domingo, 21 de junio de 2015

LOS ESPAÑOLES Y EL BOSQUE

Hace unos años, Gonzalo Anes escribió en una tercera de ABC* que, desde la Edad Media, había testimonios de la escasez de árboles en España. Los privilegios de la Mesta y el predominio de la ganadería extensiva propiciaron la conservación de los pastos y la persecución de las roturaciones ilegales pero, por otra parte, incentivaron la tala y quema de arbolado. La destrucción de los brotes por las reses, además de los factores climatológicos, imposibilitaron aún más la recuperación del bosque.

En los siglos XVI y XVII esta situación era denunciada por las Cortes y los cabildos municipales más relevantes. Si bien había disposiciones reales para proteger la riqueza forestal, éstas no se cumplían. Así lo hacían saber, con pesar, los ministros de Felipe V en 1708 y 1716. Con todo, la legislación conservacionista y repobladora no cesaba, como lo demuestran la Real Ordenanza de Montes de 1748 y la creación de visitadores de plantíos en 1762, mencionados por Anes en su articulo. Sin embargo, poco se avanzó al respecto. Ya Jovellanos, en su correspondencia con Antonio Ponz, hacía ver la falta de arbolado en Tierra de Campos y por tanto de leña, lo que obligaba a utilizar -como combustible para cocinas y hornos- sarmientos, cardos, boñigas secas y paja. El coste del transporte de leña y carbón, desde distancias de veinte leguas o más, encarecía de manera más que notable estos productos. Hay razones para pensar que en las casas españolas se padecían unos inviernos gélidos e ingratos. Quizás de aquí proceda la vieja afición a pasar muchas horas en la calle buscando, según la estación, sombras y solanas. En el reinado de Fernando VI, afirma asimismo Anes, era tremenda la desforestación en un radio de 30 leguas (unos 167 kilómetros) desde Madrid por las talas y quemas incontroladas. No faltaban concejos cuyos presupuestos dependían de las penas impuestas, año tras año, a los autores de estos desafueros. En alguna ocasión publicaré algunas cuentas al respecto.

La pasión por labrar tierras, no siempre de la calidad adecuada para los cultivos, constituía asimismo una fatalidad. La dehesa era considerada un espacio irresponsablemente improductivo, dedicado a aprovechamientos suntuarios como la caza y la crianza de reses bravas. No se tenían en cuenta ni su valor medioambiental -preocupación inexistente hasta hace unas décadas- ni la inutilidad de estas tierras para el cultivo de cereal, olivar o viñedo. Se conformó, de esta manera, uno de los más persistentes tópicos sobre el latifundio en España, comprensible en su momento pero carente de una base sólida.

Los procesos desamortizadores hicieron lo demás, no fue ya el arbolado sino los propios pastizales, muchos de ellos de propiedad concejil, los que se eliminaron para poner en cultivo tierras que, como indicábamos, eran de escaso rendimiento agrícola. Las cifras demuestran una reducción muy severa de superficie forestal. Baste saber que, entre 1860 y 1900, se vendieron cinco millones de hectáreas de montes públicos, más todo lo enajenado como consecuencia de la desamortización de Mendizábal. En 1860 había 32 millones de hectáreas de pastos, matorral y bosques, muy degradados de las que sólo podían considerarse arboladas doce millones y de éstas, a su vez, sólo la mitad contaba con arbolado alto en buenas condiciones. Entre 1860 y 1930 se produjo un descenso de seis millones de hectáreas de superficie forestal. El retroceso del bosque continuó hasta llegar a 1940, cuando España llegó a tener sólo 24 millones de hectáreas de superficie forestal, ocho millones menos que en 1860, probablemente la cifra más baja de toda su historia. A partir de este momento, el proceso de desforestación se frenó como consecuencia de las políticas de repoblación  combinadas con el abandono del campo y de las tierras de cultivo más improductivas**. Hoy las cosas han cambiado, a pesar de la infamia de los incendios en los montes, y España es la nación con mayor superficie forestal de Europa después de Suecia, además de doblar la de Francia y triplicar la de Alemania. Sólo entre 1990 y 2005 el bosque español aumentó en 4,4 millones de hectáreas, el 40% del total europeo. El viejo solar ibérico es, según estas cifras, más frondoso que nunca.
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*ABC, 21 de agosto de 1999.
** Los datos referidos a continuación en  Montero, G y Serrada, R., Edit., La situación de los bosques y el sector forestal en España, Sociedad Española de Ciencias Forestales, 2013,

14 comentarios:

  1. Esperemos que los incendios, intencionados o no, no acaben con esa riqueza natural; pues hay veranos en que España arde por los cuatro costados.
    Lejos quedan aquellos tiempos en los que una ardilla podía recorrer la península sin bajarse del árbol. Algo exagerado sin duda.
    Un saludo.

