lunes, 26 de diciembre de 2022

YO PENSABA EN ESPAÑA

Escribió Azorín: "Yo pensaba en España. Veía nuestros santuarios, nuestras ermitas; veía los calvarios plantados de cipreses rígidos  veía nuestros humilladeros puestos a la entrada de los pueblos." (España, 'Epílogo en los Pirineos', 1909)

lunes, 5 de diciembre de 2022

MANTOS POR LA NAVIDAD


En 1588, el año de la Invencible, Juan Pérez de Aranda fundó un patronato en la Santa Capilla de San Andrés de Jaén. Dejó a la Institución un molino de aceite, unas tiendas y unas casas en la calle San Clemente y otras más cerca de la sacristía de la Iglesia Mayor. Con el remanente de lo que pudiesen rentar y una vez pagados los gastos inexcusables, se debían comprar tantos mantos como fuese posible para viudas, doncellas de hábito honesto y, desde 1632, parientas del fundador que cumpliesen tales condiciones. La tarea de seleccionar y escrutar a las opositoras o posibles beneficiarias correspondía a la Junta de Gobierno de la Santa Capilla que debía llevar adelante tal misión con discreción y “sin nota de escándalo”. Después se efectuaba el correspondiente sorteo -cada año en una parroquia distinta- del que estaban exentas las emparentadas con el fundador del patronato. Los mantos se otorgaban y distribuían entre san Andrés y Pascua de Navidad. El proceso de elección y sorteo, no exento de cierta complejidad, está descrito con todo detalle en el libro de los Estatutos de la Santa Capilla, editado en 1882, y al que remito al lector.


En el testamento de Pérez de Aranda se especificaba que los mantos fuesen de anascote que era un tejido de lana, asargado por ambos lados y parecido al de ciertos hábitos frailescos y con el que también se confeccionaban, aunque en menor medida, trajes, fardeles, jubones, sayas, sotanillas y ferreruelos. Según Marta Pérez Toral, en España se comenzó a utilizar este término, el de anascote, en el siglo XVI y se difundió en el XVII. Procedía, como el de tantos otros paños e hilaturas, de Flandes, en particular de la ciudad de Hondschoote. La vara de anascote de Flandes costaba en Jaén, en el primer tercio del seiscientos, siete reales aunque es probable que los mantos entregados por la Santa Capilla estuviesen confeccionados con paños de la tierra ya que en Jaén, Baeza, Torredelcampo, Torredonjimeno, Martos, Andújar, Mancha Real, Cambil o Huelma, se elaboraban buenos veinticuatrenos, dieciochenos y catorcenos pardos y frailescos. Además, también se vendían en la ciudad paños labrados en Ávila, Segovia, Soria, La Rioja, Albarracín, Córdoba, Toledo y en otros lugares. El precio de un manto variaba según la calidad y el corte pero, en la década de 1620 era de unos cincuenta reales o más. No era poca cosa si se compara con los jornales de tres o cuatro reales que eran corrientes en la época. 


Era asunto de capital importancia disponer de un buen manto para recorrer con decoro calles, plazas y cantones y, sobre todo, para ir a la iglesia como era debido, en especial en aquellos días de hielo y viento de los largos y terribles inviernos de los siglos XVI y XVII. Más todavía en un tiempo en el que todo era escaso y caro y muchas pobres vergonzantes se veían en serios apuros para ir vestidas de acuerdo con su calidad y honrado nacimiento. Siempre era una buena acción vestir a los desvalidos y el patronato que nos ocupa no es el único que, dentro de la Santa Capilla, daba fe de esto y cumplía con tal obligación. Bien nos lo recuerda la pintura conservada en la iglesia de San Andrés, en la que aparece san Martín a caballo y partiendo su capa con un mendigo muy maltrecho, derrotado y cubierto de harapos. Este imperativo justificaba la fundación de patronatos como el de Juan Pérez de Aranda y otros más de la Institución; también explica que en los testamentos se incluyesen mandas en las que se legaban prendas de vestir. Así fue la voluntad del jurado Luis Martínez de Quesada que, en 1618, mandó entregar un manto de anascote a una viuda llamada María de Ortega o, la disposición del veinticuatro Alonso de Valenzuela que, en 1632, donó otro a Teresa Gutiérrez además de sendas capas, ropillas y calzones de paño pardo a dos de sus criados o dependientes. 


