jueves, 24 de febrero de 2011

AUSTERIDAD EN EL GASTO

El alcance de las arcas municipales era general. Años hubo en los que no se encontró un cuarto. Ni para el más ruin de los libramientos. En la primera mitad del siglo XVII decidió la Justicia y Regimiento de la Ciudad de Jaén recortar gastos. Comenzaron por la cera. Hubo muchas pesadumbres por esta medida pues, además del ahorro, se tocaban asuntos relacionados con el protocolo, en los que eran muy puntillosos los españoles de aquel tiempo. Tenían una memoria prodigiosa para recordar precedentes y agravios antiguos.

En las fiestas de la Virgen del Rosario, celebradas a inicios de octubre como es sabido, se dispuso que tuvieran derecho a llevar cirio, en la procesión correspondiente, el corregidor, los caballeros veinticuatro y el alcalde mayor. Los jurados, con menos mando en plaza, se irritaron por esta decisión que los relegaba a una posición sin lustre. No era la primera vez que los caballeros veinticuatro trataban de mortificarlos. Sacó de quicio a los jurados, en especial, que hasta los trompetas del Ayuntamiento, que hacían a veces de porteros e incluso barrían, las estancias municipales , imagino que sin mucho celo pues estaban achacosos y quebrantados, tuviesen derecho a llevar vela. En 1616 porfiaron tanto los jurados que consiguieron cera aunque a regañadientes y no sin muchas advertencias. En 1625 se amoscaron por lo mismo los dos escribanos mayores, Antonio de Talavera y Sotomayor y Pedro de Vera, ambos muy linajudos, y pidieron lo suyo. Otros oficiales y dependientes, menos ceremoniosos y más expeditivos, recurrían directamente al arca donde se guardaba la cera y se surtían por su cuenta. Después, en medio de las calles, durante la procesión, aparecían alumbrando tan ufanos pero no era cuestión, pensaban los caballeros veinticuatro, descomponerse, pedir explicaciones y, en fin, dar un espectáculo ante la general satisfacción del vecindario y el escándalo del clero local. Al final, en 1629, se tomó una medida: "haga se eche una cerradura en el arca donde se lleba la cera a las fiestas de la ciudad".

Tuvo que sentar mal la decisión aunque peor fue aquel año cuando, tras las procesiones, se mandó devolver los cabos de vela sobrantes tras el recorrido, para sacar algo con su venta.

12 comentarios:

  1. O sea que lo de "dar cera" no proviene presisamente de aquí, con esa austeridad que más valdría decir: "quitar cera a un asunto". Cosas veredes, amigo Sancho...
    Un saludo.

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  2. Y es que el siglo XVII no era una centuria de alardes, precisamente. El tiempo de oropeles y magnificencia se había acabado para desgracia de la Monarquía Católica. Y había que recortr. Lo extraño es uqe recurrieran a tan drástica medida que ponía en entredicho los privilegios de los cargos consistoriales, rompiendo de esa forma el estricto protocolo. Casos similares se dan también en estos lares salmantinos.

    Saludos

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  3. Así es don Cayetano. Bien lo dice ustes y no hay mas cera que la que arde, o que la que ardía en aquellos años.

    Muchas gracias por sus comentarios, siempre interesantes.

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  4. Pues sí que resulta chocante, doña Carmen, pero documentado está en las actas municipales, base fundamental de un trabajo que hice, hace ya muchos años, sobre el culto a la Virgen del Rosario en la primera mitad del XVII. Por otra parte la quiebra de las haciendas locales era general y pavorosa en toda España.

    Muchas gracias por sus valiosos comentarios.

    Saludos.

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  5. Qué racanería, aparentemente! Aunque a lo mejor es que estaba muy cara la cera, quién sabe. A mi me parece que debía de costar más poner una cerradura en el arca! Y mire que llegar al extremo de vender los cabos de vela restantes para sacar algo con su venta... Ya debían de estar mal las cosas, ya.

    Feliz tarde

    Bisous

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  6. Imagínese, Dame Masquée, lo que murmurarían esos señores del siglo XVII cuando tuviesen que entregar unos pobres restos de cera. Irían con un humor horrible.

    Muchas gracias por sus siempre certeros comentarios.

    Reciba mis saludos.

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  7. Parece que en todo tiempo es igual. En tiempos de penuria, cada cual anda preocupado por sí mismo, los que no pueden, quejosos por el poco lustre al que quedan condenados; y los que pueden a tomar por su cuenta lo que es de todos. Y eso que no hablamos de quienes ni tenían cera ni tenían pan. Casi como ahora. Un saludo.

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  8. Dos temas de capital importancia en aquella época: la falta de dinero y el honor. La falta de dinero se convirtió en algo crónico y la etiqueta era algo de tan suma importancia que hubo revueltas e incluso duelos finalizados en muerte sólo por esta razón.

    Un cordial saludo.

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  9. ¡Valgame Dios!, ¿tan costosa era la cera?, no me lo imaginaba y de esos hechos vendrán los refranes
    sobre ella.

    Saludos.

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  10. La condición humana ha cambiado poco Señor DLT.
    Muchas gracias por su sensato comentario.

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  11. Ahí está la clave del asunto Don Carolus.

    Reciba mis saludos y gracias por sus sagaces comentarios.

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  12. Pues sí era cara la cera don José Eduardo. Buscaré algunos datos de archivo y, si los encuentro, daré algunas referencias al respecto.

    Muchas gracias por sus comentarios siempre bienvenidos.


    Saludos.

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