jueves, 18 de octubre de 2012

NOCHE DE PERROS Y MALA JORNADA

Ahora que comienza la temporada de caza es buen momento para recordar a don José Moreno Castelló, profesor y silvelista, hombre elegante. En sus escritos sobre caza, a finales del siglo XIX, describió las penalidades pasadas en un cortijuelo, cerca del Guadiana Menor, en la provincia de Jaén.  El relato tiene mucho sentido del humor y no carece de interés etnográfico pues refiere algunos detalles sobre formas de vida del pasado y la pobreza existente en los medios rurales. Don José se desplazó allí con otro cazador, también cuquillero, con la esperanza de, al día siguiente, cazar la perdiz con reclamo. Vivían en el cortijillo, que les iba a servir de alojamiento, dos hermanos solteros y de pocas palabras. La única pieza habitable era la cocina que se hallaba a la entrada. A cada lado de la lumbre había dos poyos, para sentarse o dormir, con apenas un par de metros de longitud. El combustible para la lumbre consistía en boñigas de reses vacunas y granzones. El alumbrado se limitaba a un candil colgado de un cordel. Todo esto estaba, y lo digo sin exageración, como en los tiempos de Viriato. Lo peor es que al pie del poyo dormía "una enorme marrana", asilvestrada y amenazante. Uno de los anfitriones se despidió y se largó al pueblo más cercano. El otro, al llegar la noche, no quiso saber nada, se cubrió hasta la cabeza, con una manta o capote, y a los cinco minutos estaba dormido, sin señal de remordimiento alguno, amenizando el panorama con potentísimos ronquidos. Para más espanto estos ruidos se mezclaban con los de la res porcina que, recordaba espantado Moreno Castelló, "inconsiderada, bufaba sin descanso y desalojaba gases de su monstruoso cuerpo, que llegaban hasta nosotros y no con olor de ámbar". Horroroso cuadro. Por si fueran pocas las penalidades fueron atacados por legiones de pulgas enfurecidas, imagino que curiosas y alborozadas por la presencia de los dos cazadores provincianos. Desengañados, ante la imposibilidad de dormir por las pulgas, la marrana y los bramidos, trataron de encender el candil, no sin grandes apuros, para jugar a las brisca. La partida no debía de ser muy alegre pero había que adaptarse a lo que viniese. Cuando ya comenzaban a pasar, mal que bien, el trago se agotó el aceite del candil. Adiós a las cartas. Resignados permanecieron a oscuras y en silencio, sin más entretenimiento que esperar la amanecida, con añoranzas del bendito y modesto confort de sus casas. Después, con el cuerpo bien baqueteado y, cabe pensar, con un humor tan de perros como la noche padecida, salieron al campo pero la caza fue imposible por el viento, racheado y antipático. La cabalgadura que llevaban, muy resabiada, "un hermoso animal, sobrado de carnes y de genio y falto de trabajo" comenzó a trabear cuando se acercaban los cazadores y lanzó al suelo toda la impedimenta, debiendo cargar nuestros personajes con las jaulas, mantas, zaleas y otros engorrosos accesorios y perseguir un largo trecho al animal. Hay veces que las cosas salen mal.



José Moreno Castelló, Mi cuarto a espadas, sobre asuntos de caza. Apuntes, recuerdos y narraciones de un aficionado. Jaén 1898.

8 comentarios:

  1. Un día nefasto, con su noche de ronquidos, pulgas y gases incluida. Las gentes de otros tiempos tenían más aguante cuando las cosas venían mal dadas. Creo que había más capacidad de aguante frente al infortunio.
    Un saludo.

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  2. Eran menos blandos, desde luego. Y no deja de llamar la atención la pobreza de los inquilinos del cortijillo.

    Saludos don Cayetano.

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  3. Y tan mal que le salió la partida de caza a don José. Un día de asueto y de buena liebre acabó siendo un tormento. Chinches y pulgas, que de todo había en aquellos ruines colchones (incómodos, por supuesto), animales domésticos que entregaban su calor a la par que sus aromas, y algo tan moderno como la electricidad y la luz nocturna brillaba por su ausencia. Me imagino q don José gritando: "Mi reino, mi reino por salir de aquí".
    Saludos

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  4. Cuanta razón tiene. Es un relato lleno de sentido del humor; pero además de tan ameno relato es lo del reclamo de las perdices lo que más ha llamado mi atención. Mi padre era cazador, hubo por casa unos artilugios de esos. Si no recuerdo mal eran de cuero y tenían una especie de pequeño fuelle para mover el aire y emitir la llamada de la caza.
    Un saludo.

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  5. Debió ser una pesadilla cinegética. A pesar de todo la afición de Moreno Castelló no decayó. Tiene otras descritas otras expediciones que debieron de ser penosas a más no poder.

    Saludos doña Carmen.

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  6. Los reclamos que tenían nuestros baqueteados personajes eran perdices de carne y hueso.Mejor habría sido llevar,con las caballerías resabiadas,unos ligeros reclamos como los que usted veía en su casa.

    Muchas gracias,una vez más por sus palabras. Mis saludos señor DLT.

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  7. Me recordaba un poco la novela de los santos inocentes. Dura noche y peor día. Desde luego era para hacer un estudio etnográfico de la vida de aquella época.
    Un saludo.

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  8. Es verdad. Las míseras condiciones de vida, curiosamente,no llamaban la atención del autor.Sin duda debía de ser lo normal.

    Saludos señor de Valverde.

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