(Ángel Aponte Marín, Publicado en Siempre, Boletín de la Santa Capilla de San Andrés, Jaén, diciembre de 2022)

lunes, 28 de noviembre de 2022

EL LEGIONARIO Y LA NINFA

 José María Blázquez en su imprescindible y poco conocido Diccionario de las Religiones Prerromanas en España (1975) recoge la devoción existente en España hacia Conuentina o Couentina. Era una ninfa que pasaba sus días en una fuente cercana al Vallum Hadriani, en Britania y que tenía habilidades proféticas. Al parecer, se ganó el fervor de un legionario de la Legio VII Gemina Antoniniana Pia Felix que estuvo destinado allí y, de vuelta en Hispania, difundió su culto por Galicia y León donde estaba acuartelado con sus conmilitones. No es que este hombre duro se dedicase al apostolado pero, por la razón que fuese, creo yo que estaría agradecido por algunos favores o por prodigiosos avisos. Después, las creencias se hacían más o menos generales y así se extendían y arraigaban en los lugares para, después, ser olvidadas con el tiempo -que puede con todo o casi todo- o ser cristianizadas. Los soldados de la Legio VII Hispana, como también era conocida, estuvieron también en tierras de Hungría y Austria, recorrieron los Balcanes y contemplaron las aguas del Danubio y del Rhin; además, los que sirvieron bajo sus estandartes tuvieron que ver en la caída de Nerón. Trajano condujo a esta legión, con toda premura, desde el noroeste de España a Austria y causa admiración saber que estos legionarios, alimentados con pan, aceite de oliva y vino, recorrían el Imperio a paso de marcha y de la manera más natural.

viernes, 18 de noviembre de 2022

BRASEROS NAZARÍES

Leopoldo Torres Balbás escribió en 1934 sobre los braseros de la Alhambra. Nos explica, con pocas y precisas palabras, los medios utilizados en dicho lugar para combatir las bajas temperaturas del invierno granadino. Es inevitable, al visitar la Alhambra, sobre todo entre noviembre y abril, pensar que en aquellos patios, salones y palacios debía de hacer un frío considerable. Torres Balbás nos recuerda, sin embargo, que cuando la Alhambra estaba habitada, las estancias contaban con puertas, celosías y vidrieras, los suelos y muros se cubrían con alfombras y tapices y que, probablemente, se utilizaban los espacios más pequeños y, sobre todo, orientados al sur. Además, añadía, es posible que, en las habitaciones de mayor fuste, se utilizase un sistema de calefacción similar al diseñado por los romanos, con cámaras de aire caliente bajo el pavimento. No parece imposible que consiguiesen, en algunos espacios y con estos recursos, un ambiente lo suficientemente caldeado e incluso confortable. Otro medio para no quedarse como un carámbano era el uso de braseros. Aparecieron algunos en las excavaciones y demás trabajos de restauración del monumento y se conservan en el Museo de la Alhambra. Eran de piedra y mármol, de factura sencilla, cuadrados y circulares, con pies y salientes para trasladarlos de un lugar a otro sin necesidad de abrasarse por el calor de los tizones. No eran de gran tamaño, apenas unos hornillos,  y estaban decorados con líneas e incisiones de inspiración popular y que, según el mencionado estudioso, recuerdan a las ornamentaciones bereberes. 