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    1. La ardilla habría tenido que recorrer sus buenos tramos por veredas y montes. Lo de los incendios, terrible.
      Saludos, don Cayetano.

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  2. En esa época, Carlos III, que fue un gran rey en muchas cosas, también lo fue en defensa de la naturaleza. No sé si recordará una entrada mía de hace tiempo sobre un arbolillo. Terminaba así:
    En el camino de la Capital a El Pardo se iniciaron unas obras, y el mismo rey requirió a los constructores que evitaran la tala de cuantas encinas fuera posible, sacrificando sólo las indispensables. Manos a la obra, así se procedía, y al llegar a una plaza que se abría, se decidió dejar en su centro, un solitario árbol a modo de recuerdo, una especie de monumento natural. El rey, al verlo, entre satisfecho y triste, dijo: "Pobrecillo, ¿quién te defenderá cuando yo muera?".
    Un saludo

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    1. Recuerdo su entrada, amigo DLT. Carlos III era, además, muy aficionado a la caza y hombre de gustos sencillos. Un gran rey.

      Saludos.

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  3. España, tierra de Mesta. Una desforestación que afectaría también a las fábricas de armas y proyectiles situadas en el norte de la Península, lo que unido a la progresiva falta de materia prima férrea, haría que se tuviese que importar de Francia u otros lugares...otra causa más de nuestro retraso industrial.

    Gran entrada.

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    1. En el siglo XVI España importaba grandes cargas de madera procedentes de los países escandinavos y de Alemania.
      Gracias por sus palabras, Carolus Rex.

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  4. Bien entiendo entonces la razón de que la sierra de Béjar concentrase una producción textil tan necesitada de madera como de un río bravío. La madera era utilizada para calentar grandes tinas del agua que se precisaba para lavar la lana sucia. Monopolio de los duques era su explotación, así como la del bosque, del monte, de la pesca y aun de la nieve.
    Un saludo

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    1. El carboneo fue el origen, también y en buena parte, de la deforestación. En España, durante muchos meses al año, se ha pasado frío. Respecto al uso de combustibles vegetales en la industria, recordemos el caso de la siderurgia andaluza, de vida efímera.
      Saludos, doña Carmen.

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  5. La tala que propició la desaparición de bosques fue el recurso -mal organizado y sin prever las consecuencias-que por un lado tenía una población mísera que necesitaba energía; en el otro lado, industrias y minería, esta última, en la zona del prepirineo catalán, dejó pelados los montes. Y a todo esto, me pregunto si las sociedades humanas tienen la capacidad de evitar esquilmar la Tierra. Mi respuesta es no, desde el paleolítico hasta hoy, el ser humano es una máquina de destrucción muy eficiente.

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    1. Sin embargo, doña Amaltea, en ninguna época se ha tenido tal conciencia de proteger a la naturaleza. Creo que mi modesto escrito prueba que no todo a ido a peor.

      Saludos.

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  6. Al final de la entrada he respirado, estando de acuerdo con usted. Soy una observadora de las repoblaciones forestales y llevo años comprobando cómo en montes yermos por los que paso a menudo, veo brotar nuevo arbolado.
    Un cordial saludo.

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    1. Es evidente lo que usted indica, doña Ana María. Esto no quita que los problemas medioambientales sean crónicos y graves, pero no es verdad que España esté inmersa en un proceso de desertización. Nunca han existido tantos árboles como ahora. Y a los autores de incendios forestales, sencillamente, aplicarles el Código Penal con todo su rigor.
      Saludos.

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  7. Ignoraba que eramos la nación con mayor superficie forestal de Europa si se exceptúa a Suecia. Teniendo en cuenta la cantidad de incendios es asombroso que así sea. Un placer leerte, porque siempre aprendo.
    Saludos

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    1. Es un dato que produce asombro, desde luego. La imagen de la sequedad de España y de sus baldíos no es incompatible con las grandes sierras, los encinares, las extensas superficies de monte bajo. No es un bosque como el de los cuentos alemanes, desde luego. Nunca lo fue, pero es España un país agreste e imponente. Yo al menos lo veo así.
      Muchas gracias, doña Ambar, por sus cordiales y generosas palabras.

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