SALUDADORES, LAMPARONES Y OTRAS GRACIAS

Los saludadores eran personas que poseían la gracia de curar o ahuyentar los males más variados. No era una facultad adquirida sino que se nacía con ésta. Solían presentar determinadas señas que los identificaban, a veces, desde antes de nacer. Era habitual que llorasen en el vientre materno o que, justo al venir al mundo, presentasen, marcadas en su paladar, la cruz o la rueda de santa Catalina. Es necesario considerar que ésta, junto a santa Quiteria, ejercía su patronazgo sobre los saludadores. También era propio de saludadores el nacer en Jueves o Viernes Santo y ser el último hermano varón nacido en una familia de siete hijos varones.

Los saludadores afirmaban curar mediante el recitado de oraciones, ensalmos y fórmulas. También santiguaban y lanzaban soplos a las criaturas dolientes. Su eficacia sería mínima o nula pero más nocivos que sus jaculatorias eran las lavativas, eméticos, lancetas y sanguijuelas que barberos, sangradores, cirujanos y médicos de la época recetaban o aplicaban a sus pobres pacientes.

Si bien los saludadores eran sospechosos de heterodoxia eran tolerados y sus servicios requeridos siempre, eso sí, que no se metiesen en camisa de once varas y llamasen la atención del Santo Oficio. En 1631 el Cabildo municipal de Jaén pagó 24 reales al saludador Juan de las Peñas "por el beneficio público que hace con la gracia que Dios le dio y salud de los ganados, el cual a de asistir todo este año". Un año después se presentó, ante el mismo concejo, el tosiriano Gaspar de Blanca, "que dize tener gracia de curar lamparones", para solicitar licencia para aplicar su gracia. Se le concedió el permiso "sin encurrir en pena en Jaén y su tierra, con que no se entrometa en otra curación". Es de señalar que, en su modestia, compartía la especialidad con los reyes de Francia que también curaban a los tiñosos mediante la imposición de manos.

Si bien figuras como las descritas han pervivido hasta fechas no muy lejanas en las comarcas más apartadas, el desarrollo de la medicina y la mayor ilustración de las gentes dejaron de lado tales creencias. Ya en un libro de agricultura de mediados del XIX se hace constar:


Cuando enfermare el ganado
Al mariscal de contado
No fíes del curandero
que sólo chupa el dinero
Aquél según arte cura
Y el otro va a la ventura.


Sobre los saludadores: Flores Arroyuelo, F.: El diablo en España, Madrid 1985.
Las referencias a los saludadores en el Jaén del XVII: López Cordero, J.A. y Aponte Marín, A. : Un terror sobre Jaén. Las plagas de langosta, XVI-XX, Jaén 1993.

Comentarios

  1. Vaya por dios, al final resulta que el poder de los reyes podía tenerlo igual cualquier llorón nacido en Jueves santo y con una cruz en el paladar.

    Duros los requisitos, eh? Eso sí que era una buena prueba de selección.

    Feliz domingo, monsieur

    Bisous

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  2. Retablo estos santones, saludadaores, etc eran muy típicos en la España de aquella época, una mezcla de paganismo y catolicismo extremo...y perduraron mucho en los medios rurales, de hecho yo recuerdo como en Valdelageve, un pueblo al lado del mío (Lagunilla) había un señor que te hacía desaparecer las verrugas mediante una técnica secreta pero básicamente consistente en contarlas y luego enterrar igual número de hojas de olivo y a medida que estas se iban secando, las verrugas desaparecían...parecerá una tontería pero lo hacía, yo lo he visto con mi madre y mi tía a las que les quitó las dichas verrugas...quien sabe si hay una explicación científica...

    Un cordial saludo.

    PD: en cuanto a los reyes curadores de Francia te recomiendo el mítico libro de Bloch: "Los reyes taumaturgos"

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  3. Huy, qué divertido... Casi mejor oraciones o invocaciones que lavativas o esos bichos que te hacían sangrar, la imposición de manos de algunos curanderos -hoy todavía- daño no hará, salvo al bolsillo, creo...

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  4. Como la medicina estaba en mantillas, proliferaban como setas estos saludadores, curanderos y medio brujos con sus remedios caseros y sus oraciones. Sus artes no eran menos científicas que los que utilizaban sanguijuelas para el ataque de gota.
    Un saludo.

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  5. Habia oído lo de las plañideras pero lo de estos saludadores ha sido nuevo para mi.

    Y lo de curar soplando ha sido de lo más extravagante que habia leido nunca.
    Un saludo plañidero.

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  6. Es muy ingenioso su comentario Madame Minuet. Igual daba ser un Capeto que Gaspar de Blanca para curar lamparones. Y las condiciones requeridas tenían su complejidad, bien lo ha dicho usted.

    Saludos y gracias.

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  7. Es muy interesante lo que usted nos describe Carolus II. También tengo yo referencias muy cercanas en el tiempo sobre estas prácticas, en ciertas comarcas y aldeas de la provincia de Jaén.
    El libro de Bloch es, en efecto, un clásico.

    Saludos y gracias por su comentario.