viernes, 11 de noviembre de 2022

EL NACIMIENTO DE ALFONSO VIII

 Nació el once de noviembre de 1155. Era viernes y quizás fue una jornada soleada, de hojas en el suelo y membrillos en las huertas, como corresponde al veranillo de San Martín. Era hijo de Sancho III y de Doña Blanca Garcés y también tataranieto del Cid por linaje de madre. A los tres años quedó huérfano de padre y madre aunque no solo en el mundo. De su prodigiosa parentela ya escribí alguna cosilla hace un tiempo. Leo en el gran estudio de Carlos Vara, dedicado a Las Navas de Tolosa, un documentado análisis del personaje. En esa grave y victoriosa y jornada estuvo al frente de los ejércitos cristianos y demostró una vez más su valor y empuje. Cita el mencionado estudioso al cronista Núñez de Castro que hace una descripción de Don Alfonso y así sabemos que fue "de estatura más que mediana, de rostro hermoso, en quien sobresalió lo encendido; la frente sin desproporción, abultada, el cabello de color de la barba, tibiamente negro, los ojos garzos, la nariz inclinada a grande, sin desmesura que ocasionara fealdad". Fue un hombre tan del siglo XIII que, según la tradición, conoció a san Francisco de Asís en Burgos. Nació en otoño y en otoño murió en Garci Muñoz, el seis de octubre de 1214, cerca ya de los sesenta años. El año anterior fue de muchas muertes, hambres y calamidades en Castilla.

domingo, 6 de noviembre de 2022

DEL TIEMPO EN QUE NACIÓ LA CORTESÍA.

Vivieron cuando el recuerdo de Las Navas era cosa reciente, en el tiempo en que la cortesía vino al mundo. Fueron reinas, infantas, abadesas y mujeres de valor, capaces de defender un castillo y de gobernar estados y señoríos. Vivieron en estos reinos españoles y hubo entre ellas algunas inglesas, portuguesas y francesas. Se llamaron así: Blanca, Mencía, Leonor, Elvira, Eva, Mayor, María, Constanza, Petra, Elo, Berenguela, Estefanía, Beatriz, Urraca, Toda, Sancha, Matilde, Teresa y Aldonza. Estos nombres son, sin más, un poema del siglo XIII.

jueves, 27 de octubre de 2022

EL CHOCOLATE DE LOS ABSOLUTISTAS.

Hubo un tiempo, en el siglo XIX, en el que los partidarios del chocolate se batieron con los del café y el té. Lo explica muy bien Antonio Bonet Correa en Los cafés históricos, un interesante libro publicado en 2012. Según este autor, el chocolate representaba la España tradicional y castiza; el café y el té, en cambio, a los modernos y a los liberales. Cita al costumbrista Antonio Flores que consideraba al chocolate como "un brebaje absolutista, enemigo de las luces y de la civilización" que, ya con el liberalismo triunfante, tenía sus últimos reductos en los conventos las casas de los carlistas. Cosa de reaccionarios. El té, como algo moderno y como muestra de cierta anglofilia, fue muy del gusto de los de la Institución Libre de Enseñanza, Así consta en el estudio realizado por José María Marco sobre Francisco Giner de los Ríos, donde aparece el té como bebida permitida y bien considerada en la Residencia de Estudiantes.

jueves, 20 de octubre de 2022

EL PERRO DE POPE

 “El poeta inglés Pope fue preservado de morir asesinado por un criado. El animal había descubierto sus designios por el desasosiego que reparaba en él, y avisó a su señor con mil demostraciones extrañas, llenas de solicitud y previsión, tanto que en el momento de ir a consumar su criminal intento, conociendo el perro lo había adivinado, soltó el puñal homicida y se puso en fuga precipitada”. El caso de este perro leal, inteligente y con buen ojo para calar asesinos, se cita en De los animales de salón y de jardín, obra arreglada por D.D. de la Vega y Ortiz, Madrid, 1862 y está recogido en el capítulo dedicado a los perros de barbas, caniches, de aguas y de lanas.


