LA COSTUMBRE ESPAÑOLA
El rivalizar era entonces para dejar la derecha a los superiores, o la delantera al cruzar un paso o atravesar una calle. Al llegar a casa era obligado -como pide aún la costumbre española- invitar a todos los acompañantes a entrar en ella, a beber algo, lo que los demás debían rechazar con toda cortesía; entonces era forzoso acompañarles un poco más, todo entre corteses resistencias.
(Johan Huizinga, El otoño de la Edad Media, 1ª Ed., española, 1930).
¡Al menos había cortesía, aunque no fuera sincera pero tenía su mérito, peor es la chulería en quien sea!. Saludos Cordiales.
ResponderEliminarLa cortesía nunca puede faltar.
ResponderEliminarSaludos cordiales también para usted.
Es delicioso.
ResponderEliminarYa lo creo, doña Consuelo.
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