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  8. Está usted en lo cierto doña Aurora. Por supuesto debían de abundar en el oficio todo tipo de pícaros y vividores, amigos de explotar la ingenuidad, y el dolor, de la gente.

    Saludos y gracias por su comentario.

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  9. Se recurría a lo que se podía. Tiene usted toda la razón don Cayetano. Las sanguijuelas se utilizaban todavía en el siglo XX.

    Saludos y gracias por su comentario.

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  10. Extravagante y hasta disparatado. Y ya que hablamos de soplos, se puede decir que todo tiene un aire tremendamente arcaico.

    Saludos y gracias por su comentario.

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  11. Y el oscurantismo y la incultura seguían haciendo de las suyas. Al igual que ahora, salvo que con más "marketing".
    Pero antes eran también (los pocos) los que usaban métodos tradicionales, pasados de generación en generación.
    Un saludo

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  12. Realmente es que tampoco tenían otros medios, don Javier. Como usted bien afirma, se mezclaba el recurso a lo tradicional con la ignorancia y la ingenuidad.

    Muchas gracias por su comentario y un saludo.

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  13. Me recuerdan mucho estos saludadores a los llamados hemostáticos, es decir aquellos personajes que con su sola presencia hacían que la sangre dejase de fluir, eran muy codiciados en algunas cortes pues se supone impedían que las parturientas o los heridos murieran desangrados....

    Realidad o ficción, el caso es que son oficios de lo más interesantes.

    Gracias por su entrada amigo.

    Un saludo.

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  14. Reconozcamos que hace falta tener "fe" para apreciar una cruz en paladar. Supongo que toda madre, de lo primero que se ocuparía tras parir, sería mirar al cielo, del paladar, claro. Menuda suerte encontrarla.
    Mi querido amigo, los asuntos que trata son siempre interesantes, pero la forma en que lo hace es lo que lo que multiplica su valor. Un saludo muy cordial.

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  15. Estaría atenta la Inquisición pues era resbaladizo el terreno por el que se movían, aunque realmente la preocupaban más judíos, protestantes y moriscos.
    En estos tiempos también hay y muchos, basta leer cualquier periódico donde se anuncian, algunos realmente deben ser buenos en sus especialidades pero entre ellos debe haber mucho sacacuartos.

    Un cordial saludo.

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  16. Suscribo lo que dice el señor que viaja desde la terraza: Qué interesante todo lo que cuenta y qué maravillosamente bien lo cuenta.
    Y pensando cómo saludarían los saludadores, acabo de caer, a estas alturas, ya ve usted qué cosas, en que "saludar" quiere decir dar o desear salud.
    Y me he cogido el Covarrubias y tras la primera acepción: "hablar a otro cortesmente deseándole salud", habla de los saludadores, que curan con gracia 'gratis data' y saludan el ganado, y añade: "pero yo por más cierto tengo haberse dicho de saliva, salivador..." y cuenta que daban al ganado bocaditos de pan salivados, y que la cosa se remonta a los romanos, que según Plauto la saliva curaba algunas enfermedades rabiosas, y según Plinio existía la costumbre de escupir en la cara para remediar el mal de gota 'coral'. Del escupitajo al soplo, al menos hay un progreso...
    Gracias y sea usted muy cordialmente saludado.

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  17. Es oficio peculiar el que usted describe, señor de Mingo. Se mezclaban las creencias con los palos al aire dados en tiempos, al fin y al cabo, precientíficos.

    Muchas gracias por su comentario y saludos.

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  18. Algunos se dibujaban la cruz o la rueda para pasar por tipos con gracia para curar. De esto hay testimonio. Después, con cierta predisposición a ver ciertas cosas, la fantasía haría su papel de igual forma que vemos figuras en las nubes.

    Muchas gracias por sus palabras y por su generosidad.

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  19. Me dirigía en el comentario anterior al señor DLT.

    Saludos.

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  20. Está usted en lo cierto don José Eduardo. El Santo Oficio nunca actuó con la misma severidad, para reprimir estas conductas, en comparación con la que demostró en perseguir los delitos de herejía. Igual pasaba con los casos de hechicería, tratados por dicho tribunal con relativa benevolencia.

    Muchas gracias por su comentario y saludos.

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  21. Su comentario vale por una espléndida entrada doña C.B. La curación, e incluso la prevención de la rabia, eran cometido especial de los saludadores. También se explica, aunque no lo indico en mi escrito, que estos personajes estuviesen bajo el patronazgo de santa Catalina y santa Quiteria pues éstas eran protectoras contra dicho mal.

    Saludos y muchas gracias también a usted por su generosidad.

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  22. Qué personajes más curiosos. Por cierto, uno de los requisitos era ser el séptimo hijo varón de un matrimonio. Imagino que en esa cuenta entrarían los vástagos vivos y muertos, porque era extraña la familia con tantos hijos vivos.

    Saludos

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  23. Pues creo que contarían todos, los vivos y los muertos. De lo contrario sería difícil encontrar saludadores que, por otra parte, tampoco abundarían demasiado. Sobre el número de hijos puedo decir que el conde de Villardompardo, del que aporté alguna noticia en mi entrada "Aristócratas", tuvo nada menos que veinte.

    Saludos doña Carmen. Y muchas gracias por su comentario.

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