viernes, 14 de octubre de 2022

HOTELES ISABELINOS

 En la Guía oficial de los viajeros en los caminos de hierro, vapores y diligencias (Imprenta de La Iberia, Madrid, 1865), se incluyen varios anuncios de establecimientos hosteleros de España y del extranjero. Creo que son interesantes algunos detalles al respecto. Comencemos con el Hotel de Francia, ubicado en la calle del Carmen y a cargo de Bautista Landarreche. En el anuncio se destacaba su céntrica posición, cercana a la Puerta del Sol. Se indica que "la cocina está dirijida a la francesa y a la inglesa", con mesa redonda a las seis de la tarde y restaurante en la planta baja. La mesa redonda consistía en un servicio de comedor en el que los clientes, distribuidos en diferentes mesas, comían juntos y en buena compañía sin que, en principio, tuviesen relación alguna. El restaurante, o restaurant, era de más empaque y pretensiones y disponía de menús y carta. Las diferencias con los figones o casas de comidas eran notorias. En el Hotel de Francia, los huéspedes contaban, además, con un servicio de coches que les permitía acceder con toda facilidad a las estaciones de ferrocarril. 


Otro establecimiento fue el Gran Hotel-Restaurant de Embajadores situado en la calle de la Victoria 1 y en la casa de la célebre Fontana de Oro. En su anuncio se destacaban sus "grandes y elegantes habitaciones para familias" con vistas a la Carrera de San Jerónimo y a la Puerta del Sol. Se ofrecían, además, habitaciones para una o dos personas "adornadas con lujo" y otras interiores, más austeras, para clientela más ahorrativa. A las seis de la tarde había mesa redonda a veinte reales el cubierto. No era un lugar barato. En el anuncio se indicaba que, en ese momento, se hacían reformas para ponerlo a la altura de los mejores de Europa "hermanando el buen servicio con economía con la comodidad, economía y lujo". 


Más modesta, al menos en apariencia, era la casa de huéspedes de doña Eusebia de Costa. Estaba en la calle de Peligros, número 3, pisos segundo y tercero. Se había fundado hacia 1835 y era un establecimiento "frecuentado por familias distinguidas de España y del estranjero". Los alojados podían asomarse desde sus habitaciones, muy bien amuebladas, a las calles de Alcalá, Aduanas y Peligros y entretenerse con el natural bullicio de los viandantes. Esta acreditada casa de huéspedes, decía el anuncio, "cuenta con criados inteligentes", lo que siempre aliviaba pues es de todos sabido que nada hay más peligroso, ni más malo, que un necio. Bajo el techo de doña Eusebia no se toleraba la chabacanería y se destacaba que "el trato es esmerado, poniendo su dueña especial cuidado en complacer a sus favorecedores", todo ello, por supuesto, en el sentido más decente. Esta casa de huéspedes tenía servicio de lavandería y repaso de la ropa, además de la ya descrita mesa redonda, todo a unos precios no ya razonables sino "extremadamente moderados". 


El  Hotel de las Cuatro Naciones, en la calle del Arenal, 19 y 21, destacaba por su cocina francesa, con un restaurante en la planta baja. Era propiedad de Simón y Compañía. El Hotel Villa de Madrid, calle de Juan de Andas, 12, en la Casa Grande de las Columnas, disponía de alimentos bien condimentados "con primor y aseo" y un servicio con "agrado y esmero". Era regentado con todo celo por su dueña, doña Carmen Galán. Por último, la Fonda de Bossio estaba situada en la calle Duque de Zaragoza, con fachadas al Paseo de la Reina y a Alicante, destacada por "su elegancia y buen trato”.









domingo, 2 de octubre de 2022

ESTRAGAR AL REINO.

Todo, o casi todo, lo pensaron ya nuestros ilustrados, los grandes ministros de la Monarquía de España en nuestro siglo XVIII. A continuación, cito lo que pensaba Campomanes de cierta política fiscal. Es evidente su vigencia. Parece escrito para hoy:

“Una multitud de impuestos no es fuente segura de una multitud de riquezas; lo que sí es una devastación de un reino, un seguro embrollo en las cuentas y un segurísimo aguijón del malcotento de los vasallos. La libertad es amable hasta a las bestias. No mortifica tanto al contribuyente lo que paga, como el modo de exigirlo”.

martes, 27 de septiembre de 2022

EL CONSERVADURISMO DE JOVELLANOS

En Jovellanos encontramos muchos de los rasgos del conservadurismo moderno y una evidente coincidencia con el pensamiento de Edmund Burke. Jovellanos leyó sus Reflexiones sobre la Revolución en Francia poco tiempo después de su publicación, probablemente, en una traducción francesa por ser la primera disponible en España *. No deja de provocar cierta estupefacción que los ministros de Carlos IV prohibiesen su edición y que, además, no fuesen capaces de calibrar la fuerza del alegato de Burke frente a los principios revolucionarios. ¿Es quizás una muestra temprana de la desorientación del pensamiento conservador en España?.

