España cerraba la Edad Media, abría el gran siglo XVI y la defensa de la
Inmaculada Concepción movilizaba espíritus y devociones. Fue en aquellos años
cuando se fundó la Santa Capilla por don Gutierre González Doncel. De su fe
inmaculista y de su intención dan fe los estatutos de la Institución en los que
hace constar que “la Santa Capilla fue fundada y edificada por mí dentro de la
Iglesia Parroquial de Santo Andrés de la ciudad de Jaén, a mis propias expensas
y gastos, y me pareció tuviese invocación de la Concepción de Nuestra Señora
Santa María”. Los estudios de doña Soledad Lázaro Damas aportan sobradas pruebas
del temprano culto a la Inmaculada en Jaén, impulsado por obispos como don
Alonso Suárez, en cuyo tiempo se instituyó la Santa Capilla, o por el obispo don
Pedro Pacheco al que Carlos V mandó acudir a Trento, donde se decidió la gran
estrategia para frenar a los protestantes y reformar lo que fuese necesario para
mayor gloria de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Fue don Pedro, según
fuentes italianas, citadas por la Real Academia de la Historia, un hombre
pequeño, de poca barba, sagaz y limosnero, afectuoso y con gran afición a las
conversaciones cultas y capo qua nel concilio della natione spagnola e
dell`imperiali del regno di Napoli. Tras esta apariencia inerme se ocultaba un
hombre de una pieza, aristocrático de linaje y temperamento, puntal seguro de la
causa imperial, irreductible frente al partido francés y de dureza demostrada en
las difíciles controversias del Concilio. Allí, bien aconsejado por teólogos
franciscanos que estaban a sus órdenes, se batió con energía por la devoción
inmaculista pues fue el primero que abordó su defensa el 28 de mayo de 1546 y
consiguió que, en el decreto dedicado al pecado original, se dejase claro que la
Virgen María estaba libre de éste. Que Dios bendiga su memoria pues sirvió como
los buenos. Durante el XVII la causa de la Inmaculada fue sostenida en Jaén con
igual o mayor ímpetu, si cabe, que en el siglo anterior. Se pronunciaron
innumerables sermones, se llenaron las calles con procesiones generales y se
fundó, bajo la advocación de la Inmaculada, el Convento de las Bernardas por el
obispo de Troya, don Melchor de Soria Vera. Además, según don Manuel Caballero
Venzalá, se publicaron en Jaén, sólo en 1651, cuatro tratados a favor de la
causa inmaculista. Mucho se esforzaron por la Inmaculada los dos cabildos, el
catedralicio y el municipal, y los vecinos de Jaén de todo estado y condición.
Cada vez que en Roma se ganaban posiciones a favor de la Inmaculada, la ciudad
se alborozaba en jornadas de luminarias y repiques. Un día grande fue el 17 de
noviembre de 1617 cuando el Cabildo Eclesiástico tuvo noticia del decreto
Sanctissimus Dominus noster, ganado en Roma gracias a los desvelos de la
Monarquía de España, y que permitía la opinión libre y a favor de la Inmaculada
Concepción de María. Para celebrarlo se organizó, para el siete de diciembre,
una procesión general en la que la Virgen de la Capilla fue trasladada a la
Santa Capilla de San Andrés. Cuatro años después, recién nacido el reinado de
Felipe IV, el Cabildo municipal ordenó a sus procuradores de Cortes, don Martín
Cerón de Benavides y don Juan Palomino Hurtado de Mendoza, que , en todo momento
y bajo cualquier circunstancia, amparasen la causa inmaculista. Asimismo, en el
Jaén de 1640, hubo actos de desagravio a la Inmaculada, ante la noticia de unos
pasquines ofensivos que habían puesto en Granada. La llegada del obispo Moscoso
y Sandoval también supuso un sólido impulso a esta devoción. El 8 de diciembre
de 1645, ordenó “a todos los que entraren en esta Santa Iglesia” defender, bajo
juramento, la Inmaculada Concepción de María, En 1650 y 1659, leemos en don Luis
Coronas Tejada, el Cabildo municipal se pronunció una vez más a favor de dicho
misterio y, en 1656, con motivo de la autorización de Alejandro VIII del
patronazgo de la Inmaculada para España, hubo en Jaén procesiones y fiestas, al
igual que en 1661, por la publicación de la constitución Sollicitudo omnium
Ecclesiarum de Alejandro VII, que establecía el ocho de diciembre como día de la
Inmaculada Concepción. En la Santa Capilla la devoción a la Inmaculada
Concepción de María ha tenido continuidad a través de los siglos. En la fe de
las viejas y modernas generaciones, en las mandas piadosas de patronatos y
testamentos, en la sagrada luz de las velas y en las salves de los sábados
cuando se tañía “con tiempo, antes que todos los días”. Entonces se cantaba la
antífona solemne:
In Conceptione Tua Virgo inmaculata fuisti. Ángel Aponte Marín.
Publicado en Siempre, Santa Capilla de San Andrés, Jaén, diciembre de 2021.
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