracias. Por toda España y sus posesiones hubo cofradías dedicadas a esta santa, formadas por bombarderos y artilleros en general. Collado menciona los estatutos de una de estas confraternidades, dedicadas a proteger a los hermanos enfermos y a sus familias, pagar entierros  y sostener las fiestas y demás actos cofradieros. En la víspera del día de la Santa se oficiaban unas fiestas solemnes y, una vez terminadas, iban todos los artilleros a la casa del diputado que hacía de gobernador, donde se les servía una colación o merienda. Allí toda esta honrada gente, dedicada al arte tormentaria, confraternizaba alegremente y hablaría de culebrinas, baluartes y bombardas. Después se entregaba a cada uno un ramillete de flores. Esto último no deja de causar admiración en individuos de tan esforzado y terrible oficio. Al día siguiente asistían, todos muy formales, a un requiem y a un oficio de difuntos.