Burke y Jovellanos tenían notorias coincidencias: el rechazo a las abstracciones aplicadas a los asuntos políticos, la defensa de las viejas instituciones -aunque sujetas a reformas si era necesario- el reconocimiento del pasado en la evolución de las naciones así como la desconfianza hacia los remedios universales. Los planteamientos burkeanos no eran nuevos para don Melchor Gaspar de Jovellanos ni para ciertos ilustrados españoles. En 1809 escribió a Lord Holland:

Nadie más inclinado a restaurar, y afirmar, y mejorar, nadie más tímido en alterar y renovar. Acaso éste es ya un achaque de mi vejez. Desconfío mucho de las teorías políticas, y más de las abstractas. Creo que cada nación tiene su carácter; que éste es el resultado de sus antiguas instituciones; que si con ellas se altera, con ellas se reparan; que otros tiempos no piden precisamente otras instituciones, sino una modificación de las antiguas [...] En conclusión, una nación nada necesita, sino el derecho de juntarse y hablar. Si es instruida, su libertad puede ganar siempre, perder nunca **.

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*Así lo afirma Demetrio Castro Alfín en "Jovellanos lector de Burke y Godwin", en Cuadernos jovellanistas, 12, 2018. 

**Jovellanos, Memoria del Castillo de Bellver - Discursos-Cartas, edición de Ángel del Río, Clásicos Castellanos, Espasa, 1969)

martes, 20 de septiembre de 2022

UNA REGLA SEGURA DE PRUDENCIA

Nunca tuvo la Monarquía de España tan buenos ministros como en nuestro siglo XVIII. Eran secos y de poca gracia pero habían estudiado mucho, tenían gran capacidad de observación, decían las verdades a palo seco y, por lo general, erraban poco. Fueron, por lo general, hombres rectos y de vida sencilla. Campomanes es un buen ejemplo de lo dicho y lo que pensaba sobre el gasto desmedido y descontrolado sirve, antaño y hogaño, para las naciones y para las familias:

Es una regla segura de prudencia que ninguno debe gastar más de lo que puede sin empeñarse y principalmente en los soberanos es indispensable, so pena de aniquilar a sus vasallos, que son todas sus riquezas, y hallarse sin recurso en la mejor ocasión. La falta de esta máxima es lo que ha acabado con los más poderosos imperios y tiene destruidas las grandes monarquías de la Europa; y a mi ver, más destruyeron a España los dos brillantes reinados de Carlos V y Felipe II que los oscuros de Juan II y Carlos II."

 (Cartas político-económicas al conde de Llerena, Edición de Antonio Rodríguez Villa, 1878).

domingo, 13 de febrero de 2022

HACIA EL ESCORIAL

 


Los reyes iniciaban su último viaje con la caída del Sol. Entre las ocho y las diez de la noche abandonaban Palacio y los portaban en andas, entre lutos, cera, música triste y campanas que doblaban a muerto. Así, legua a legua, se acercaban a El Escorial entre resplandores de hachas y tinieblas. Rumores de Clero, Órdenes, Grandes, mayordomos, gentileshombres de la boca y de la cámara y monteros de Espinosa. Salían a los caminos a verlos pasar y, a veces, paraban en los pueblos. Al amanecer, entre las seis y las siete, llegaban al Real Sitio. Retornaba el Sol, padre y espejo de reyes, y asistía al ceremonial por tragaluces y ventanales. Se depositaba el cuerpo al mediodía. Y ahí terminaba todo, ni más ni menos.